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La Ciudad 30 de abril de 2018

Las tres calles más cortas del norte de la ciudad

Tienen recorrido breve y recuerdan a disímiles personajes de nuestra historia: el sargento Juan Bautista Cabral, el combatiente italiano Pietro Charlone y el héroe de la reconquista Santiago de Liniers.

Buenos Aires: Una estatua itinerante que recrea la imagen del combate de San Lorenzo, en la que el granadero Juan Bautista Cabral rescata al entonces Teniente Coronel José de San Martín y que actualmente está expuesta frente al Regimiento de Granaderos a Caballo del barrio porteño de Palermo, recorrerá distintos puntos del país antes de su emplazamiento definitivo el próximo 3 de febrero en San Lorenzo, provincia de Santa Fé. Foto: Daniel Dabove/Télam/aa 13/09/2016

Por Carlos V. González Rivero

Ciertamente las calles de esta nota son cortas, pero lo de “norte” hubiese sido más adecuado si estuviésemos en 1940. En estos tiempos la ciudad se extiende más de 4 kilómetros al norte de donde estas calles hacen su breve recorrido.
Son ellas Sargento Cabral, Charlone y Liniers. Todas reciben su denominación por una ordenanza de 1932, y me atrevo a decir, en el caso de las dos últimas, que siendo Charlone italiano y Liniers francés no ha sido casual que sean continuaciones de 20 de Septiembre y 14 de Julio respectivamente. Al pobre sargento Cabral le tocó ser continuación de España, el reino al que pertenecían las bayonetas que lo mataron en San Lorenzo.
Recorridos breves

Son las primeras tres calles contando desde el mar que nacen en Río Negro y se extienden hacia el noreste. Sargento Cabral lo hace al 3500 junto al portón lateral del Asilo Unzué y su breve recorrido lo concluye una cuadra más allá, donde confluyen el Bv. Félix U Camet y la calle Falkner en el confín del barrio La Perla.
Charlone es la frontera entre La Perla y Parque Luro. Desde Río Negro al 3600 se prolonga apenas algo más de tres cuadras, concluyendo en Félix U. Camet, 30 metros pasando Rejón.
Por su parte, Liniers la más extensa de las tres, ya en el barrio Parque Luro, termina en Félix U. Camet y Florisbelo Acosta, recorriendo seis cuadras.

Soldado heroico

Cualquier argentino al que se le mencione este subtítulo, lo asociará con Cabral. Todos hemos cantado cientos de veces la Marcha que lo eternizó. No es mucho lo que se sabe de Juan Bautista Cabral. Se supone que nació cerca de 1789 en el municipio de Saladas, en la localidad que hoy lleva su nombre, en la provincia de Corrientes. Era hijo de José Jacinto, un indígena guaraní y de una esclava angoleña llamada Carmen Robledo, ambos al servicio del estanciero Luis Cabral.

A los 23 años se alistó en el ejército reclutado por el gobernador de su provincia, Toribio de Luzuriaga. Fue enviado a Buenos Aires e incorporado al segundo escuadrón del flamante regimiento de Granaderos a Caballo.

Demostró ser muy diligente y capaz al punto que en un año ascendió a cabo y luego a sargento según la biografía de Pastor Obligado, aunque Mitre en su obra “Historia de San Martín y de la Emancipación americana” lo considera, al momento del combate de San Lorenzo, como un soldado raso.

Su acción crucial tuvo lugar a poco de comenzado el combate, cuando el fuego enemigo derribó la montura de San Martín y aprisionó a éste debajo del animal.

Desafiando la tropa enemiga, que se aproximaba cargando con bayonetas, Cabral desmontó y ayudó al coronel a incorporarse. Los detalles exactos de la acción se desconocen, pero en algunas interpretaciones, Cabral interpone su cuerpo como escudo entre las bayonetas realistas y San Martín, lo que demostró su gran valentía y honor para salvar al General. Con todo, resultó gravemente herido en la acción. Si bien no murió en el campo de batalla sino en el refectorio del vecino convento de San Carlos, utilizado como hospital de campaña tras el enfrentamiento.

La leyenda se inicia en una carta dirigida por San Martín a la Asamblea del Año XIII: “No puedo prescindir de recomendar particularmente a la familia del granadero Juan Bautista Cabral natural de Corrientes, que atravesado el cuerpo por dos heridas no se le oyeron otros ayes que los de viva la patria, muero contento por haber batido a los enemigos”.

Italiano, oriental y argentino

La historia lo recuerda como Juan Bautista Charlone, pero nació como Pietro Giovanni Battista Charlone en Cagna, Italia el 27 de septiembre de 1821.

Cuando tenía 18 años se afincó con sus padres y hermana en Montevideo donde se dedicaron al comercio marítimo. Debido al sitio de Montevideo liderado por Manuel Oribe, se enroló en la Legión Italiana comandada por Giuseppe Garibaldi. En el combate de San Antonio fue ascendido a sargento por el propio Garibaldi.

Fue uno de los componentes del Batallón del Orden, alcanzando allí el grado de capitán en 1852, cuando participó en la batalla de Caseros.

También integró el 29° batallón de infantería en donde se lució en la defensa de Buenos Aires contra las fuerzas sitiadoras del coronel Hilario Lagos.

A fines de 1853 pasó a la marina de guerra del Estado de Buenos Aires actuando en combates contra la Confederación. En 1857, ascendido a Sargento Mayor, fue designado segundo comandante de la Legión Militar Italiana asentada en Bahía Blanca participando en enfrentamientos contra los malones.

En 1861 participó en la Batalla de Pavón al mando de la Legión Italiana, logrando el ascenso a teniente coronel.
A partir de 1865, aún con su Legión, tomó parte de la Guerra del Paraguay (Triple Alianza), integrando las tropas comandadas por el general Wenceslao Paunero.

Fue ascendido a Coronel en 1866 luego de participar del asalto y toma de la ciudad de Corrientes, en Yatay, Tuyutí, Yataytrí-Corá y Boquerón. Finalmente fue herido de muerte en la batalla de Curupaytí, la más sangrienta de esta guerra, muriendo en Corrientes el 23 de septiembre de 1866.

Francés al servicio de España

Santiago de Liniers había nacido el 25 de julio de 1753 en la ciudad de Niort, de la antigua provincia de Poitou, en el occidente central del Reino de Francia.

En Francia llegó a subteniente de caballería en el regimiento de Royal-Piémont pero tras la guerra de los Siete Años, el gobierno redujo el presupuesto militar e hizo que se trasladara en 1775 a Cádiz ingresando en la Armada española.
Tras varias operaciones en distintos mares del mundo, incluso en nuestras latitudes llegó al grado de Capitán de Navío. En 1783 se casó en Málaga con Juana Menvielle con quien tuvo un hijo.

En 1788 fue enviado nuevamente al Río de la Plata para organizar una flotilla de cañoneras, acompañado por su hijo Luis y su esposa. Pero al fallecer su cónyuge, el 24 de marzo de 1790, Liniers contrajo un segundo matrimonio con María Martina de Sarratea y Altolaguirre, el 3 de agosto de 1791, en la ciudad de Buenos Aires.

Un héroe popular

En 1802 fue designado gobernador de las Misiones Guaraníes en carácter de interino. Al poco tiempo, cuando regresaba embarcado a Buenos Aires su esposa muere en el noveno parto.

En 1804 fue nombrado por el virrey Rafael de Sobremonte jefe de la estación naval de Buenos Aires, pero pronto sería trasladado a la Ensenada de Barragán. Se sentía desplazado por otros oficiales españoles, pues creía tener méritos para un destino mejor.

Estando allí se produce la primera invasión inglesa, siendo llamado a Buenos Aires por el Virrey Sobremonte. Una vez producida la huida a Córdoba del Virrey, Liniers se va transformando, junto a Martín de Alzaga en el gestor de la Reconquista de Buenos Aires.

El 12 de agosto de 1806 inició la Reconquista de Buenos Aires. Atacó la ciudad, venció a los ingleses y obligó a su gobernador, William Carr Beresford a rendirse.

Los rioplatenses se apoderaron de 26 cañones y de las banderas del regimiento 71. Estas insignias británicas fueron expuestas en la iglesia de Santo Domingo de Buenos Aires con la inscripción.

Liniers había sido el gran jefe militar de la Reconquista de Buenos Aires al primer intento de invasión inglesa, en 1806. Se convirtió así en un respetado caudillo popular, admirado por el pueblo que, organizado en milicias formadas por su iniciativa, impedirá una segunda invasión al año siguiente. Sostenido en ese prestigio, Liniers fue ungido virrey del Río de la Plata por decisión de los vecinos de Buenos Aires. Su gestión se concentró en impedir una nueva e inminente invasión que finalmente se produjo en 1807 y que fue repelida como la primera.

Contrarrevolución y muerte

Liniers fue confirmado como Virrey por el rey Fernando VII pero comenzó a ser acusado de peculado, cohecho y nepotismo al tiempo que la alta sociedad de Buenos Aires se escandalizaba por sus amoríos con “La Perichona” (Madame Perichón), que sería abuela paterna de Camila O’Gorman.

Liniers decidió la neutralidad con respecto a la guerra independentista española ante Napoleón. Eso no fue bien visto, ni por Martín de Alzaga ni por el gobernador de Montevideo, Francisco Xavier de Elió.

La prisión de Fernando VII en Bayona precipitó los hechos y la Junta Suprema Central nombró a Cisneros como nuevo virrey. A Liniers se le ofreció ir a Mendoza pero en definitiva se radicó en Córdoba.

Cuando estaba por regresar a España se produjo la Revolución de Mayo y organizó junto a otros cabecillas la contrarrevolución. La Primera Junta no titubeó con respecto a qué hacer y salvo Manuel Alberti, todos firmaron el fusilamiento de Liniers.

El 26 de agosto de 1810, Santiago de Liniers fue fusilado en nombre de Fernando VII y en 1862 sus restos fueron llevados a España e inhumados con honores.