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Opinión 4 de mayo de 2017

La estrategia de sacar a Arroyo de paseo para que no moleste

por Adrián Freijo

Carlos Arroyo se ha convertido en un problema para propios y extraños. Con una capacidad de comprensión sumamente limitada, gusta de opinar de temas que desconoce, colocar frases grandilocuentes y convertir todo en una lucha permanente vaya uno a saber contra quien y para que.

La orden recibida desde el gobierno provincial es “sacarlo de paseo todo el tiempo”, ponerlo a recorrer obras como si fuese un inspector común y sacarle fotos, muchas fotos que den la sensación de que está en actividad permanente.

Ocurre que son tan pocas las cosas que realmente se hacen en la ciudad, que el intendente aparece inaugurando un semáforo, una camarita de seguridad, tapando un pozo o cambiando una bombita. Si hasta lo han parado junto a una montañita de basura para que peroratara entusiasta sobre el medio ambiente y jurara cárcel para quien fuese capaz de tirar la yerba en la calle para volver a montar el mate.

Así pasa sus días, “activo” y estratega, mientras el verdadero gobierno queda en manos de alguno de los muchos coordinadores que María Eugenia Vidal envía a un municipio que en los hechos está intervenido.

Claro que algo escapa al control de quienes manejan la estrategia de “paseemos a Arroyo”, y es su lengua. Porque el hombre abre la boca y la emprende contra todos los valores que dice defender Cambiemos. “Soy peronista”, “la Ley del 2×1 está bien”, “las mujeres pierden mucho tiempo en arreglarse el pelo y por eso el hombre es más útil”, “la violencia de género es una moda”, “el presidente y la gobernadora son unos burros”…y tantas otras.

Alguien va a tener que ajustar el plan, o ponerlo a inspeccionar solo obras subterráneas. Ya lograron quitarle todo el manejo municipal, pero cada vez que desde La Plata observan que se le acerca un micrófono comienzan a temblar.

Mientras tanto, el hombre se dispone a inaugurar una parada de micros a sabiendas que alguien, casualmente o no, va a darle la oportunidad de decir un nuevo disparate para que todos hablen de él. Que es su pequeña forma de vengarse por haber sido corrido de la verdadera escena.