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Arte y Espectáculos 14 de febrero de 2020

“Intentar clasificar las cosas, para entenderlas, es un vicio muy humano”

Lo dijo Pablo 'Viru' Tirachio, integrante de Churupaca, que reivindica la canción y se nutre de influencias musicales tan variadas como la rioplatense, latinoamericana, flamenquera, balcánica, reggae y klezmer. Se presentará este domingo en Abbey Road.

“Intentar clasificar las cosas, para entenderlas, es un vicio muy humano”, reconoce Pablo ‘Viru’ Tirachio (guitarra, banjo, charango y representante) de la banda Churupaca, que propone composiciones propias, con elementos e influencias tan variados como la música rioplatense, latinoamericana, flamenquera, balcánica, reggae y klezmer, entre otras.

La formación, fundada por Fernando Selles (voz, bajo, compositor, productor artístico) y Juana Aguirre (voz, guitarra, compositora) se completa con Joaquín Gutiérrez Calviño (acordeón) Darío Bercovich (clarinete) y Ricardo Boretta (baterista) a quienes se suman Román Peusner (violín) y Juan Gudiño (percusión).

Con su particular e “inclasificable” arte, se presentarán este domingo en Mar del Plata, en Abbey Road, en una fecha potente en la que compartirán escenario con La Fanfarria del Capitán, en un show que contará con la intervención del Círculo de Mujeres y Disidencias Candomberas.

Fiesta, celebración, juego, son las palabras que describen las presentaciones en vivo de este grupo heterogéneo que construye, día a día, un sonido propio con los aportes particulares de cada uno de sus integrantes.

“Todo lo que hacemos es formato canción. Se podrían tocar con una criolla o un charango en cualquier lado. Pero a muchas elegimos vestirlas con una decena de instrumentos”, definió Tirachio en una charla con LA CAPITAL.

Desde el nombre -de una cucaracha gigante que habita en en Bolivia, en lengua aimara-, pasando por la estética, los mensajes, los sonidos, Churupaca es “un juego”, una búsqueda, en la que “la música es la posta”.

Desde 2012, recorren diferentes escenarios, con una gestión independiente, de la que valoran que “nos da total libertad”, pero a la vez la responsabilidad de que “todo, absolutamente todo, recae sobre nosotros”.

– ¿Cómo es el trabajo creativo de Churupaca?

– Generalmente se trabajan las canciones en el seno de la banda después de que alguno de nosotros haya compuesto la canción. En el ensayo o directamente maqueteando en el pro tools. La dinámica es esa, la mayoría de las veces las canciones las traen Juana o Fefo y así arrancamos con una idea de hacer que suene a Churupaca.

– ¿Puede decirse que es un juego en el que los instrumentos son protagonistas?

– La banda en el escenario es un juego, pasa mucho por lo lúdico, donde los errores y las complicidades forman parte del show. Así que seguramente la búsqueda de integrar tantos instrumentos tenga que ver con el juego también. Es algo con lo que nos identificamos mucho, jugar a hacer música.

– ¿Qué le genera ser inclasificables? ¿Disfrutan de esa libertad que aporta no tener que señirse a un género?

– Todos tendemos a intentar clasificar las cosas para entenderlas, es un vicio muy humano. Y si deliberadamente mezclamos ritmos e influencias eso nos da libertad y a veces también confusión de adónde tenemos que dirigirnos. La prueba y marcha atrás siempre es válida a la hora concretar la música, no tiene por qué estar todo preconcebido.

– ¿Qué es lo que más los enriquece en este intercambio permanente de géneros tan diversos que aporta cada integrante?

– Al venir todos de universos musicales diferentes esa cruza ya nos provoca una ida y vuelta muy interesante en cada toque y en cada juntada. Todos tenemos miradas diferentes y hay que lograr que la idea grupal se consolide. Cada uno encara la música y el (o los) instrumentos de manera diferente. Vamos desde el superintuitivo hasta el superacadémico, eso genera mucho valor agregado en cada arreglo y el concepto sonoro del grupo.

– ¿Cuál es el rol que le asignan a las letras en cada tema?

-El principal. No es hacer una música x y rellenarla con palabras. Las letras son el principio y la razón de todo. Ahí se vuelcan las vivencias, creencias, expectativas, sentimientos y los momentos mismos que provocan esa canción, esa música. Cada canción tiene su historia y su relato.

– ¿Cómo se integran a la estética, la imagen? ¿Utilizan la vestimenta como mensaje, como posicionamiento?

– Al principio no fuimos cuidadosos con eso, cada uno llevaba puesto lo que traía en el día común. Luego pasamos al extremo de tocar todos con traje para trasmitir un mensaje de igualdad a todo nivel. Ahora estamos insertos en otra estética, pensada pero relajada. Es una búsqueda como la música misma. Creemos que es importante para mostrarse orgánicos como banda pero lo importante, la posta, es la música.

– ¿Qué ventajas y desventajas ven en el trabajo autogestivo?

– Parece que lo bueno y lo malo de ser autogestivos es que siempre depende de nosotros. Hay libertad de hacer cuándo y cómo queremos cada cosa que encaramos, ahí reside algo superpositivo pero también es un arma de doble filo ya que nadie tira del carro junto a nosotros. Todo, absolutamente todo, recae en nosotros.



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