Cultura

Jaime Labastida: “La lucha por la igualdad de género no tiene por qué trasladarse a la gramática”

El filósofo mexicano llegó al país para presentar "Pensamiento en acción" que reúne un conjunto de artículos, conferencias y semblanzas sobre la evolución de la lengua española, entre otros temas.

El poeta, filósofo y editor mexicano Jaime Labastida, director desde hace 19 años del sello Siglo XXI Editores y autor del flamante volumen “Pensamiento en acción”, destacó que la filosofía en lengua española tiene un desarrollo reciente a diferencia de las tradiciones alemana y francesa, a la vez que sostuvo que “la lucha por la igualdad de género no tiene por qué llevarse al terreno de la gramática”.

Autor de más de veinticinco ensayos y poemarios como “Elogios de la luz”, “En el centro del año” y “Estética del peligro”, Labastida llegó a la Argentina para presentar su libro, que reúne un conjunto de artículos, conferencias y semblanzas sobre la evolución de la lengua española, los retos de la filosofía y las batallas culturales de la Ilustración en Latinoamérica.

– ¿Por qué sostiene en su libro que la ciencia, la poesía y la filosofía no se enseñan?

– Se puede enseñar la ciencia y la técnica de la poesía pero no se enseña a ser poeta ni hombre de ciencia. Es decir, se puede enseñar a apreciar la poesía, a leerla adecuadamente y a gozar de ella pero eso no lo vuelve a uno poeta. El hombre de ciencia es el que aporta algo al conocimiento ya sabido, no el que repite lo que ya se sepa, de la misma manera que el poeta es el que crea un nuevo poema y no el que recita los poemas anteriores. En igual sentido funciona la filosofía.

– En su libro plantea que la lengua española no ha tenido un desarrollo destacable del pensar filosófico como sí ha ocurrido con otras culturales ¿Por qué se produjo ese déficit?

– Mientras en Alemania Martín Lutero exigió que se leyera la Biblia en lengua vulgar, la primera traducción española, que se conoce como la Biblia del Oso porque tiene justamente un oso en su portada, fue destruida por la Inquisición. Así como en Alemania se exigió la lectura de la Biblia, en los países de la Contrarreforma, tanto en España como en sus posesiones ultramarinas, se prohibió la lectura en lengua vulgar. Esto propició que en Alemania se desarrollara de una manera muy vasta el uso del lenguaje y dos siglos después hubiera grandes escritores y pensadores. La filosofía europea se realiza de manera impetuosa en el momento en que los pensadores empiezan a escribir en su lengua materna, que es la lengua vulgar. Es Descartes el que oscila entre el latín y el francés pero los ingleses no. Todo eso hizo que la filosofía de esos países se desarrolle, mientras que los primeros filósofos en lengua española llegaron después. El primero de ellos es Carlos de Siguenza y Gongora en mil seiscientos noventa y pico. Y luego pasa más de un siglo sin que haya gran pensamiento en lengua española. El primer gran pensador profesional es quizá José Ortega y Gasset. La filosofía en lengua española es muy joven en todos los países de habla hispana.

– Fue director de la Academia Mexicana de la Lengua hasta hace dos meses. ¿Cómo evalúa los debates que se dieron en el reciente Congreso de la Lengua realizado en torno al lenguaje inclusivo, una temática que se coló en las ponencias pese a que había sido omitida de la agenda oficial?

– Mucha gente cree que las academias de la lengua hacen el lenguaje y dictan las normas acerca de cómo debe hablarse y escribirse. Eso no es verdad: el único arte de la gramática que es normativo es la ortografía. Lo demás es descriptivo. Los diccionarios de la Academia recogen lo que está extendido en el tiempo y en el espacio pero no imponen al pueblo cómo hablar. Si se entiende el género epiceno se comprende por qué no debería haber lenguaje inclusivo. El género epiceno es el que abarca por igual a los dos sexos ¿Por qué ocurre eso? Porque en gramática el género no es sexual sino una diferencia gramatical. Decimos la pluma, el lápiz o el sofá pero ninguno de estos elementos tiene sexo. Pero en cambio cuando nos referimos a animales o personas, que sí tienen sexo, decimos por ejemplo la foca macho o la foca hembra, no la foca y el foco. Hay sustantivos que son del género epiceno, que refieren por igual al género masculino o femenino sin que tengan connotación sexual. Los varones no exigimos lenguaje inclusivo y no nos inquietamos porque se diga “el cellista” o “el artista”. La lucha por la igualdad de género no tiene por qué llevarse al terreno de la gramática. Lo fundamental es luchar contra el acoso a la mujer en cualquier caso, por la liberación femenina y la igualdad de los sexos.

– En esta escena tan permeada por la tecnología se está dando una nueva embestida de términos anglosajones como “selfie” o “whatsappear” ¿Esta incorporación de vocablos ajenos al español se lee como una colonización o enriquece la lengua?

– Siempre que aparecen nuevos productos tecnológicos o de la cultura y no hay una palabra adecuada para nominarlos, se toma de otra lengua. Todas las lenguas son organismos vivos. En el caso de la lengua española tenemos aproximadamente un 15 por ciento de palabras que vienen del árabe. Por ejemplo “jardín” es un galicismo y lo usamos ahora de manera cotidiana, pero lo cierto es que no había jardín en las construcciones españolas en América. Miles de ejemplos como ese demuestran que las lenguas son organismos vivos que están en constante evolución y absorben palabras de otras lenguas cuando no las hay.

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