Industria Naval: un sector estratégico en la era del ajuste
Por Jorge Taiana
El día de la industria naval nos invita a reflexionar acerca de la importancia de este sector estratégico que hoy sufre las consecuencias de la motosierra de Milei.
Un país bicontinental como el nuestro, el octavo del mundo en términos de superficie territorial, que cuenta con un litoral marítimo inmenso, una comunicación hídrica de igual magnitud y recursos renovables y no renovables de gran valor para el desarrollo de la humanidad, necesita de una industria naval sólida, competitiva y de excelencia para defender y ejercer plenamente su soberanía.
La industria naval argentina cuenta con empresas públicas y privadas que resultan centrales para el fortalecimiento de la industria nacional en su conjunto y para el impulso de un modelo productivo que contemple ante todo la autonomía. Un motivo de orgullo, con más de 300 empresas, universidades y astilleros de los más importantes de la región, entre los que se encuentran: Tandanor, Astillero Río Santiago, Astillero Servicios Portuarios Integrados S.A., Astilleros Corrientes, Astilleros Mestrina S.A., Astillero Naval Federico Contessi y Cia. S.A., en Mar del Plata, el Arsenal Naval Puerto Belgrano, en la Base Naval Puerto Belgrano, el Astillero Coserena S.A., en Puerto Deseado, entre otros.
Sin dudas, en el sector de la industria para la Defensa, astilleros como Tandanor y Río Santiago cumplen un rol central en la reparación de buques, la construcción de remolcadores y lanchas para el servicio de hidrografía, pero también en la fabricación de unidades navales estratégicas.
Hoy el gobierno nacional implementa medidas que vulneran nuestra industria naval y erosionan nuestra soberanía, como por ejemplo, el Decreto 273/2025 que libera la importación de barcos usados. Presentado como una simplificación burocrática, no hace más que abrir la puerta a una competencia desleal con bienes usados, poniendo en riesgo la viabilidad de sectores nacionales, en especial la industria naval. En los años 70, la importación masiva de buques pesqueros usados hizo que en una década, la mitad de esas embarcaciones quedara fuera de uso y la mayoría de las empresas quebrara, demostrando que lo barato termina resultando mucho más costoso.
Lo que se disputa no es únicamente el futuro de un sector productivo, sino la capacidad que tiene el Estado para fijar políticas de transporte, garantizar el trabajo argentino y resguardar un espacio marítimo que, además de proveer recursos, constituye un elemento esencial de la soberanía nacional.
Tanto la reafirmación de nuestra soberanía como su necesaria defensa se asientan en la visión de una Argentina bicontinental que sostenga proyección hacia la Antártida y al Atlántico Sur.
Los espacios marítimos continentales, insulares y antárticos argentinos superan los 6.600.000 km cuadrados de los cuales el 56% corresponden a la plataforma continental, considerando sólo el continente americano e insular. Asimismo, nuestra Zona Económica Exclusiva, una de las más extendidas del mundo, alberga importantes pesquerías comerciales, cuencas hidrocarburíferas y yacimientos minerales y potenciales fuentes de energías marinas renovables.
Por otra parte, nuestro país tiene una ubicación geográfica privilegiada para el transporte marítimo y el comercio mundial, gracias a su proximidad con uno de los pocos pasos interoceánicos en el mundo: el pasaje del Pacífico al Atlántico.
Tener una perspectiva bicontinental permite afrontar la recuperación del ejercicio efectivo de la soberanía argentina y nos obliga a poner el foco en los recursos naturales renovables y no renovables que tienen nuestras Islas Malvinas, y que están siendo explotados por el Reino Unido de manera ilegítima, recursos cuya relevancia estratégica resulta fundamental, no sólo desde el punto de vista económico, sino también respecto a nuestra integridad territorial.
Asimismo, en materia de recursos, en el fondo de nuestro mar hay más minerales que probablemente en casi toda la superficie de la Tierra, lo que demuestra que tener una proyección estratégica es fundamental.
Para llevar a cabo esa proyección tenemos que tener política, inversión y controlar y defender nuestro territorio. Además, es necesario superar la fragmentación territorial reflejada en la fractura entre la Argentina fluvial y la atlántica, -que demuestra la importancia y la necesidad de que se concrete la realización del Canal de Magdalena-; en la que separa a la provincia de Tierra del Fuego con el resto del país y que hace que para pasar de la provincia de Santa Cruz, es decir, de la Argentina continental hacia Tierra de Fuego haya que pasar por un país extranjero; y por último resolver la fractura entre esa provincia y la Antártida.
¿Por qué es importante superar estas fracturas? Porque superar la separación entre la Argentina fluvial y la atlántica, la Argentina continental y la provincia de Tierra del Fuego y la Argentina americana y la antártica significa, en definitiva, dejar de tener una soberanía fragmentada. ¿Por qué es importante proteger a la industria naval? Porque un país soberano, con independencia económica y con Justicia social necesita de una industria naval fuerte y desarrollada.
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