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Cultura 29 de julio de 2023

La gente anda leyendo: Un elogio para Anne Dufourmantelle

"Elogio del riesgo", uno de sus libros parece anticipar la profecía. Pero no, el último riesgo que Anne Dufourmantelle tomó en su vida, y que pagó con ella, es producto de una escrupulosa coherencia entre pensar, decir y hacer.

Por Dante Galdona

Nunca confié en esos carteles con frases cortas que se ven en redes sociales, motivacionales, románticos, sarcásticos. Muchas veces, a riesgo de que el usuario -ya no lector- complete, sumido en una gestáltica errónea, peligrosas teorías sobre la vida y la sociedad.

A veces, una dudosa firma pretende darle credibilidad, profundidad, crédito. León Tolstoi, Sigmund Freud, Aristóteles y la tía Porota cuando se pica con el anís pueden ser los autores no chequeados de tales reflexiones.
Pero tengo esa manía de leerlos y buscar la fuente. Anne Dufournantelle parece decir en pocas palabras algo interesante. La fuente confirma que está en el libro “Elogio del riesgo”. Dice la autora: “Arriesgar la vida, en los momentos clave de nuestra existencia, es un acto que nos rebasa a partir de un saber desconocido por nosotros, como una profecía íntima: el momento de una conversión”.

No voy a desmembrar el párrafo ni entrar en análisis semánticos, para eso, invito a leer el libro, y todos los que encuentren de esta filósofa que vivió como escribió, o escribió como vivió, quién sabe.
Voy a resaltar la coherencia entre pensamiento y vida, entre ideas y acción, entre decir y hacer.
En épocas en que todos somos el ávatar de ideas, cuando somos siempre los buenos modelos de imágenes que no nos representan, Anne Dufourmantelle eligió el pesado camino de confirmar con sus acciones lo que ensaya en sus palabras.

La historia es conocida: en una playa de la costa francesa, escuchó gritos de dos niños que no podían salir del mar. Se metió a rescatarlos y los salvó, pero ella no lograba salir. La rescataron los salvavidas y, según las noticias, llegó a preguntar, antes de morir, si los niños estaban bien.

Así es que, en tiempos en que decimos cómo somos pero no somos como decimos, en que pretendemos enseñar desde nuestro cómodo perfil con frases de peligrosa procedencia lo que no podemos sostener ni hasta las diez de la mañana en nuestro diario vivir, Anne mostró la importancia de encarar la vida y la muerte como las pensó. No pensó ni escribió eso, era eso.



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