Cultura

Grandes libros, pequeños lectores

Coplas para divertirse, Ana María Shua, Ilustraciones de Iván Asnicar, Buenos Aires, Planeta Lector, 2017.

por Marianela Trovato

En esta selección, la autora argentina Ana María Shua recopila textos que nos remiten a la tradición oral. Otros títulos de Shua acompañan a la colección “Planeta amarillo”, de la Editorial Planeta Lector, como Coplas para adivinar y El camello perdido y otros cuentos populares que también recogen textos que han circulado de boca en boca. La elección del género de la copla, en este caso, propicia el acercamiento de los niños al lenguaje poético desde su costado lúdico. Así, los juegos de palabras, la rima, las antítesis, las palabras “mal escritas” o los verbos “mal conjugados” son algunos de los recursos que construyen textos que buscan un lector cómplice.

Desde el título, Coplas para divertirse es una invitación a desarrollar una lectura placentera de la poesía que se despliega en sus páginas: “El anillo que te truje,/ nunca te lo vi puesto,/ si yo lo hubiera supido,/ no te lo hubiera trujido.” El trabajo sobre la palabra tiende a generar comicidad y es una buena opción para que los mediadores de la lectura llamen a la reflexión en torno a cómo se configura en el texto ese efecto pretendido.

El libro de Shua es una oportunidad para comprobar que en la literatura todo es posible, incluso el disparate: “En la orilla de la mar/ suspiraba una corvina/ y un sapo con pantalones/ ordeñaba una gallina”. Verso a verso, la obra se constituye como un territorio donde las leyes lógicas del mundo real quedan quebradas. El lector, por tanto, debe asumir la irreverencia y disponerse a disfrutarla.

Por su parte, la ilustración sigue la misma línea en torno al concepto de diversión. Por ello, Asnicar apostó a una gama de colores fuertes y brillantes y eligió crear imágenes de impacto visual. En contraste con el blanco de las páginas de los textos, las ilustraciones tiñen al libro de color y dejan de lado el mero reflejo de la palabra. Existen algunos elementos reconocibles de la cultura del Noroeste argentino, como la vestimenta coya, los cerros, puestos en el conjunto para lograr imágenes llamativas que propician el vuelo de la imaginación.

(*): Integrante de la ONG Jitanjáfora

 

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