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Cultura 29 de junio de 2021

Grandes libros, pequeños lectores: un policial de Guillermo Martínez

"Los crímenes de Alicia", de Guillermo Martínez.

por Carina Curutchet (*)

 

“Los crímenes de Alicia”, de Guillermo Martínez,

Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Destino, 2019, 336 páginas

En Los crímenes de Alicia (Premio Nadal 2019), Guillermo Martínez nos lleva nuevamente a Oxford y a reencontrarnos con los personajes de su premiada novela Crímenes imperceptibles. El profesor Arthur Seldom y su alumno argentino se ven inmersos en una serie de crímenes que intentarán resolver a través de la lógica, no como meros observadores sino inmersos en el peligro y a riesgo de convertirse en las próximas víctimas.

El hilo que entreteje la trama es la controvertida figura de Lewis Carroll. La tapa del libro nos invita a recordar algunos elementos del mundo de Alicia en el país de las maravillas que luego recorrerán las páginas de la novela con distintos significados, a modo de pistas, señales o advertencias: las tacitas de té, el reloj del conejo, la reina de corazones ensangrentada. Como dice uno de los personajes, recuperar esta lectura podría ser “una manera un tanto extraña de volver a la infancia” (p. 210).

Todo comienza cuando una becaria realiza un descubrimiento que podría cambiar el contenido de los libros que los especialistas que integran la Hermandad Lewis Carroll han escrito sobre el autor y muchas de las hipótesis que han elaborado a partir de sus diarios. Pero Kristen es atropellada y nunca llega a mostrar ese papel. Los diarios privados de Carroll serán publicados en ediciones anotadas, lo cual repercutirá económicamente en los miembros de la hermandad y en la venta de sus libros. ¿Será este el motivo por el que alguien no quiere que este hallazgo salga a la luz? ¿O la motivación será ocultar (¿o exponer?) aspectos oscuros de la vida privada del escritor?

Si bien presenta algunas de las características del detective del policial clásico, Arthur Seldom se diferencia de esos modelos y aporta su estilo personal, sorprende a los personajes y al lector con sus conclusiones y se guarda algunos detalles hasta el final.

El estudiante argentino “G”, por su parte, es la voz narradora y acompaña al detective en su investigación, pero su participación es mucho más activa que la de un clásico ayudante e ilumina algunos aspectos importantes de la trama que sin su intervención quedarían ocultos.

En síntesis, un excelente policial que atrapa al lector hasta el final.
(*) Integrante de la ong Jitanjáfora.



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