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Cultura 14 de septiembre de 2022

Helena Trujillo Luque – Confesiones de una marquesa

Reseña.

Por Stella Alvarado 

Usualmente la literatura y el psicoanálisis se alimentan de la riqueza de lo subjetivo, de la creación y la interpretación de los sueños, de la necesidad de la fantasía, de la imaginación, de substancia mágica, del poder de la palabra que abre puertas y modifica esquemas, de la metáfora que explica el conflicto de otra forma y amplía la posibilidad de entenderlo. Literatura y psicoanálisis nos hablan del poder de la escritura literaria que conlleva el esfuerzo de la sintaxis, de la comunicación, de la identificación con los personajes que se exponen a la crítica, al juicio, al análisis, a la reflexión, expanden el conocimiento del Sí mismo y moldea las estructuras psíquicas, alivia el sufrimiento y acompaña en la soledad. Pero, fundamentalmente, ambas posibilitan el acto de transformación de la configuración mental que, a menudo, incide en las conductas de relación con el mundo.

En “Confesiones de una Marquesa” la poeta y psicoanalista Helena Trujillo Luque,** nos introduce a un universo inusitado, singular, asombroso. En su poética escritura descubrimos el concepto freudiano que ubica al arte de la poesía como un saber cercano en innegable contacto con la vida, con el sujeto humano que se vale de ella como una de las formas para poner en práctica la imaginación, atributo único que nos diferencia de los animales; el artista en su obra puede ser el héroe que desea, el amante y el creador que ha soñado ser, sin tener que dar rodeos para modificar el mundo real.

La autora rompe con los códigos lingüísticos y abre un espacio de cuestionamiento en el proceso mismo de su significación. En un universo teórico el texto se desprende de la cadena comunicativa para insertarse en otro tiempo y otro espacio y abrirse así a su propia zona de creatividad.

*La literatura es un alimento espiritual que ayuda a crecer y a movilizar emociones e ideas, a construir pensamientos y defensas de un yo más fortalecido y menos vulnerable, y permite afrontar las vicisitudes de la cotidianidad con más alternativas de solución. La creación o inventiva son a menudo, consideradas la cúspide de las producciones de la civilización, que la creación literaria puede ser signo del síntoma en sí mismo, porque éste, a pesar de ser a veces molesto, siempre es una creación. En efecto, ¿qué es una creación sino el hecho de producir algo ahí donde no había nada? El acto creativo organiza el pensamiento, coloca límites, permite liberar fantasmas desconocidos, abre compuertas del inconsciente y libera el lenguaje. Surge entonces esta otra pregunta: ¿qué sería del Ser si no tuviera la opción de escribir?

Escribir es la posibilidad de ver las raíces de la creatividad, de los deseos, de los sueños y de las fantasías; la creencia de la existencia de otros mundos -como enunciaba Breton- y del mundo del inconsciente; de cómo estamos construidos y de cómo construimos los personajes; de la verosimilitud y la coherencia interna. Freud reconoció en los artistas a los precursores del psicoanálisis, y en los textos literarios, una oportunidad de poner a prueba el método analítico.

En esta reciente obra de Helena Trujillo Luque, queda demostrado el encuentro conceptual de dos vertientes: la literatura y el psicoanálisis íntimamente ligadas. La autora amplía el campo de la interpretación del ser humano en conjunción con el mundo interior, el lenguaje inconsciente, las fuentes que construyen el Ser, las potencias internas: Eros y Thánatos. Y de la mano de su maestro, el doctor Miguel Oscar Menassa -como lo hiciera Dante con Virgilio- nos invita a cruzar Paraísos y Avernos y visitar la más remota región del subconsciente. Y para culminar esta breve presentación de “Confesiones de una Marquesa”, quedan sus reflexiones, su palabra:

“Mientras te ocupabas de la contemplación de las especies, de acallar tu inquietud, yo seguí acercándome a la complejidad que nos circunda, me alejé de lo familiar conocido y me abrí a conocimientos nuevos para mí. Pagué los impuestos que acarreaba esa novedad. Promoví el temblor que producen las palabras, los encuentros que el trabajo justifica, amansé las pasiones que como animal también piden su tiempo.

Mientras tú esperabas una situación propicia, yo seguí caminando, a retaguardia, luchando contra las ideas acomodaticias. Me hice acompañar de programas formativos, tareas grupales, procesos creativos. Vi crecer a mi alrededor hombres y mujeres fortalecidos por su constancia al despertar, la humildad de sus súplicas y el reconocimiento de que todo debe ser cambiado”.

*Referencias: Elisabeth Roudinesco/ Colette Soler/ Sigmund Freud

**Helena Trujillo Luque, malagueña, es poeta y psicoanalista, miembro del Grupo Cero de Poesía y Psicoanálisis. Reside en Madrid, España.