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Arte y Espectáculos 25 de octubre de 2020

Leopoldo Gaillour: “Nunca debemos olvidar que la música es juego”

El artista presentó su nuevo EP Aether. Se trata de un trío de composiciones originales, con el piano como protagonista, acompañado por medios electrónicos. Los temas están sentidos-pensados para "detenernos y mirar hacia adentro".

 

“Cherubini”, “Alma” y “Muladhara” son las tres composiciones que forman Aether, el nuevo EP del músico marplatense Leopoldo Gaillour.

Se trata de obras que, con el piano como protagonista, incorpora sonidos de medios electrónicos, conformando un conjunto de estilo minimalista, especialmente sentido-pensado para ofrecer “una atmósfera relajada e introspectiva” que invita a “detenernos, mirar hacia adentro por unos minutos”.

“Nunca debemos olvidar que la música es juego”, aseguró el músico y docente a LA CAPITAL, en una charla sobre este nuevo material que se encuentra disponible, gratuitamente, en Youtube y Spotify. Y, con igual contundencia señaló: “El arte nos transforma en seres con una empatía presente y atenta”.

Sobre estos temas en particular, definió que “tanto Cherubini como Alma surgen de la improvisación. Después de estar horas queriendo pasar las ideas por la mente y lo racional, pensando en qué armonía o melodía representa mejor la idea que quería plasmar, decidí soltar lo racional para comenzar a oír aquello que no estaba escuchando. Si bien, por la melodía cantada de esos cherubines que se perciben, primero sobre sus ecos y luego de manera más presente, puede tener similitudes con la estética del mantra, el resultado es más la idea del vínculo con el canto sacro occidental junto con la fusión de armonías al piano más propias del impresionismo francés y/o del minimalismo actual”, describió.

“Estas composiciones vienen más del sentir que del pensar. O del sentir-pensar si podemos inventar esta palabra”, resumió.

En cuanto a Alma contó que “proviene de la imagen del ser amado. Del amor como sentimiento universal. Del amor hacia uno mismo, del diálogo con lo que habita otro plano. La posibilidad de encontrarnos en un espacio sin tiempo, desprovisto de todo aquello que construye nuestra mente, de lo tangible. Del diálogo con el alma… Es esa melodía que inicia sobre una nota que no deja de repetirse en el piano, levemente armonizada y que siempre regresa al mismo punto, al centro. El no hacer y dejar ser”.

Según confió a este medio, “en esta obra, literalmente pulsé el botón de REC y apareció todo esto. Aún la sigo oyendo y sorprendiéndome como si no fuera yo quien la tocó”.

Sobre Muladhara, en tanto, describió que “es el tema más introspectivo del tríptico. Casualmente un amigo muy querido me cuenta que al oírlo lloró por un largo rato, en silencio y en calma, dejando fluir una cantidad de emociones que sentía tenían que salir”.

En ese sentido hizo énfasis en la importancia de la presencia del arte en nuestras vidas. “Llámese música, danza, artes plásticas, poesía y todo aquello que nos conecte positivamente con nuestras emociones y nos ayude a manifestarlas. Creo que Aether nos viene a contar sobre la conexión interna, de lo sutil y de lo elevado de nuestro ser”.

-¿Cómo trabajaste la combinación de lo orgánico, el piano, con los medios electrónicos?

-En este tríptico primó el piano, porque quería que ese fuera el eje, lo electrónico participa de forma muy sutil, reforzando ideas, ocupando un lugar que contribuye a crear ambientes sonoros. Ambos se van nutriendo para dar lugar a una estética que a veces está instaurada en una primera idea y que otras veces va apareciendo lenta y hermosamente. Es todo una cuestión de equilibrio y de muchas horas de trabajo donde se va puliendo y labrando el sonido hasta encontrar el resultado que uno quiere lograr. Son incontables las noches donde la creatividad toma posesión de mi ser y los primeros rayos del sol me encuentran trabajando entre anotaciones, partituras, teclados, cables, micrófonos, instrumentos y auriculares… un mundo que amo y que en tiempos de confinamiento me mantiene vital…

Hoy en día las herramientas electroacústicas pueden ser un juego muy nutritivo al momento de hacer música. Nunca debemos olvidar que la música es juego. Quizás dicho en inglés sea mucho más claro… “Play”…una sola palabra que abarca todo lo bueno de esto… jugar, tocar, sonar… y también sanar.

-¿La música tiene un rol armonizador, sobre todo en estos momentos en los que la situación está tan convulsionada?

-No sólo lo creo. ¡Lo siento! Es así definitivamente. La música no sólo cumple un rol de entretenimiento, el papel del arte en la vida del ser humano es vital. Nos permite canalizar nuestro mundo afectivo de forma altamente positiva, tanto desde el lugar de intérprete como de quien la recibe, que en definitiva es un feedback sin fin en sí mismo. Yo puedo hacer música, pero a la vez es mi ser quien está siendo receptor de la idea del compositor que estoy interpretando o más aún si esa música está siendo “canalizada”. Cuando el sonido llega a nosotros, nos atraviesa, pasa, nos modifica y se va… queda en la memoria corporal, auditiva y emocional. Por eso pienso que somos canales universales y el arte es el medio más bello y sublime que podemos hallar para contar aquello que el universo nos dicta secretamente al oído.

El hecho artístico nos vincula con la intuición y nos transforma en seres con una empatía presente y atenta. Sobre todo al compartir esta “vibración en el aire” con el otro…

Hay un sinfín de estudios que confirman lo saludable del sonido, de su vibración, de sus frecuencias. Algunos vinculan las terapias sonoras con la medicina del futuro. Eleva nuestras defensas y nos permite alinearnos conectándonos con un estado más “afinado” de nuestro ser. El arte no puede estar ausente, ni ahora ni nunca.

Escuchá Aether acá:



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