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Arte y Espectáculos 27 de mayo de 2022

Guerras de tinta: Vargas Llosa vs. García Márquez, la piña

Una trompada célebre, muy lejos de la metáfora.

El ojo negro de Gabo por la trompada de su colega.

Por Dante Galdona

 

 
Vargas Llosa venía guardando una piña en su implacable puño derecho, motivada en poco claras circunstancias. Gabriel García Márquez, ajeno a toda suspicacia, se acercó con inocencia fraternal a saludar a su amigo.

Fue en México, el 12 de febrero de 1972, el boom dentro del boom. Esa mano rápida y certera dio en la cara de Gabo y estremeció a los pocos asistentes a la función exclusiva de la película Los supervivientes de los Andes, en el distrito federal.

Un consejo fuera de límite del colombiano a la esposa del peruano, que por entonces, se dice, padecía conductas infieles de su marido. Una bronca que quizá hubiera sido mejor traducir a palabras, sobre todo entre dos exponentes que hacían de ella su medio de vida con oficio magistral, tanto que refundaron un género literario. Pero hay quienes creen que hay territorios donde las palabras se terminan, incluso siendo ellos mismos sus lugartenientes.

Y fue esa piña el fin de la amistad que había iniciado años antes con coincidencias personales, literarias y políticas.

El tiempo posterior transcurrió con intrigas nunca esclarecidas sobre los hechos que ocasionaron tal desenlace, amigos que toman partido por un bando u otro, una agente literaria, Carmen Balcells, que debió mediar como una psicóloga de una pareja en medio de un divorcio conflictivo y un mundo de lectores ávidos de cotilleos sobre los famosos de la época en que los famosos eran escritores, una época lejana.

Ambos siguieron sus carreras literarias y aportaron muchos de los mejores libros de la literatura latinoamericana. En lo político la brecha personal fue, quizás, más insalvable que en lo personal. García Márquez abrazó la revolución cubana desde sus inicios y se convirtió en amigo de Fidel Castro. Vargas Llosa cambió de parecer y se transformó en un defensor militante del liberalismo, renegó de sus ideas de izquierda y se dedicó a fustigar sus viejas convicciones, principalmente con un libro que no tuvo vergüenza de firmar, el Manual del perfecto idiota latinoamericano, una mancha en su impecable obra literaria.

No es la intención de estas líneas tomar partido en la disputa, pero cerramos con clara intención manipuladora con un extracto de una entrevista del español Soler Serrá a Jorge Luis Borges:

-¿Ha leído usted a García Márquez?

-Sí, he leído “Cien años de soledad”, uno de los grandes libros no sólo de nuestros tiempos, sino de cualquier tiempo.

-¿Y Vargas Llosa?

-No, no lo conozco.