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Cultura 18 de abril de 2016

Las 8 preguntas para Federico Aliende (*)

(*) Federico Aliende es el autor de la novela “Labios del fin del mundo”. Nació en Mar del Plata en 1984. Estudió en la Facultad de Derecho y se recibió de abogado y especialista en Derecho Penal. En la actualidad, se desempeña como instructor judicial del Ministerio Público Fiscal de la Provincia de Buenos Aires. En 2013, junto con otros escritores marplatenses fundó el grupo literario “La Bruma”. Publica en su página web cuentos y reseñas de cortometrajes de ciencia ficción (labiosfindelmundo.com.ar y labruma.com.ar)

1) ¿Qué error le molesta más advertir en un texto literario? ¿Cuál es el último que halló en el libro que está leyendo o que acaba de leer?
-Los errores materiales (ausencia de algún signo de puntuación, letra colada antes en la palabra) no me molestan para nada, sino que todo lo contrario: mientras leo me obsesiono por encontrar ese error escondido, porque todo libro tiene uno, por muy imperceptible y simple que sea.
Lo que sí me molesta, y que no lo puedo considerar un error, pero sí un verdadero tedio a la lectura, es pasar las hojas sin que ocurra nada en lo que hace a la novela o cuento; perder el tiempo en descripciones que, lejos de ser trascendentales huelen más a obligación de engrosar innecesariamente un libro.

2) ¿Qué situación de su vida cotidiana encontró reflejada con sorpresiva exactitud en un libro, una película, una canción o cualquier otra obra de arte?
-Hace un tiempo vi la película “The Loneliest Planet” (El Planeta Solitario) en el cual se describe el viaje de mochileros que hace una pareja y cómo la armonía que uno logra cuando viaja de esa manera se puede romper por un simple acto, por una aparente e intrascendente acción que va mucho más hondo y que habla de la verdadera naturaleza de las personas. En un par de viajes que hice así de mochilero diferentes personas que me acompañaron me dejaron ver la verdadera “madera” de la que están hechos a través, también, de pequeños gestos y acciones que uno capta y valora cuando ha viajado de mochilero.

3) ¿De qué lugar, personaje común o circunstancia en general que ofrece Mar del Plata se apropiaría para incorporarlo como pasaje central de alguna de sus obras?
-Mientras escribía “Labios del Fin del Mundo”, y si bien Mar del Plata nunca se nombra expresamente como ciudad donde ocurre la historia, sí me la he imaginado cayendo en la oscuridad y la anomia que se relata en el libro: gente huyendo en caravana hacia Sierra de los Padres, la Torre de Agua incendiada, personas deambulando sin rumbo por las playas y las escolleras y hasta algún enfrentamiento entre bandas de criminales por la avenida Colón.

4) ¿Cuál es el mejor diálogo que recuerda entre dos personajes de ficción?
-Todos los diálogos que se dan entre el hijo y el padre del libro “La Carretera” me marcaron a fuego por lo que transmiten de manera lacónica pero a su vez de una ternura padre-hijo que pocas veces he leído.

5) Si le permitieran ingresar en una ficción y ayudar a un personaje, ¿cuál sería y qué haría?
-Los personajes y sus historias son lo que a uno lo enamoran de las novelas o películas. Si los ayudase, cambiaría posiblemente su destino y eso haría desenamorarme de ellos o incluso odiarlos, así que no, no ayudaría a nadie. Lo que si me gustaría sería estar presente en algún acontecimiento que marca a fondo al personaje principal, observar ese hecho de forma omnisciente, como un documentalista que no puede interferir en lo que le va a pasar al animal, pero sin embargo está ahí, con el poder de hacerlo, y sin embargo, nada…

6) ¿Recuerda haber robado un libro alguna vez? ¿Cuál o cuáles?
-Cometí el hurto famélico de tomar “Los Autonautas de la Cosmopista”, propiedad de la madre de un amigo. Como fue famélico, estoy justificado porque estaba en una situación desesperante de literatura cortazariana. Diría que me vi hasta obligado a sacarlo del estante.

7) Un extraño hongo se esparce por su biblioteca y consume de manera irrefrenable los libros. Sólo dispone de unos segundos para actuar y salvar a tres de ellos. Lo que usted hace para ganar tiempo es arrojar a la voracidad del hongo a otros tres libros. ¿Cuáles serían los sacrificados y cuáles los salvados?
-Absolutamente ninguno. Me gustaría ser el principal testigo de ver cómo el virus se devora la última hoja del último libro. Y que todo vuelva a empezar: el primer libro, la primera ficción, la primera novela y el primer cuento. El caos en su máxima expresión.

8) Se le concede la extraordinaria excepción de hacerle una única pregunta a uno de sus tantos escritores predilectos. ¿Qué le preguntaría?
-Le preguntaría a Cormac McCarthy si transmutó todo el dolor y angustia personal que se refleja en los personajes y situaciones de “La Carretera” o si se guardó todavía un poco más para una nueva novela.



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