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Opinión 23 de noviembre de 2019

Fernández, a tres bandas

por Emiliano Rodríguez

Como si se tratara de un juego de billar, a tres bandas: así parece estar fraccionado el escenario en el que Alberto Fernández deberá mostrar su “muñeca política” para confirmar los nombres de quienes lo acompañarán en el Gabinete.

Si bien la danza de apellidos continuó en los últimos días, las jornadas previas al martes 10 de diciembre, fecha en la que el presidente electo asumirá el cargo, encuentran a Fernández sometido a presiones del sindicalismo y a intereses del Instituto Patria para ubicar a dirigentes de confianza en puestos ejecutivos y/o dependencias estatales.

Cumpliendo una suerte de rol de “trapecista” entre ambas bandas, el ex jefe de Gabinete kirchnerista busca también desplegar su propio juego para designar a quienes lo acompañarán en puestos clave cuando se inicie su gestión al frente de la Casa Rosada en reemplazo de Mauricio Macri.

En este sentido, se estima que Santiago Cafiero encabezará el equipo de asesores de Fernández y en las últimas horas trascendió que el también cercano al mandatario electo Daniel Arroyo, que encabezaría el Ministerio de Desarrollo Social, podría sumar como colaborador al ex secretario general de la CGT Juan Carlos Schmid en esa cartera.

Mientras el sindicalismo espera que Claudio Moroni sea efectivamente el hombre designado para comandar Trabajo, pese a su polémica gestión en la Superintendencia de Seguros de la Nación hace más de una década, gremios del transporte cabildean para que Guillermo López de Punta encabece una oficina gubernamental relacionada con esa área.

El propio Schmid, junto a Omar Maturano, ambos como caudillos de la Confederación Argentina de Trabajadores del Transporte (CATT), se reunieron días atrás con López de Punta para darle su bendición. Solo la Unión Tranviarios Automotor (UTA) mira -aún- de reojo al ex secretario de Transporte de Eduardo Duhalde.

Por el lado del Instituto Patria, se presume que Eduardo “Wado” de Pedro encabezará la estratégica cartera del Interior, en tanto el kirchnerismo también aspira a ocupar, además de cargos ejecutivos en el Gabinete, puestos directivos en dependencias estatales clave, por ejemplo, en Vialidad Nacional.

A su vez, apadrinados por Cristina Fernández de Kirchner, Oscar Parrilli y Carlos Zannini, ambos miembros de la mesa chica del Gobierno anterior, también se frotan las manos aguardando su regreso a la función pública.

En el caso específico de La Cámpora, sus dirigentes tienen en la mira oficinas de segunda y tercera línea, considerando que Fernández debería ser el encargado de nombrar a su cuerpo principal de asistentes, coordinando incluso con el líder del Frente Renovador, Sergio Massa.

Se menciona, además, que el actual intendente de San Martín, Gabriel Katopodis, comandaría un Ministerio de Infraestructura y tendría a su cargo lo relacionado con el transporte y la obra pública, mientras resurgió en las últimas horas la figura de Florencio Randazzo como otro posible integrante del equipo de colaboradores de Fernández.

La “rosca” continuará a lo largo del fin de semana y en los próximos días lógicamente, mientras el jefe de Estado electo juega “a tres bandas” y crece la expectativa en torno a la confirmación de lo que será su Gabinete una vez que reciba de manos de Macri los atributos del mando presidencial.

Una fecha clave: ¿viene Maduro?

El próximo 10 de diciembre se constituirá en una fecha clave para la historia democrática argentina, con la asunción de Fernández en el Congreso de la Nación, en un acto que también contará con la presencia de Macri y de Cristina, como vicepresidenta electa.

Se espera que mandatarios de la región asistan a la ceremonia e incluso se especula con la posibilidad de que esté presente el líder venezolano Nicolás Maduro, aunque hasta el momento no han trascendido demasiados detalles -oficiales- sobre los invitados de honor ni del procedimiento de las juras.

Asimismo, debería ser Macri el que lógicamente le traspase el mando a Fernández, con el bastón y la banda, pero en las últimas horas trascendió que Cristina podría jurar primero y luego el ganador de las elecciones de octubre pasado, en lo que sería una extraña “novedad” protocolar.

De cualquier modo, el Parlamento albergará ese día tanto al presidente saliente como al entrante y a la ex mandataria, en un acontecimiento que merece ser destacado, después del bochorno al que asistió la Argentina hace cuatro años con Cristina -con sus caprichos de ocasión- como la principal artífice.

Para el 10 de diciembre también se espera la llegada al país del senador peronista por Tucumán José Alperovich, que acaba de ser denunciado por una sobrina por presunta violación: según averiguó NA, sus colegas de la Cámara alta por el momento esperarán que avance la investigación judicial antes de adoptar una postura corporativa sobre el asunto.

Apenas la semana pasada Alperovich, que se encuentra en Miami disfrutando de unas vacaciones, había anunciado su decisión de sumarse al bloque de senadores de Unidad Ciudadana que encabeza Cristina, después de perder las elecciones tucumanas para gobernador frente a Juan Manzur.

El escándalo en torno del polémico ex mandatario de Tucumán se desató en la misma jornada en la que la renuncia de Adolfo Rubinstein se constituyó en el corolario de un papelón que tuvo al oficialismo como protagonista tras la publicación en el Boletín Oficial por parte del secretario de Salud de una actualización del protocolo sobre interrupción legal del embarazo.

Rubinstein dio un paso al costado luego de que Macri revocara este viernes la medida, tras haber sido acusado por el Gobierno de haberse “cortado solo”, es decir, sin consultar al jefe de Estado -ni a la ministra Carolina Stanley- sobre un asunto por demás delicado, como lo es el aborto.

Su dimisión, pese al respaldo del radicalismo, no debería sorprender, como tampoco la decisión del kirchnerismo de dejar sin quórum una sesión especial solicitada por Cambiemos en la cámara de Diputados para discutir el proyecto de ley de “ficha limpia”, que apunta a que aquellas personas condenadas judicialmente en segunda instancia por delitos de corrupción no puedan presentarse a cargos electivos.

Estas son las cosas que tiene la clase política argentina. Si bien el oficialismo intentó deliberadamente hacer trastabillar a la oposición frente a la opinión pública días antes del traspaso del mando presidencial, el peronismo -salvo por un puñado de legisladores-, antes de sentarse en sus bancas para dar el debate, prefirió quedar en “off-side”.

(*): Especial para NA.