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La Ciudad 22 de agosto de 2016

La cooperativa Nuevo Arhehpez, cada vez más cerca de empezar a producir

Ya consiguió la habilitación municipal e inició gestiones para lograr la aprobación del Senasa. Los trabajadores llevan más de dos años esperando volver a trabajar.

Roxana Luciano apeló a lo que sabía hacer para subsistir: preparar pastas para vender. También salía de madrugada a hacerse unos pesos en un remís. Juan Narváez optó por trabajar a la noche como personal de seguridad. Otros hicieron changas de albañilería o limpieza. Pero la necesidad era tan grande y los ingresos tan escasos que también se pusieron a vender choripanes.

La lucha de Roxana, de Juan y del resto empezó en mayo de 2014, cuando tomaron la fábrica procesadora de pescados y mariscos Arhehpez para evitar su vaciamiento. Poco más de dos años después esa lucha continúa, pero con episodios que permiten soñar con que pronto dará sus frutos: este mes recibieron la habilitación municipal para que la fábrica funcione a través de la cooperativa Nuevo Arhehpez.

“Esto para nosotros significa un montón. Era una lucha que veníamos llevando hace dos años, con muchas trabas, en la que había que hacer muchas cosas, pero se dio y el jueves 11 tuvimos la habilitación de la Delegación del Puerto”, dice Narváez entusiasmado a LA CAPITAL. “Esto nos va a permitir trabajar”, agrega.

La fábrica, ubicada en Champagnat 1888, comenzó a incumplir con los trabajadores en el verano de 2013. Los 120 empleados iniciaron entonces un reclamo para que regularizara el pago de las cargas sociales y de la aseguradora de riesgos de trabajo (ART). Era una retención de tareas: asistían a la fábrica, pero no trabajaban.

El dueño (más conocido entre los trabajadores como “el chino” por su país de origen) recurrió al recurso de la garantía horaria: pagaba el sueldo mínimo (en ese momento era de $ 3.600) dividido en dos quincenas con sus correspondientes descuentos. También los instó a que se fueran a sus casas.

Recién seis meses después les llegó una propuesta. Consistía en empezar a trabajar en negro con la promesa de que en dos meses todo se iba a normalizar. Los trabajadores aceptaron. Pero los meses que trabajaron en negro no fueron dos, sino cinco. Por eso tomaron la planta e iniciaron el largo y sinuoso camino que los llevaría a formar Nuevo Arhehpez.

Nuevos rumbos

El cambio de mando, del empresario a la cooperativa, se aprecia sobre todo en el frente de la fábrica, pintada por artistas locales con colores vivos y formas alusivas al esfuerzo del trabajo y de la lucha. En el interior, los trabajadores hacen notar que la fábrica “está bien conservada, en óptimas condiciones”.

Otros cambios se percibirán en la producción. “El objeto social de la cooperativa se amplió. Antes, como empresa, se trabajaba pura y exclusivamente con pescados y mariscos. Nosotros ampliamos el objeto social para romper un poco la estacionalidad, porque en Mar del Plata la pesca en noviembre se termina y empieza después en febrero”, cuenta Luciano.

Como la fábrica es grande se contemplaron diversos circuitos de producción: el procesamiento de verdura congelada, la venta de hielo y la venta de frío, es decir, el alquiler de las cámaras para almacenar productos.

“Tenemos propuestas de trabajo para la verdura, el hielo y el alquiler de frío. Y apenas nos dieron la habilitación apareció gente para trabajar con pescado”, menciona Narváez. “Nuestro objetivo es darle trabajo primero a nuestros 120 compañeros, que fueron los que sufrieron la pérdida de sus puestos genuinos de trabajo, y luego, si se puede sumar más gente, se va a sumar”. Según sus propios cálculos, el cooperativa podría emplear al doble de trabajadores.

Con la llegada de la habilitación comenzó, a la vez, el trámite para lograr la aprobación del Senasa (Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria). Iniciarlo era una condición del permiso comunal. “Es el paso legal que necesitamos para trabajar con el pescado”, comenta Luciano.

Comodato hasta 2019

La Cooperativa Nuevo Arhehpez está compuesta por 51 trabajadores y tiene la posesión de la planta en comodato hasta 2019. “Tenemos dos ordenanzas y una resolución del Concejo Deliberante que protegen nuestros derechos laborales. Incluso iniciamos el trámite de la expropiación”, cuenta Luciano.

Pero ella misma deja en claro que ese no es el objetivo de la cooperativa. “Estamos convencidos de que tomamos otro camino, diferente a otras cooperativas que han sido empresas recuperadas”, dice, quizá con la mente puesta en las cooperativas Nuevo Amanecer, que recuperó la empresa láctea homónima, o Recuperar, que intenta conservar a través de una expropiación el ex frigorífico Sadowa.

“Con la última reforma de la ley de quiebras los primeros acreedores somos los trabajadores. Queremos verificar nuestros créditos y, de ser posible, ser nosotros los poseedores legítimos del inmueble”, revela Luciano.

En efecto, la reforma de la Ley Nº 24522 de Concursos y Quiebras, promulgada en junio de 2011, modificó algunos de los puntos más débiles de la norma de 1995, cuestionada por vulnerar los derechos de los trabajadores. La reforma apunta a las empresas que se encuentran en la etapa de concurso y quiebra, y favorece el sostenimiento de la producción y los puestos de trabajo, a diferencia de la ley anterior, que en la práctica facilitaba el vaciamiento de las unidades productivas.

Uno de esos cambios permite contemplar en las deudas de la empresa con los empleados no sólo los salarios, sino también la antigüedad, la jubilación y las aseguradoras de riesgo de trabajo.

Para la compra de la empresa, los trabajadores pueden presentarse como acreedores mediante sus créditos laborales (de forma individual o como cooperativa) para pagar el 25% en efectivo y luego cubrir el resto con la conformidad de los demás acreedores.

“Queremos probar esta vía para ver si realmente los trabajadores se pueden hacer no solamente cargo sino ser los poseedores. Trabajamos acá 20 años. Creo que ya somos dueños”, resume Luciano.

Objetivo cercano

El próximo objetivo es el más deseado, el que en el fondo los integrantes de la cooperativa siempre buscaron: volver a poner la fábrica en marcha. “Ojalá que sea lo más rápido posible”, dice Narváez. “Estamos seguros de que va a ser este año. Yo apuesto a que sea en dos meses, como máximo ?lo complementa Luciano?. Y si se extiende tendremos la paciencia que tuvimos estos dos años para esperar”.

Tanta fue la paciencia que hasta tuvieron que enfrentar una medida cautelar. “La habilitación estaba trabada por otros empleados que tenían problemas con el dueño antiguo”, agrega la tesorera de la cooperativa, y pondera las formas de cómo se fueron acercando al máximo objetivo: “No se cortaron calles ni se prendieron gomas. No creemos en esa forma. Nosotros vamos, golpeamos puertas y nos sentamos a esperar lo que haga falta”.