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Cultura 14 de febrero de 2019

La Geografía del Mar, un libro semilla que pretende transformarse en árbol

Después del famoso "dijo que no sabía nada", Lucía Gorricho presenta su segundo libro en el que mezcla innovadoras técnicas de enseñanza para abordar la geografía con literatura, técnicas de meditación y relatos sobre los barrios de Mar del Plata contados por los propios estudiantes, protagonistas absolutos de un trabajo que nació para reproducirse.

"La Geografía del Mar" se presentará este sábado a las 17.30 en la carpa del circo La Audacia (rotonda del Faro).

“Dicen que la mente es como la tierra y que las ideas son las semillas. Tenemos, entonces, que plantar las semillas que queremos que crezcan: ideas buenas, amorosas, cooperativas, solidarias”. La profesora de Geografía Lucía Gorricho habla pausado, suave. Mientras explica como para ella tiene que funcionar el sistema educativo, citando a “grandes” como Paulo Freire y Jacques Rancière, sonríe y fija sus ojos celestes en los de sus interlocutores. Los mismos ojos que se iluminan al hablar de “La Geografía del Mar”, el libro que presentará este sábado a las 17.30 en la carpa del circo La Audacia, en la rotonda del Faro. La entrada será libre y gratuita, aunque los interesados deberán anotarse antes aquí.

Gorricho apareció en todos los medios del país luego que el 12 de abril de 2016 publicara un texto en su blog personal al que tituló “Dijo que no sabía nada”. Allí describió su experiencia con una estudiante del cordón frutihortícola marplatense que, avergonzada por “no saber” el día del examen, pero alentada por la docente a escribir, logró bucear por los conocimientos de geografía que, sin darse cuenta, había adquirido por ver a sus padres trabajar la tierra o hablar de su país natal, Bolivia.

Motivada por la repercusión que tuvieron sus innovadoras estrategias áulicas, y percibiendo la curiosidad que despertaba su manera de trabajar con los alumnos, decidió hacer un libro al que tituló “Frutillas, un libro sobre Educación y Trabajo” y que publicó en 2017.

Lucía Gorricho, en 2017, presentando su libro "Frutillas", tras la viralización del texto de una de sus estudiantes.

Lucía Gorricho, en 2017, presentando su libro “Frutillas”, tras la viralización del texto de una de sus estudiantes.

Otro libro

Dos años después vuelve a LA CAPITAL, pero esta vez para hablar de “La Geografía del Mar”, un libro sobre educación que nació para compartir, para ser compartido y “para enriquecer la práctica pedagógica”.

En esta nueva apuesta, que fue realizada con la colaboración de Marcela Golfredi, fotoperiodista de este medio, además de hacer un libro amigable con el ambiente (la tapa está hecha con papel reciclado), Gorricho logra mezclar sus innovadoras técnicas de enseñanza con la literatura, sus técnicas de meditación y relatos sobre los barrios de Mar del Plata contada por los propios estudiantes, protagonistas absolutos de un trabajo que nació para reproducirse, crecer, para pasar de semilla a árbol.

“Para mí, estas tareas que comparto, representan la forma que encontré de sobrevivir en un sistema que, debido a su lógica de funcionamiento, trata de alienar el trabajo”, cuenta.

¿Cómo surgió La Geografía del Mar?

-Estaba compartiendo mis técnicas de trabajo, mi experiencia, lo que había pasado en la escuela, mi marco teórico, pero después me preguntaban: ¿y vos qué hacés en la escuela? y yo en cinco minutos no podía contar todo esto, entonces dije voy a ir registrando para que puedan ver lo que hago. No quería que se perdieran los trabajos de los estudiantes y es por eso que este libro es para mí un registro. También quise compartirlo con mis colegas, para que lo enriquezcan, lo copien, lo multipliquen; para crezca o para que crezcamos como sociedad, en realidad.

– ¿Y por qué quisiste hacer tanto hincapié en el mar?

– Porque es lo que me permite vivir. Si bien tengo muchos incentivos como mi hijo, que es una base fundamental, si no voy al mar no podría entrar al curso; es difícil la tarea docente. Y teniendo en cuenta que la Geografía es mi trabajo, me gustó juntar la cuestión territorial con el mar. Sobre todo acá, en Mar del Plata, que hay una impronta muy importante del mar.

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Marcela Golfredi y Lucía Gorricho presentarán el libro este sábado en el circo La Audacia.

– ¿Cuáles son las similitudes y las diferencias entre La Geografía del Mar y Frutillas?

– Ambos libros están escritos en primera persona, algo que gustó mucho en Frutillas porque fue contado desde mi experiencia. Esa es una de las diferencias que hubo con las editoriales; la mayoría de los textos académicos o de pedagogía son siempre entre tercera persona (“los docentes…”) y acá fue desde el aula y mi propia experiencia. Las diferencias están en lo visual. Hay muchas más imágenes en La Geografía del Mar. En Frutillas solo había cuatro y bajadas de internet, en cambio acá están muy elaboradas y bien seleccionadas.

– Al igual que con Frutillas, los textos de los estudiantes exponen otras cuestiones que exceden a lo educativo. Hablan de la desigualdad en los barrios, el abandono del Estado, la inseguridad. ¿Cómo se aborda esa realidad desde una clase de Geografía?

– Es que el trabajo docente es un desafío todo el tiempo. A veces me entero de cosas que le pasaron a un estudiante y yo no sabía nada, pese a que le había estado dando clases mientras él o ella pasaban por eso. Hay como un silenciamiento de la vida, de las personas, de los estudiantes; ese es el desafío. ¿Cómo hacer para hablar de climas de América cuando hace dos días murió tu abuela? ¿Cómo hacer para trabajar sobre latitud y longitud cuando no hay para comer en una casa? Ese es el gran desafío, pero hacemos como si no pasara nada, como si los problemas personales son otra cosa. Pero ahora estalló todo a tal punto que hay que poner esos problemas sobre la mesa, trabajarlos y desde ahí ver qué necesitamos aprender y para qué. Es otro paradigma.

Para Gorricho compartir sus tareas en el aula es una manera de "sobrevivir" al sistema educativo tradicional.

Para Gorricho compartir sus tareas en el aula es una manera de “sobrevivir” al sistema educativo tradicional.

– ¿Cómo viviste la experiencia de meditar en el aula?

– Yo el silencio lo valoro un montón. Me agobia el ruido y es demasiada la contaminación sonora que hay en el aula. Entonces un día les dije de probar quedarnos en silencio y quietud por un minuto, solo concentrándonos en cómo sale y entra el aire por la nariz. Les gustó y al tiempo un minuto les pareció poco y seguimos con dos. Quisieron más pero dije basta porque después es difícil de sostener. Pero ese momento de calma es importante para escuchar cualquier consigna y tener mayor conciencia de los propios pensamientos. Cuando se está en el medio del caos no se puede escuchar lo que se está proponiendo o saber cuáles son las ideas que queremos tener en la cabeza y cuáles no. Dicen que la mente es como la tierra y que las ideas son las semillas, entonces tenemos que plantar las semillas que queremos después crezcan: ideas buenas, amorosas, cooperativas, solidarias.

Para completar la metáfora, Gorricho anticipa una sorpresa de la presentación: aquellos que quieran y puedan podrán donar un árbol; mientras que otros podrán anotarse como “personas cuidadoras”. Así surgió la frase con la que cierra el libro: “¡Hasta la victoria siembren!”.

Contar con imágenes

Marcela Golfredi es fotoperiodista del diario LA CAPITAL y principal colaboradora del libro de Lucía Gorricho “La Geografía del Mar”.

Encargada de registrar los trabajos de los estudiantes de secundarios marplatenses, Marcela aseguró que el único criterio que se tuvo en cuenta fue “transmitir con imágenes lo que el trabajo quería decir”.

“El libro transmite muchas cosas. Ella como escribe es y por eso pegamos muy buena energía. Y este libro tiene eso: tiene energía, risa, mates, debates. Tiene el mar”, cuenta al ser consultada por la experiencia.

“Tengo gratitud, está siendo una experiencia muy linda y espero que disfruten igual que yo el libro, que es una semilla porque hay un montón de ideas para tomar, para cambiar, para crecer”, concluyó.