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Opinión 24 de enero de 2018

Brasil ante un dilema

*Por Ricardo Rivas

La condena a 12 años y un mes de prisión que por unanimidad recayó sobre el ex presidente de Brasil Luiz Inacio Lula da Silva (2003-2010), por hechos de corrupción ocurridos durante su gobierno, coloca a la dirigencia de ese país en un punto de inflexión.

En esa situación –la Ley lo prescribe- ese fallo judicial que el ex Jefe de Estado seguramente apelará, le impedirá ser una vez más candidato para habitar trasitoriamente el palacio de Planalto.

El condenado ex mandatario –con un promedio de 35% en la intención de voto en todas las encuestas que pulsan el sentimiento electoral de la sociedad brasileña de cara a los comicios presidenciales que se desarrollarán el próximo 7 de octubre- parecería ser el único dirigente con capacidad y aptitud para conducir sin que estalle en una enorme pueblada ese país que, según la más reciente estimación del Fondo Monetario Internacional (FMI), ha mejorado las expectativas económicas para el año que corre.

El dato –que no es menor- ilusiona tanto en Brasil como en Latinoamérica en su conjunto por cuanto ese eventual crecimiento, de verificarse en el tiempo, tendría efectos multiplicadores para una región que necesita crecer.

Pero, aún en ese contexto, el dilema de la política brasileña pasa además por el cumplimiento estricto de la Ley con el objetivo claro de poner en caja la corrupción que como un tumor irreversible extiende la metástasis a todo el cuerpo social y sus instituciones.

Lula, un clásico dirigente de las izquierdas latinoamericanas, experto en negociaciones como todo líder sindical que se precie, poseedor de una afilada capacidad discursiva hasta encender pasiones, es también aquel Presidente que supo rodearse de políticos y economistas liberales que, de su mano, consiguieron instalar políticas activas cercanas al mercado que permitieron reducir la pobreza y expandir la clase media en una clara y exitosa operación de movilidad social ascendente, inimaginable desde muchas décadas en la región.
Huelga decirlo pero, la economía de Brasil creció durante sus años. De lo contrario, las mejoras señaladas, no hubiesen sido.

De allí que la dirigencia política brasileña –incluido el presidente Michel Temer, también acusado ante los tribunales por presuntos hechos de corrupción- públicamente expresan que Lula “no” debe ser privado de competir en la contienda electoral y, en privado aseguran que no les incomodaría que resultare triunfador porque imaginan que –como entre 2003 y 2010- “gobernará de la mano de un liberalismo con vocación social que hará crecer a Brasil”.

Un amplio sector de los operadores y operadoras económicos y financieros brasileños, por su parte, coinciden con el sentir de los actores políticos en que Lula es el más apto de los caminos posibles para la recuperación de Brasil.

No es extraño, en algún punto, fueron socios en el éxito, como desde muchos meses atrás, también en estos tiempos de decadencia.

Desde una perspectiva más amplia, la coincidencia no sorprende porque las dos partes involucradas en los sucesos que se pesquisan -políticos y empresarios- son las dos caras de la moneda falsa de la corrupción que tiene a un lado del escritorio a los que coimean y por el otro a los coimeros, aunque a veces alternan.

De hecho, el 23 de diciembre último, el empresario Marcelo Odebrecht, condenado en principio en el Caso Lava Jato a 19 años de prisión, reducidos luego a 10, fue beneficiado por Temer con “arresto domiciliario” ya que aceptó declarar como testigo ante la Justicia.
Dilema, drama y tragedia –en este caso- son palabras que tienen significados coincidentes en orden a producir sentido.

A través de la plataforma de audio de WhatsApp, tres altas fuentes en Brasilia y dos en San Pablo, que exigieron reserva acerca de sus identidades, palabra más palabra menos, coincidieron en que “los abogados de Lula, desde este momento, tendrán como misión principal, después de dos sentencias adversas para el veterano mandatario, apelar hasta la hora para ganar tiempo para evitar que la condena quede firme antes de que formalice su candidatura presidencial”.

¿Qué decidirá Brasil?
*Periodista. Vicepresidente de la Unión Sudamericana de Corresponsales (UNAC). Miembro del Instituto de Periodismo Preventivo y Análisis Internacional de la Universidad Complutense de Madrid (UCM