Cultura

Los amigos milagrosos

A un año de la tercera Copa del Mundo que la Selección Argentina de fútbol logró en Qatar, una más de las microhistorias que tuvieron lugar al calor de la pasión y la alegría que los "Muchachos" de Messi supieron generar.

Por Dante Galdona

A un año del Campeonato Mundial de Fútbol de Qatar, en el que la Selección Nacional logró la tercera estrella, cuando el país logró una unión inédita y en la que prevalecieron gestos de cariño entre personas desconocidas, incluso entre adversarios no sólo en el fútbol, sino en ámbitos diversos, destaca una historia especial.

Es la historia de Meli, Aye, Vero, Gabo, Yael, Maricel, Martín y Guille, los personajes principales de uno más de los milagros que lograron Messi y sus compañeros.

Comienza en una cervecería marplatense que transmitía los partidos y donde se alcanzó una confluencia mágica de distintos grupos de amigos desbordantes de pasión por la celeste y blanca.

Claro que no todo fue tan simple, porque los argentinos somos adictos a las cábalas y, mientras transcurrían los sucesivos partidos, estas cábalas individuales entraban en contradicción.

“Nosotros el partido anterior lo vimos acá, en este mismo lugar y ordenados de la misma forma”, decían los de un grupo a otro que le había copado el lugar de la energía cabulera.

Yo estaba acá, incluso ese cable me tapaba la visión, pero como ganamos me tengo que poner en el mismo lugar“, era el comentario de otra chica a alguien que hasta entonces consideraba un intruso.

De alguna forma lo resolvieron, porque el partido se ganó y una nueva cábala tomó el lugar de la anterior y ahora esos “enemigos” debían reunir las mismas energías en el partido siguiente. Ahora la cábala era colectiva.

Y así fue que unos y otros se encontraron en la misma situación, en el mismo milimétrico lugar y con la misma ansiedad, ataviados con las cábalas personales que ahora sumaban para dar volumen místico a la cábala grupal. Fue entonces cuando, ya que eran parte de una misma energía, comenzaron a conocerse. Quizá las alegrías compartidas unan más a las personas que cualquier otra cosa, porque, puedo afirmarlo, ese grupo de amigos compuesto de varias partes atomizadas se hizo indestructible, y ya no se sabe quién pertenecía a cada grupo original.

Los abrazos y risas, llantos de alegría y saltos de emoción fueron cada vez más intensos a medida que se conocían y, claro, que la selección ganaba los partidos.

Todavía me sacan una sonrisa cuando veo a las chicas que me contaron la historia en el mismo bar que fue escenario del milagro. Los veo a todos divertirse, los veo cuidarse, los veo quererse. A veces pienso que, al igual que la selección, no hay ternura ni triunfo que no puedan alcanzar, y pensar que se conocieron disputando un lugar, como los jugadores. También pienso que ellos jugaron en una posición que está afuera de la cancha y que no tiene el reconocimiento que merece. No hay dudas de que “Los amigos milagrosos” continuarán con la cábala, estoy convencido de que ellos son los responsables de la “Tercera”, y la cábala para 2026.

No sé qué hubiera pasado si Argentina se iba antes de la final, de lo que estoy seguro es de que se trata de uno más de los tantos milagros de la Scaloneta, un milagro del que fui testigo.

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