Cultura

Flotación

Por Ezequiel Rodríguez

Caminamos por la playa, en otoño.

Lo que me diferencia de ella es cierta pausa

y cierta consistencia al caminar.

Ella gira la mirada hacia el mar

y se queda, pienso, flotando

como un barco al borde de un abismo que disfruta.

Yo catalogo caracoles y me comprometo

con las diferentes humedades de la arena:

juego a prever la línea final de la espuma

antes del barrido de cada ola.

No sé de dónde salieron tantos caracoles;

siempre me olvido de googlearlo.

Tampoco sé cómo se formó la arena.

Ella me suelta la mano pero incluso antes siento

que no entiende la gracia de mi juego

con los caracoles la arena la espuma.

El sol es un plato que se hunde.

Ella da un paso hacia el agua con el pelo suelto.

De repente me siento solo y me someto

a la velocidad de su mirada.

La abrazo pero también pienso

que por cosas así se deja de amar.

Una mirada forzada y alguien podría

calcular, sin querer,

la flotación de un simulacro.

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