Cultura

La gente anda leyendo: Más allá de lo leve, lo inmaterial

La reciente muerte del escritor y filósofo Milan Kundera dispara una renovada lectura de su obra emblemática: La insoportable levedad del ser.

Por Dante Galdona

Muere Milan Kundera y todos rescatamos sus citas, fotos, ideas que se perderán en el deslizamiento digital. Se empieza a ver en redes sociales cierta necrofilia literaria. ¿Cuánto hace que es necesario morirse para ser releído, recordado, rescatado? Preso de la propia levedad del consumo actual, no sabrá este Milan Kundera de hoy y acá cuánto influyó el peso de su novela a partir de su muerte. Nobleza obliga: nunca lo releí hasta ahora.

Recuerdo “La insoportable levedad del ser” como un libro que anticipa, sin quererlo y a modo de crítica de la sociedad de la época (1984) la búsqueda inconsistente de vínculos sexoafectivos, la pasividad ante el dolor sentimental y la indiferencia ante la vida ajena. “No somos capaces de amar porque deseamos que nos amen, queremos que el otro nos dé algo, su amor, en vez de acercarnos sin exigencias, por su mera presencia”, dice más o menos una de las frases memorables de ese libro.

Dialoga, formidable, con la teoría del eterno retorno de Nietzche y el imperativo moral que supone: ¿qué si nuestros actos estarían destinados a repetirse cíclicamente? Por oposición, una teoría del infierno: un bucle destinado a vivir infinitamente los peores actos. Su contrapartida: un ser individual libre del mal, o de maldad, por la conciencia de la repetición. En cambio, Kundera afirma que el hombre vive una sola vida, pues no hay forma de compararla con vidas anteriores o futuras y, por lo tanto, no hay forma de enmendar errores.

Pareciera una crítica acertada a la idea del eterno retorno. Sentimientos, ideas y pensamientos, todos del orden de lo inmaterial, escapan a la concepción matemática de la teoría del eterno retorno que indica que en un tiempo infinito, la materia, que es ilimitada pero finita, está condenada a repetirse, la misma combinación material habrá de repetirse siendo el tiempo una abstracción sin fin. Pero sucede que a la combinación de átomos, por resumir, preceden ideas, siendo el hombre con ellas creador de combinaciones originales. A todo lo creado por el hombre le precede una entidad insustancial o inmaterial que deja fuera de juego una teoría basada en todas las combinaciones posibles de la materia y su relación con el tiempo, entidad que tampoco ostenta sustancia.

Mientras escribo esta columna, evito contestar mensajes a una persona que evitará a otras, y esas a otras en un ciclo de frivolidades y levedades de los vínculos humanos. Miramos pantallas, evitamos ojos. Escribimos pero no hablamos. Sentimos en soledad, llenos de gente en la mano. Es cómodo, es fácil, es útil. Seleccionamos, descartamos. Nos estamos volviendo cuerpos, descripciones, archivos. Dejamos el sano peso de advertir un otro en el mundo en una carpeta de datos.

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