Cultura

Gabriela Exilart: “Para crear personajes miro a mi alrededor”

“Por la sangre derramada” es una novela ambientada en la Patagonia de los años veinte, inscripta en el género histórico romántico. Personajes profundos, coloridos y tan humanos como los que vemos a nuestro alrededor. Historias carnales y viscerales, escenas llenas del color de la tragedia, la pasión y el dolor. Los zumbidos del implacable viento patagónico ayudan a dar vuelta cada página.

Cordial y simpática, amena y amable, Gabriela Exilart no se sube al carro de un éxito que cada día crece más, aunque éste parezca esperarla en cada esquina. Cultiva una relación con sus seguidores (fanáticos), quienes esperan con avidez y entusiasmo cada novedad, que va más allá de la simple relación autor-lector, y se centra en el trato amigable y profundo, sobre todo en las redes sociales, por donde contesta todos los mensajes que le llegan. También dicta un taller literario en el que además fomenta la interacción cara a cara, y donde no se guarda ninguno de sus consejos.

Con esa actitud tan saludable para el mundo de las letras, Gabriela contesta a LA CAPITAL estas preguntas.

–  “Por la sangre derramada” es tu cuarta novela y el éxito parece perseguirte, cada libro mejora al anterior ¿tenés alguna receta?

– Estoy muy feliz con el camino que lleva transitado a sólo un mes y días de su publicación. No sé si pueda hablarse de éxito, sí es un gran logro personal haber podido seguir publicando mis historias. ¿Receta? No dar nada por supuesto, soy cada día más puntillosa en lo que amo hacer, pongo siempre lo mejor de mí.

– Se nota un trabajo de investigación histórica muy importante, le dedicaste mucho tiempo. ¿A qué le das más importancia, a “tu” historia o a “la” historia?

– En esta novela “la” historia y “mi” historia iban de la mano. Porque el contexto era en cierta forma protagonista también. Al igual que en “Tormentas del pasado”, en que la Revolución del Parque era protagonista. O el terremoto de San Juan en “Renacer de los escombros”. Es decir que ambas historias eran inescindibles, los personajes también estaban influenciados por el entorno, por lo que pasaba, la violencia que se vivía, el miedo, las reacciones del gobierno. El mismo Iorwerth se ve tironeado por los reclamos de sus peones y los de la Sociedad Rural. En esta novela no podía perder el ritmo del escenario que se vivía en esa época.

– Historia, amor, política, todo se trata con la misma seriedad en la novela, y se logra un clima que realmente transporta al lector. ¿Te dio miedo meterte en un terreno literario que ya tenía, por decirlo de alguna manera, “comprado” Osvaldo Bayer?

– No me di cuenta de eso, debo ser muy inconsciente. Leí la obra de Bayer, me documenté mucho con ella, es un fiel reflejo de todo lo que pasó, me fue muy útil. Pero no pensé que me metía en su terreno, mi novela es ficción en contexto histórico. En cambio Bayer escribió en un tono de no ficción, testimonial, pese a que luego su obra se haya llevado a la ficción con la película.

– El sentimiento de culpa de los personajes es un tema importante en la novela, acarrea la trama, ¿cómo lográs esos personajes por momento heroicos y por momentos perturbadores?

– Uno de los objetivos que me propuse en esta novela fue trabajar sobre la culpa, esa culpa que muchos cargamos como una piedra en la espalda y nos impide avanzar o ser enteramente felices. Quise que mis personajes reflejaran eso, que fueran reales, creíbles, que cualquier lector pudiera sentirse identificado. Y también, por qué no, que alguno deje la culpa atrás y sea feliz. Espero haberlo logrado. Para crear personajes así… miro a mi alrededor.

– ¿Cómo es tu método de escritura? ¿Mucha inspiración, mucho trabajo, ambos?

– No hay método. A mí me impulsan las ganas, la inspiración. Si no estoy inspirada por más que me esfuerce siento que no queda lindo lo que escribo. Y si no me gusta a mí, borro todo y hago otra cosa. Tengo que sentir para escribir. No tengo un horario ni una metodología, tampoco podría porque mi vida diaria es muy vertiginosa y llena de idas y vueltas a mis trabajos y por actividades de mis hijos. De modo que escribo en mi mente, voy guardando diálogos y escenas, y cuando encuentro el espacio me siento en la computadora a plasmarlo en el archivo que siempre está abierto.

– ¿Cómo fue que decidiste dedicarte a escribir, cuáles eran tus actividades antes de escribir, quiénes son los autores que te gustan?

– Escribo desde chica, mi primera novela la escribí a los 14 años, pero siempre lo hice para mí. Un día me encontré con que tenía como nueve novelas guardadas, algunas en papel y otras en archivos, y decidí que era hora de que alguien las leyera. Y así comencé a transitar el largo y angustioso camino de las esperas. Primero había que esperar que alguien se interesara por mi obra y luego que ese alguien la quisiera contratar. Eso me llevó cinco años. Mientras, seguí con mis trabajos de abogada y docente, a la par que criaba a mis hijos y atendía mi casa. Mi autora preferida fue siempre Isabel Allende pero no me siento influenciada por su estilo, su manera mágica de narrar es única. Me gusta mucho también García Márquez, Saramago, las poesías de Benedetti y las de Julia Prilutzky Farni. Hace poco descubrí a Sacheri y disfruto también de la pluma de Claudia Piñeiro. Y en el género romántico histórico soy lectora de Florencia Bonelli, Gloria Casañas, Cristina Bajo, entre otras autoras.

– ¿Cómo conviven el derecho y la literatura? ¿Van por carriles separados, se complementan? ¿Te gustaría dedicarle más tiempo a una cosa que a otra?

– Conviven, se aceptan, comparten el tiempo. Hay muchos abogados, fiscales y jueces en mis novelas inéditas, siempre hay un reclamo de justicia en el fondo de mis obras. Se complementan, porque mi alma docente busca su camino entre las letras. Hace poco comencé a coordinar talleres de escritura y me siento muy feliz con esa iniciativa. Disfruto mucho de los talleres, se genera un muy rico intercambio en el cual todos aprendemos algo en cada encuentro. Me gustaría poder dedicarme más tiempo a escribir, si fuera por mí lo haría todo el tiempo, pero lamentablemente no se vive de la literatura y hoy por hoy la mayor parte de mi energía está dedicada al ejercicio de mi profesión.

– ¿Creés que el género está atravesando un boom pasajero o siempre habrá lectores?

– Creo que este género está fuertemente instalado, hay lectores muy fieles, aún si una novela de un autor consagrado no les gusta, siguen creyendo en la próxima, siguen esperando. Yo misma como lectora, sé que hay autores o géneros que voy a seguir leyendo.

– Pensaste hacer algo en otro género dentro de la novela, o algo de cuento o relato o poesía. ¿Escribís otras cosas aunque no las publiques?

– Ya lo hice, tengo poesías sin métrica ni rima, novelas policiales, románticas contemporáneas y muchos cuentos negros que escribo como hombre. No sé si alguna vez se publicarán, de momento son sólo para mí.

– Tenés una relación muy linda con tus lectores, generás un feedback muy atractivo, sobre todo en redes sociales, lográs una fidelidad pocas veces vista en escritores consagrados. ¿Fue una elección personal conectarte tan estrechamente o simplemente se dio así?

– Se dio así porque yo soy así en mi vida. Siempre trato de sumar, de estar, de mandar un mensaje sin motivo sólo para ver cómo está el otro. Mi presencia en las redes fue previa a que se me conociera como autora, de modo que el contacto y la relación continuó naturalmente. A veces me demoro un poco en responder porque me gusta hacerlo bien, con dedicación a esa persona que me escribe tal vez de otra provincia y espera una respuesta, igual que yo cuando le escribía hace unos años a Flor Bonelli y aguardaba ansiosa su correo.

– Para tus seguidores, ¿estás preparando algo nuevo?, ¿Podés dar algún adelanto?

– Estoy a más de la mitad de una novela que retoma personajes de una de mis obras publicadas, pero no es una segunda parte, no me gustan las segundas partes. Está ambientada en los setenta y se desarrolla en su mayor parte en Francia.

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