Es domingo a la noche y a Graciela Panebianco , la madre del policía Cristian Agusti, le tiembla el cuerpo de los nervios y no puede dormir. Le acaban de decir que se realizará un operativo para rodear la manzana de Alejandro Salaberry, el acusado de haber asesinado a su hijo en 2003, en el que podrán detenerlo una vez que lo ordene la Justicia de Garantías. “Que no se escape, que esta vez no se escape“, repite como un mantra.

El lunes el nerviosismo permanece en su cuerpo. Sabe que después de tantos años Salaberry podría quedar detenido. Pero debe esperar y al mediodía la noticia llega a sus ojos: la Justicia de Garantías había ordenado la detención de Salaberry, quien intentó resistirse a los tiros y fue finalmente arrestado.

“Esperaba esto hace mucho tiempo“, dice Graciela a LA CAPITAL y agrega: “La sensación que tengo es de comenzar nuevamente un duelo que no se termina nunca, espero que este sea el final”.

Al ser consultada sobre la declaración de Salaberry, quien pidió perdón por lo ocurrido a la vez que aseguró que no fue quien le disparó a su hijo, la mujer es tajante. “No me sirve su perdón, tomo sus palabras como de quien vienen: es un ser despreciable, al que no le creo nada. Me sacó lo que más preciaba en mi vida, que era mi hijo. No le creo que se arrepintió”, remarca.

Con respecto a la detención, Graciela manifiesta que en las horas previas al operativo, “solo pedía que no se escapara“. Es que el acusado había permanecido casi 16 años prófugos burlando a la Justicia. “Ya se había escapado tantas veces. Cuando hicieron un allanamiento, él era tan flaquito que se había escondido en el tiraje de una estufa de hogar; otra vez se escapó por la manzana de atrás… pero esta vez la policía fue un éxito. Toda la manzana rodeada, completa. Con mucho respeto se hizo todo, estoy muy emocionada”, expresa.

“Este operativo es un antes y un después para mí y tantas madres y padres que están en la misma situación que yo”, sostiene Graciela y añade: “También es un aliento para los jueces, que no firmen cosas que después tienen que volver a abrir las causas”.

“En este momento, con esto que ocurrió, espero que los políticos que pueden cambiar las leyes no se olviden. También le digo a otros padres que sigan en la lucha, tranquilos, serenos, sin decaer”, expresa la mujer. Y recuerda: “Cuando me dijeron que la causa caía fue un golpe duro, de mucha tristeza. Pero la letrada (Adelina Martorella), que es un águila que vuela alto, logró que puedan abrir la causa de Cristian nuevamente”.

Graciela sabe que esto no termina con la detención de Salaberry. Habrá idas y vueltas judiciales hasta el juicio, que, espera “sea la última etapa”.

El policía Cristian Agusti fue asesinado de tres tiros en octubre de 2003.

“Ya hice el duelo tantas veces, lo vuelvo a cerrar y abrir. Creo que este es el último duelo que me toca pasar. Cuando tengamos que escuchar nuevamente a los testigos y atravesar el juicio será muy duro. Todavía me tiembla el cuerpo por lo que pasó. Duermo en cuotas. Es un movimiento a los sentimientos esto. Aunque yo no estoy enojada ni tengo odio, sí estoy dolorida”, confiesa.

Graciela Panebianco destaca la labor de la que llama “la nueva policía”. “El desempeño que hubo fue de primera, estoy orgullosa de la gente que está en la policía y pido que la gente trate de volver a quererlos como antiguamente”, concluye.