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La Ciudad 7 de abril de 2019

La expectativa de los radicales en un clima de incertidumbre

La economía no repunta y el Gobierno se vio obligado a convocar a la UCR para evitar fugas que sellen su suerte electoral. Ese movimiento otorga mejores expectativas a los aspirantes locales del centenario partido. A pesar del favoritismo de la Provincia por el postulante del PRO.

Radicales en el homenaje a Raúl Alfonsín, a 10 años de su muerte, la semana pasada.

Por Ramiro Melucci

La escena local muta al ritmo de los acontecimientos nacionales. No es lo mismo elegir una estrategia electoral con la economía amansada y el Gobierno fortalecido que hacerlo cuando la crisis golpea y la imagen del Presidente cae.

Guillermo Montenegro desembarcó hace poco más de un año en Mar del Plata con la convicción de ser el candidato a intendente de Cambiemos. El único. Tiene el respaldo de la gobernadora y lo hace notar: en la última visita de María Eugenia Vidal mostró, como ningún otro, una imagen junto a la mandataria. El viernes, cuando aterrizó el ministro de Seguridad, Cristian Ritondo, sucedió otro tanto.

Con un escenario sin obstáculos, en el que no hubiera dudas de la reelección del Presidente y la gobernadora no sufriera ninguna amenaza electoral en la provincia, el PRO podría poner el dedo en Montenegro sin importar los rezongos del radicalismo, su principal socio político. En ese contexto ideal, de abundancia, el centenario partido se terminaría alineando.

Pero la realidad es otra. Diametralmente opuesta. El Presidente todavía no hace pie como candidato porque la economía solo engendra noticias que enflaquecen los bolsillos. Y debe soportar una avalancha de versiones sobre un Plan V para entronizar a Vidal. Nadie podría, hoy, garantizar sin dudar que Cambiemos seguirá en el poder después del 10 de diciembre.

El Gobierno tomó nota. Abrió la posibilidad de que el radicalismo elija al compañero de fórmula de Macri. Algo impensado hasta hace un mes. Una forma de ratificar la candidatura del primer mandatario, reforzada con la frase de que Vidal tiene que ser candidata a gobernadora, y de contener a su principal socio en un momento en que empieza a tentar la opción de emigrar con Roberto Lavagna. Por decantación, esa negociación, que comenzó con la búsqueda de un plan anticrisis, provee mayores expectativas para los dos radicales que anhelan la intendencia de Mar del Plata, una de las ciudades más importantes del país: Vilma Baragiola y Maximiliano Abad.

El peligro que advirtió el vicepresidente de la UCR, Federico Storani, de que el PRO podía dejar sin PASO al radicalismo marplatense parece una sensación de un pasado lejano, pese a que fue un comentario de hace un mes. El Gobierno no estaría en condiciones de dejar sin una interna abierta al radicalismo local. No le conviene, en rigor, la fuga de ningún voto. Por eso hasta el intendente Arroyo, que reconoce abiertamente que no dialoga con Vidal, todavía mantiene su expectativa electoral por dentro de Cambiemos.

Baragiola y Abad tienen una coincidencia primaria que ratificaron en los últimos días: creen que el único destino posible de la UCR es continuar en Cambiemos. En ese escenario, el deporte favorito del entorno de los aspirantes oficialistas es hacer pronósticos sobre el momento en que sus rivales declinarán sus ambiciones. Las versiones se renuevan cada semana con nombres diferentes.

En la oposición no hay mayores certezas. La esperanza de Fernanda Raverta de quebrar la suerte del peronismo en Mar del Plata está atada a las decisiones de Cristina Kirchner. El destino de Ariel Ciano depende de las negociaciones de Sergio Massa. La novedad semanal fue la distancia que puso Roberto Lavagna con el líder del Frente Renovador. La estrategia de Pulti también estaría anudada al devenir de estos vínculos.

Tanto los radicales como Montenegro hicieron notar sus diferencias con Arroyo al decir presente en el acto de Malvinas en el Monumento a los Caídos. El presidente del Concejo Deliberante, Guillermo Sáenz Saralegui, tampoco perdió su oportunidad. El ex intendente se mostró a los abrazos con los ex combatientes. Arroyo se peleó con ellos por la organización del acto. Terminó en una ceremonia con las Fuerzas Armadas en la Base Naval a la que no podía asistir el público sin invitación. Y con fuego cruzado con el centro que dirige Fernando Álvarez. Hay que reconocerle al jefe comunal que, por momentos, no se nota que transite un tiempo preelectoral con la intención de ser reelecto: es una máquina de generar incordios.

En la misma semana, Arroyo incentivó el enojo de las entidades que trabajaron en la redacción de la ordenanza de Puntos Sustentables, destinada a generar lugares para llevar residuos reciclables en los barrios. Entre esos sectores está la Iglesia: la Mesa del Basural, creada a instancias del obispo Gabriel Mestre, había sido una de las impulsoras de la norma.

Como si recién hubiera llegado a la gestión y no estuviera en su último tramo, el intendente promueve un cambio de estructura en la municipalidad. Elevó un proyecto de ordenanza para dar de baja al Emsur y reemplazarlo por una secretaría. Ya hay críticas opositoras y oficialistas. “Es un escándalo”, definió un concejal de Cambiemos. “Responde a la intención del secretario de Hacienda de quedarse con el control de la 9 de Julio”, deslizó.

Lo respalda, en cambio, la Coalición Cívica. El mismo partido que celebró la aprobación por unanimidad en la comisión de Medio Ambiente de un proyecto para pedirle al Ejecutivo que haga expirar el contrato con la empresa recolectora de residuos. La iniciativa se convertirá en una declaración de principios y una amonestación a la concesionaria por incumplimientos pasados, pero no en una decisión vinculante.

En el Concejo hubo otros movimientos. La comisión de Transporte anunció una convocatoria a autoridades municipales para discutir el pliego del transporte. Sucede cuando ya está avanzado el trámite para pedirle al Ejecutivo que extienda por dos años el contrato a las actuales concesionarias. El sentido de empezar a debatir el pliego a meses de terminar una gestión es difuso. “Antes de convocarnos, primero tienen que leerlo ustedes”, fue la advertencia que recibieron concejales oficialistas de parte del gobierno.

Mientras, Arroyo simula que todo seguirá igual después del 10 de diciembre y apuntala su plan preelectoral con obras de pavimentación. Con esa carta procura el milagro de ocultar las innumerables carencias de su gestión.