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Deportes 17 de noviembre de 2019

“Kimberley te obliga a esforzarte al cien por ciento todos los días”

Diego Montina, el conductor de una conquista histórica. El DT asumió un desafío importante. De movida le dijeron que lo buscaban para ganar el título y que era un fracaso no llegar a la final. Estuvo a la altura.

por Sebastián Arana

 

Diego Montina se jugaba mucho esta temporada con Kimberley. Casi que no había alternativa para él en su segunda experiencia como entrenador de primera en el fútbol marplatense. “Cuando hablé con Luciano Mignini y Marcelo Cardellino, me expusieron que querían ser campeones. Llegar a una final era un buen año. De semifinales para abajo, fracaso. Era una presión muy grande. Había que aceptarla y trabajarla. Kimberley te obliga a esforzarte al cien por ciento todos los días. Los dirigentes querían convertir al club en el más ganador en la historia de la ciudad. Fue un desafío grande. Sabía que el plantel era rico y tenía experiencia en campeonatos más importantes. Pero tenía que raticarlo en el día a día”, le confesó a LA CAPITAL en el comienzo de esta charla, el día después de haber conseguido ese ansiado campeonato.

-¿Con qué te encontraste?
-Con un grupo de jugadores muy profesionales para entrenar y responsables para encarar partidos importantes. Llevó un tiempo conocernos mutualmente. Fuimos el equipo que más tarde arrancó la pretemporada porque una de las primeras cosas que me dijeron fue que el equipo había llegado cansado a las últimas instancias finales. Entonces arrancamos el 11 de febrero para poder terminar el año a pleno. Nos propusimos jugar cinco o seis amistosos y sólo pudimos hacer sólo dos. No arrancamos como queríamos. Jugamos 4-4-2 el primer partido y a la fecha siguiente pasamos al 4-3-1-2 que mantuvimos hasta el final.

-Les costó mucho el arranque…
-Se generaban situaciones y no se convertían, pero era una cuestión de confianza. Y nos marcaron goles de pelota parada. A mi entender los goles por esa vía son más errores de la defensa que virtudes del atacante. El defensor que está concentrado y tiene una marca fija tiene las de ganar. También lo fuimos corrigiendo.

-¿Cuándo encontraste el equipo?
-En la primera fase nos tocó la zona más competitiva. Llegamos a la última fecha en la cancha de General Mitre y podíamos tanto quedar afuera, con una derrota, como ganar la zona con un triunfo, que fue lo que ocurrió. Una vez que empezó la Zona Campeonato, el equipo fue en alza y ganó en confianza. Ahí encontramos una manera de jugar.

-¿Cuál fue tu aporte a este equipo?
-El logro más significativo del cuerpo técnico -fue muy importante el trabajo de Gastón Castillo, del “profe” Damián Vasconcelo y de Guillermo Benítez- fue haber puesto enfásis en la salida de atrás a ras del piso y a partir de un primer pase a los volantes bueno y preciso. Este equipo tiene mayoría de jugadores que necesitan la pelota para jugar y era un contrasentido dividirla.

-Cambiaron bastante la defensa hasta encontrar la definitiva…
-Sí, pero por expulsiones o lesiones. Lucero terminó jugando de central, Iriarte que jugaba con pierna cambiada sobre la izquierda pasó a la derecha y Révori, que empezó muy relegado por una lesión de meniscos, nos demostró que estaba para jugar y lo hizo muy bien.

-¿Por qué Goiburu como volante externo?
-Rondanina y Matías Cardellino pasaban por muy buenos momentos y Ezequiel es muy adaptable. Lo ubicamos ahí porque queríamos, una vez que recuperábamos la pelota, posicionarlo como delantero contra el lateral derecho. Nos daba la posilidad de llegar más rápido y con más gente al área rival. Sabíamos que lo sacrificábamos y se lo dijimos. Pero entendió la necesidad del equipo y tuvo un gran año.

-Marcaron diferencias físicas…
-Kimberley te da la posibilidad de trabajar de la mejor manera. Si llueve, en la villa hay un gimnasio para no perder el día. Cuando tocó lluvia una semana seguida, tuvimos a disposición los gimnasios de la sede. También están las canchas de césped sintético, o las alternativas. No muchos equipos tienen todas esas herramientas. Kimberley, en ese sentido, marca una diferencia.

-Kimberley recurre, por lo general, a entrenadores de la casa. Vos no tuviste relación alguna con el club. ¿Cómo fue para vos?
-Cuando se termina un ciclo, uno piensa dónde puede estar su futuro. Gastón Castillo me decía que sería lindo ir a Kimberley, pero yo creía que era muy difícil. Por un lado, porque nunca había pasado por el club. Por otro, porque en más de veinte años de entrenador, apenas había dirigido un año en primera. En Unión me quisieron sumar todos los cuerpos técnicos. Pero yo soy guardavidas y no podía sumarme a concentraciones, ni entrenar en doble turno, no me daban los tiempos. Cuando Luciano Mignini me llamó para charlar, me sorprendió. “Me parece raro que me llames a mí”, le dije. “Mirá Diego, nosotros no nos fijamos si sos de tal o cual equipo. Queremos un técnico para llevar adelante un buen año y buscar el título. Tenemos buenas referencias tuyas, queremos tener una charla y después ver si arreglamos lo económico”, fue su respuesta. Me extrañó y, por otro lado, me gratificó. Siempre mi prioridad había sido el trabajo. Recién este año cambié un poco las prioridades. La propuesta de Kimberley me motivó mucho y quería demostrar que podía hacer un buen trabajo.

-Vos naciste en San Lorenzo, ¿fue raro para vos enfrentarlos?
-Hubo sensaciones encontradas. Pero lo único que pretendía era terminar bien un año de trabajo y dar lo máximo por la institución que represento. Lo hice como jugador y como técnico. Yo puedo ser hincha de uno, pero si trabajo para otro debo dar lo mejor por respeto a los que confiaron en mí y a la trayectoria del club.

-¿Seguís?
-Acá los contratos son por un año. Si los dirigentes quieren que continúe, hablaremos. Estoy muy a gusto en Kimberley.