CERRAR

La Capital - Logo

× El País El Mundo La Zona Cultura Tecnología Gastronomía Salud Interés General La Ciudad Deportes Arte y Espectáculos Policiales Cartelera Fotos de Familia Clasificados Fúnebres
Cultura 29 de agosto de 2025

Francisco Capalbo narra la vida de Artaud a través de canciones de Spinetta 

En el libro "El idiota", el autor argentino radicado en Europa reconstruye la vida del pensador francés en una biografía novelada.

Francisco Capalbo es licenciado en Ciencias de la Comunicación, Opinión Pública y Publicidad (UBA), y magíster en Estudios de Cine y Audiovisual Contemporáneos por la Universitat Pompeu Fabra de Barcelona. / Foto de Philippe Bacqué.

¿Cómo se entrelazan los mundos del poeta maldito, el músico argentino y el pintor atormentado e incomprendido? En “El idiota”, recientemente publicado por Metrópolis Libros, Francisco Capalbo se sumerge en la vida de Antonin Artaud (nacido en Marsella en 1896 y fallecido en Ivry-sur-Seine en 1948) para contarla en clave novelada, con capítulos que se titulan con versos de Spinetta y con episodios que dialogan con la biografía y la pintura de Van Gogh.

La novela recorre desde la infancia hasta la muerte de Artaud, pasando por sus incursiones en la literatura y sus internaciones psiquiátricas, así como nos adentra en el círculo de artistas e intelectuales del cual participó. También recupera sus lecturas y sus escritos, que van desde la poesía al ensayo, para entender su posicionamiento ético y estético en contra de cualquier intento de adoctrinamiento de la mente humana.

Un relato fascinante para quienes deseen redescubrir al genio detrás del “Teatro de la crueldad” y sus ideas incendiarias sobre el arte y la sociedad.

En diálogo con LA CAPITAL, Capalbo explica cómo el álbum de Spinetta lo llevó a descubrir a Artaud y cómo, desde allí, tejió una constelación entre música, literatura y pintura para comprender a uno de los grandes agitadores de la modernidad.

El idiota

-¿Qué significa Antonin Artaud para tu vida y tu escritura?

-Cuando pienso en Antonin, no pienso más que en su percepción y relación sensible con el mundo, lo encuentro en sus poemas y en sus cartas; descubro al Antonin niño, poeta. Cuando reflexiono sobre Artaud, me encuentro con el escritor racional, extremo, abyecto “y a su vez insoslayable” que “huye de lo claro para buscar aclarar lo oscuro”, como en “Van Gogh, el suicidado por la sociedad” o “Heliogábalo o el anarquista coronado”. En él descubro el fuego que nos moviliza desde dentro solo cuando nos quema, porque antes lo miramos o lo contemplamos de manera hipnótica sin hacer nada. Pero cuando quema, quema.

-¿Cuánto tuvo que ver el álbum “Artaud” de Spinetta con tu acercamiento al pensador francés?

-El 14 de febrero de 2014, mi hermano me regaló el CD y me voló la cabeza. Lo escuché incontables veces. Y empezaron a “aparecer” en mi cabeza imágenes en relación con las melodías y el sentido de lo que las letras decían. La ambigüedad poética de las letras entraron en relación con las ideas, en la medida en que me iba interiorizando con el personaje Artaud. Con las lecturas e historias que iba leyendo tanto sobre Artaud como sobre Spinetta, no solo de sus trabajos, sino también de sus vidas, se fueron dando una serie de asociaciones que fundieron ideas, sucesos históricos y la obra de ambos poetas, el argentino y el francés.

-¿Y qué afinidades encontraste entre ambos artistas, a pesar de las distancias temporales y espaciales?

-Una de las nociones que está en los dos, pero también en Van Gogh, es la del idiota. El idiota como incomprendido o como aquel que lleva su percepción subjetiva de la realidad a un extremo que lo “pierde” en su vínculo con lo otro. Como plantea Spinetta, todos tenemos algo de “Starosta, el idiota”, al que se refiere diciendo que no es más que una suerte de “Spinetta exagerado”, por eso le canta a su parte idiota: “No llores más, ya no tengas frío”. Es un síntoma universal del artista que lo encontramos también en el Príncipe Myshkin de Dostoyevski, en quien se basa Akira Kurosawa para llevar a la gran pantalla su película de 1951 ambientada en el Japón de posguerra.

-¿Por qué elegiste la palabra “idiota” para describir a Artaud en el título de tu libro? ¿Qué otros significados y matices tiene la palabra para vos?

-Es una noción universal del incomprendido. Además, pienso que está sumamente relacionado a la tentación que tenemos de caer en nuestro lado inteligente por sobre el sensible, cuestión que nubla nuestra percepción de la realidad y nos hace entrar en discusiones absurdas con lo que nos rodea.

Francisco Capalbo, durante una de las presentaciones de su libro, en junio de este 2025.

Francisco Capalbo, durante una de las presentaciones de su libro, en junio de este 2025.

-Después de haber investigado tanto sobre Artaud, ¿qué fue lo que más te deslumbró de su obra y su figura como para decidirte a escribir un libro?

-En primer lugar, me atraparon los aspectos a los que hacía referencia Spinetta. Pero después, paulatinamente, y en la medida que iba investigando, me fue absorbiendo la historia tan fragmentaria de Antonin Artaud. ¿Cómo fue que había terminado internado en neuropsiquiátricos si tenía todo para “triunfar”? Además, el desafío era interesante porque en cuanto me acercaba a alguna idea, un sentido o un suceso histórico de su vida, los datos se esfumaban, se volvían ambiguos o entraban en contradicción. Acá es cuando entra lo poético porque, parafraseando a Tarkovski, “las palabras no pueden expresar los sentimientos humanos”. Es decir, nuestro lado racional tiene límites que solo pueden ser expresados con medios poéticos, sensibles.

Después, el proceso de escritura fue decantando de manera natural entre una conexión de múltiples ideas que fueron armando una suerte de constelación pero en la que Antonin Artaud siempre estuvo entrando y saliendo, subjetivando y objetivando la escritura. Dando el punto de vista propio y el omnisciente. Siendo diegético y extradiegético al mismo tiempo. Ese mismo juego, el de Artaud como personaje, es el que de alguna manera intenté poner en relación en la narrativa.

-Entiendo que primero escribiste un guion literario y que luego lo adaptaste a una biografía novelada. ¿Cómo fue ese proceso de adaptación?

-La verdad es que el guion lo terminé dos años después de haber iniciado la aventura de descubrir a Artaud o el desafío de entenderlo… y la historia siempre aparecía, no me soltaba, algo me conectaba, una película nueva, una historia, un amigo, un comentario, reuniones con algún productor o posible interesado, hasta que estando en Italia de viaje en el 2023 se me ocurrió novelar el guion para “soltar” la historia y “terminar” el trabajo. Estamos hablando de agosto; el 23 de septiembre llegué a Barcelona y en octubre comencé a escribir una página de Word por día, ese fue el “método”. Recuerdo que mi padre me dijo “en dos años terminás”, porque claro, parecía interminable, pero bueno a los tres meses ya tenía las 80 páginas “pasadas” que, en el formato de libro, derivaron en la extensión que quedó.

-¿Y por qué elegiste escribir una biografía novelada en lugar de un ensayo o biografía convencional?

-Me permitió jugar con distintos géneros que entran en la estructura como el epistolar, la poesía, la prosa, incluso aparecen artículos periodísticos o intertítulos de una película o parte de los parlamentos de “La vida es sueño”. Además, cuenta con reflexiones y pasajes que son propios del ensayo, por ejemplo, en una parte se debate en la Central de Investigaciones Surrealistas de París sobre el rol que las drogas debían tener en la sociedad.
Con respecto a la ficción, me permitió ser fiel a las ideas que quería transmitir pero sin traicionar los espíritus artísticos de la tríada Van Gogh-Artaud-Spinetta que se entrelazan en el relato. El mayor desafío fue pasar las imágenes poéticas del guion literario al género literario. Pero tuve la suerte de ir encontrando los dispositivos narrativos que me permitieron ese proceso sin mayores inconvenientes y la prosa fluyó fácilmente.

-El Teatro de la Crueldad propone una poesía que cruce la música, la danza, la gesticulación, la plástica. ¿Cómo trabajaste esa dimensión en tu escritura? ¿Te interesa también el cruce de lenguajes?

-En la medida que me fui compenetrando con la vida y obra de Artaud, también entré en relación con su concepción emocional del teatro. En su concepción, el espectador no queda afuera de la obra como un simple receptor, sino que la energía lo “envuelve” de manera transformadora y visceral para liberar su instinto reprimido. Por eso, su teatro es cruel, porque entiendo que buscaba que el espectador experimente esa crueldad.
Esto mismo ocurre en su concepción del cine que lo pensaba como una decantación de ideas concatenadas que se van relacionando unas con otras.

Creo que el relato que intenté construir tiene, además de los aspectos que mencioné antes, algo de esto. Sobre todo en la parte en la que Génica, su eterna enamorada, se dirige al cine a ver “Napoleón” de Abel Gance y en una escena Marat, interpretado por el propio Artaud, es asesinado por Charlotte Corday, una fanática admiradora de los Girondinos.

Francisco Capalbo.

Francisco Capalbo.

-En tu libro hacés dialogar a Artaud con Vincent Van Gogh. ¿Qué los une? ¿La locura, un arte de la provocación, fueron dos “suicidados por la sociedad”?

-En 1947 Artaud fue a una muestra de Vincent Van Gogh en el museo de L’Orangerie de París. Una de las personas que estaba allí le dijo que Vincent estaba loco y él, furioso, volvió a su pensión y escribió el ensayo “Van Gogh, el suicidado por la sociedad” de un tirón. En el mismo denuncia a la psiquiatría francesa tomando como elementos de esta acusación aspectos de su propia vida: los maltratos que había recibido, la mala atención y también, por momentos, la falta de atención. El ensayo fue elogiado por el propio André Breton como “una obra maestra”. De alguna manera, Artaud se pone en la piel de Van Gogh como excusa para señalar a la sociedad la arbitrariedad de la locura y que esa sociedad no estaba en condiciones de albergar un alma tan sensible como la del pintor holandés.

-¿Qué resonancias actuales creés que tiene la manera de pensar el mundo y el arte de Artaud?

-Retomando el concepto del álbum de Spinetta, “es con amor que se eleva el espíritu”. Creo que no debemos caer en la dualidad de lo “inteligente” del “es esto o lo otro”. Pienso que deberíamos buscar una respuesta superadora que nos permita pensar más allá de lo que se nos presenta o nos presentan como dado o establecido. En palabras de Spinetta, “cada uno tiene un ser moral interno que responde a sí mismo”. Es decir, cada uno sabe dentro suyo si lo que está haciendo está bien o no, y ese estar bien comprende al otro, al desprotegido. Incluso al que no tiene palabra.

-¿Qué esperás que le quede al lector después de leer “El idiota”?

-Que se divierta encontrando aspectos de su vida que lo hagan dialogar con su yo interno. Que investigue en aquellos aspectos que le interesen. Que le abra caminos y opciones de pensar y transitar la vida; que la realidad está para ser construida.

***

“El idiota” de Francisco Capalbo se encuentra disponible en Tiendapam.com.ar, en todas las plataformas digitales, y en Mar del Plata, en las librerías Galerna y Lilah Libros.