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La Ciudad 16 de septiembre de 2019

Los comedores cada vez más llenos: se duplicó la demanda de alimentos

Organizaciones sociales, políticas y religiosas coinciden en que la demanda alimentaria aumentó a más del doble en el último año. El panorama que se vive donde van los que no tienen qué comer.

Por Julia Van Gool

Noelia (33) vive en el barrio Libertad y es asistente geriátrica. Hace más de cinco años el geriátrico donde trabajaba cerró, y sin posibilidades concretas de conseguir otro trabajo, pasó a dedicarse exclusivamente de sus cuatro hijos, Máximo (12), Franco (10), Ian (8) y Joao (7), mientras su marido, Jorge, pasa sus días recorriendo la ciudad con los equipos de jardinería a cuestas. Él es parquero, pero como cada vez consigue menos changas, agarra cuanto trabajo de albañil encuentra. Noelia reconoce que hay días que no tienen qué comer.

Este miércoles, y tras obtener media sanción en Diputados, la Emergencia Alimentaria se convertirá en ley en el Senado. La evidente colaboración entre el oficialismo y la oposición en la votación de la cámara baja (hubo 222 votos a favor y solo una abstención) permite anticipar un resultado que durante las últimas dos semanas se exigió en las calles a fuerza de cortes de ruta, acampes y ollas populares.

En General Pueyrredon, las complicaciones para cumplir con la demanda alimentaria en los barrios también llegó al recinto y la emergencia fue aprobada por unanimidad. De esta manera, por un plazo de un año y con la autorización para prorrogarla por seis meses más, el Ejecutivo local tendrá la facultad de impulsar acciones y celebrar acuerdos tendientes a dar respuesta al gran número de familias que tienen dificultades para acceder a alimentos.

La Emergencia Alimentaria se pidió en la calle a fuerza de corte de rutas, acampes y ollas populares.

La Emergencia Alimentaria se pidió en la calle a fuerza de corte de rutas, acampes y ollas populares.

Durante el primer semestre de 2019 fuentes nacionales relevaron en la ciudad un total de 167 comedores y merenderos, siendo estos últimos mayoría por una simple razón: es más fácil conseguir leche y galletitas que carne y verduras. De todas maneras, el número real será conocido en los próximos meses, ya que el proyecto aprobado en el ámbito municipal obliga a la comuna a realizar un trabajo de relevamiento para la creación del “Registro Único de Comedores y Merenderos”.

Los datos oficiales también advierten que son cerca de 7.600 los marplatenses y batanenses que reciben todos los meses la tarjeta alimentaria de $300 que otorga el Municipio. La Emergencia aprobada el viernes en el Concejo también exige actualizar el monto a los valores que brinda la Provincia con el programa Más Vida, que hoy se aproxima a los $750.

“Un sándwich y una fruta”. Noelia le preguntó al más grande de sus hijos qué había almorzado en el colegio y la respuesta la inquietó: los chicos iban a empezar a tener hambre y ella no tenía nada para darles. Encima, el colegio ya no separa raciones de arroz y fideos para algunas familias como hacía antes. Alguien toca la puerta. Era Celeste, una vecina, que ofrecía, “sin ofender”, facturas que una panadería de la zona le había donado. “Sí, por supuesto, muchas gracias”, respondió Noelia. Meses más tarde, diría a LA CAPITAL: “Varios días mis nenes comieron gracias a lo que ella me traía”.

Cada vez más familias recurren a los comedores para conseguir un plato de comida.

Cada vez más familias recurren a los comedores para conseguir un plato de comida.

El doble de comedores

El abanico de organizaciones sociales en la ciudad es amplio y variado, pero en lo que a asistencia alimentaria se refiere, Barrios de Pie es de las de mayor estructura. Ubicada en más de quince barrios de la ciudad, la organización pasó de tener 22 comedores y merenderos en 2017 a 53 en 2019. Si suman los seis instalados en Balcarce, respaldan lo que denuncian: la demanda se duplicó.

La profundización de la problemática que se refleja en los números se replica en el discurso que dirigentes del espacio como Rodrigo Hernández esbozan en cada manifestación. “La situación es cada vez más compleja. Si bien aumentó la cantidad de mercadería -se reciben entre 250 y 500 kilos por cada espacio- no alcanza por el incremento en los precios y por la cantidad de gente. Hoy estamos asistiendo a un promedio de 60 familias, en general numerosas, en cada comedor”. El número total se aproxima a la alarmante cifra de 22.000 personas.

El Frente Barrial de la CTA es otro de los espacios a nivel local que asiste a un gran número de comedores y merenderos. Para agosto de este año, el registro interno arrojó un total de 33. “La gente nos llama y nos dice que si no se puede conseguir un lugar, ellos ponen sus propias casas. La situación es muy compleja”, señaló el referente Agustín Calamante, quien graficó el panorama con los números del Movimiento Barrial CTA: “En 2015 teníamos un solo comedor y ahora tenemos doce”.

Se aproxima octubre y Noelia espera que este año la temporada de anchoas sea buena. Una empresa de la ciudad contrata gente para filetear. “Me dan $2,70 por kilo de anchoa. Es agotador porque tenes que estar en la fábrica a las 5 de la mañana y la empresa abre las puertas a las 7. Para las 14 ya no hay más pescado. Te deja las manos hechas pedazos, pero yo no paro, no dejo de trabajar ni un minuto. Para poder hacer $500 tengo que hacer como 180 kilos”, cuenta.

Comedor 12

Ayudar al prójimo

Referentes de las iglesias católicas y evangélicas coinciden en señalar que ya no basta con alimentar el alma, también hay que alimentar el cuerpo. Como resultado de amplias acciones, aseguran que la demanda alimentaria creció y que dar respuestas es cada vez más difícil.

“Recibimos una ayuda de Provincia de 10 mil kilos de alimentos, que repartimos entre 12 parroquias ubicadas en la periferia de la ciudad. Pero no alcanza. El año pasado recibíamos 6 mil y ya reclamábamos que al menos sean 12 mil kilos. Hoy necesitaríamos más porque las parroquias están poniendo dinero propio”, señaló Roberto Benzo, presidente de Cáritas Mar del Plata. Olga Paravizini, coordinadora de la Noche de Caridad, iniciativa que todos las noches recorre la ciudad brindando viandas a gente en situación de calle, aseguró que este año las raciones aumentaron de 280 a 340. “Y nos quedamos cortos, porque ahora no sólo ayudamos a los que no tienen donde vivir: hay familias que tienen techo pero no qué comer”, describió.

En la misma línea se manifestó Erika Volpe, pastora evangélica pentecostal del Centro Cristiano Nueva Vida. Según señaló, todo los lunes, en el marco de la iniciativa Sopa de Letras, reparten unas 60 viandas a gente en situación de calle, algo que cambió en el último tiempo. “Hoy la tarea se extiende a personas que no llegan a cubrir sus necesidades básicas”, indicó. En la carpa del Centro Cultural Social y Deportivo Los Encarrilados empezaron a dar desayunos los miércoles y cena los jueves; ese día también brindan desayunos frente al Materno Infantil. Los sábado, en tanto, llevan meriendas al barrio Las Heras, donde también buscan repartir bolsas de verduras para las familias. “Intentamos acompañar la ayuda con capacitaciones en oficios. Esperamos que puedan vivir mejor, pero esa esperanza a veces es a base de milagros, porque oportunidades no les ofrece nadie”, cerró.

Es octubre de 2018. Los ingresos por las changas son cada vez menos y la desesperación cada vez más grande. Tocan la puerta y era, de nuevo, Celeste. “Me parece que voy a abrir un comedor y voy a necesitar ayuda ¿cuento con vos?”. Del otro lado, recibió el compromiso que esperaba. Noelia cerró la puerta y respiró aliviada: ni ella ni sus hijos estaban solos. En el país de la “pobreza cero”, en la ciudad del segundo puerto más importante del país, en la región del cordón frutihortícola más productivo, hay gente con hambre que va a comedores que cada vez están más llenos.

Noelia (izq) colabora en el comedor de Celeste, que funciona hace diez meses.

Noelia (izq) colabora en el comedor de Celeste, que funciona hace diez meses.

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