Cultura

Florencia Canale: “Leer o interpretar cualquiera de mis novelas con la mirada del siglo XXI es un disparate”

"En Lujuria y poder", la escritora marplatense narra parte de la vida de Juan Manuel de Rosas, la muerte de su esposa Encarnación y la relación con su hija Manuelita.

por Analía Páez

La novela histórica “Lujuria y poder“, de Florencia Canale, narra parte de la vida de Juan Manuel de Rosas, la muerte de su esposa Encarnación y cómo se tornó de controvertida la relación, que algunos tildaban de incestuosa, con su hija Manuelita, además de los problemas políticos que lo acuciaban por aquella época.

Canale nació en Mar del Plata y estudió Letras en la Universidad de Buenos Aires. Es periodista y trabajó en publicaciones como Noticias, Living, Gente, Siete Días y Veintitrés.

Este título es el segundo de una trilogía: el primero fue “Sangre y deseo. La pasión de Juan Manuel de Rosas y Encarnación Ezcurra”; Canale ya se encuentra trabajando sobre la vida de Rosas después de la batalla de Caseros.

En esta obra, la periodista y escritora habla sobre el segundo gobierno de Rosas a partir de 1838, el momento más sangriento de su historia política al frente de la provincia de Buenos Aires, y desde donde ejerció un poder casi absoluto hasta 1852.

– ¿Cómo es escribir novelas histórico-románticas con personajes tan conocidos y de los cuales casi todos tenemos algo que contar?

– Abordo el género con mucho respeto y responsabilidad. La investigación es interminable y de un gran rigor histórico. Leo todo, la bibliográfica a favor y la que está en contra; y trato de no poner mis propias pasiones y lecturas en la narración de los hechos históricos, aunque eso a veces cuesta.

– ¿Qué te cautivó de Rosas?

– Juan Manuel de Rosas tuvo una vida intensa, repleta de claroscuros, y eso es lo que me interesa a la hora de elegir un personaje. La Historia argentina del siglo XIX se divide en antes o después de él.

– Tomás una de las épocas más conflictivas en la vida de este personajes. ¿Por qué?

– Si no hay conflicto no hay posibilidad de novela. Todos los personajes de mis novelas tienen conflictos. La personalidad que tiene una vida prístina no me sirve.

– ¿Por qué te inclinaste a contar sobre el modo de vida que llevaban padre e hija?

– En “Sangre y Deseo” cuento, entre otras tantas cosas, la relación entre Juan Manuel y su mujer, Encarnación de Ezcurra. Ahora con “Lujuria y poder”, muerta Encarnación, toma preponderancia Manuelita, su hija. El vínculo entre padre e hija fue intenso. El hombre más poderoso de la provincia de Buenos Aires tuvo una hija de gran protagonismo durante su segundo gobierno.

– Su mujer, que lo acompañó políticamente, era una mujer fuera de tiempo, o por lo menos una de las pocas que tomaba el control cuando su marido estaba lejos. ¿Qué le pasó a Rosas con la muerte de su mujer?

– Encarnación fue una vanguardista absoluta. Al morir, Juan Manuel sintió un desasosiego brutal. Era su confidente, su asesora más leal, su cómplice, además de su amor. De todos modos, ahí­ estuvo Manuelita para ocupar ese lugar, desde otro costado; menos virulento, menos sanguinario.

– ¿Qué fue lo que más la cautivó de su vida?

– Encarnación me cautivó por su entrega, su inteligencia, su empuje y ferocidad. Juan Manuel me parece que fue un hombre extremadamente seductor, un hombre de campo, bastante primario pero con ansias de preparación. Le tocó el mundo de la política sin buscarlo y ahí la peleó.

– ¿Qué pensás del papel que desempeñó su hija en las distintas etapas que vivió al lado de su padre?

– Manuelita me conmueve inmensamente. Era la favorita de su padre y bastante ignorada por su madre. Encarnación fue mujer, no madre. Viví­­a para su marido y desatendía a sus hijos. Manuelita, cuando era chica, jugaba entre las armas que circulaban en la casa. No era la tí­pica niña de mamá. Pero al morir su madre, rápidamente tomó el lugar y se quedó al lado de su padre. Se adoraban mutuamente, el padre no permitía que ella tuviera candidatos o novios. Y a ella tampoco se le ocurría rebelarse. Me da una ternura infinita esa muchacha. Postergó bastante tiempo de su vida por acompañar a su padre.

– ¿Por dónde pasó tu investigación y cuánto tiempo te llevó?

– Hace años que investigo la vida de Juan Manuel de Rosas; sigo investigando, estoy escribiendo el final de la trilogía. Por supuesto que me interesa el aspecto político -es inalienable- pero me centro en el costado humano de mis héroes y heroínas. No juzgo ni tomo partido en las elecciones, decisiones, y demás accionares de mis personajes. Solo intento retratarlos.

– ¿Qué quisiste contarle a tus lectoras con esta historia?

– Quise contar la vida del hombre más poderoso de la Confederación, mientras duró, y la vida de su hija, una suerte de princesa pampeana del siglo XIX.

– Los antirrosistas ¿cambiarán su visión con este trabajo?

– Los anti cualquier cosa es difícil que cambien sus pareceres nunca. Mi novela no es rosista ni antirrosista. Me parece una lectura pequeñí­sima elegir una de las dos posturas. Uno debe sumergirse en la lectura con una visión decimonónica. Leer o interpretar cualquiera de mis novelas con la mirada del siglo XXI es un disparate.

Télam.

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