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La Ciudad 8 de marzo de 2019

Los socios de un club le cumplieron el sueño al vendedor ambulante de la playa

Miguel hace 39 años que vende gaseosas en el Ocean Club. Esta temporada, los socios decidieron sorprenderlo en su cumpleaños: hicieron una colecta y le regalaron un terreno donde podrá construir su casa.

Ana, Miguel y Santiago se abrazan en la terraza del exclusivo balneario.

Por Melanie Lamazón

Es 7 de febrero en el Ocean Club, el exclusivo balneario de Playa Grande por donde, durante sus 106 años de historia, pasaron las familias más aristocráticas de la Argentina.

La pasarela de madera que separa las carpas en cada pasillo se convierte esta tarde en una especie de alfombra roja que espera a una celebridad para los socios del club: Miguel, el vendedor ambulante que hace 39 años recorre la arena con sus gaseosas. Este día Miguel será el protagonista de una conmovedora historia de solidaridad. Apenas pisa la playa, se escuchan los primeros festejos.

“Que los cumplas feliz, que los cumplas feliz”, le cantan los socios entre silbidos y aplausos. Los años lo fueron ablandando a Miguel y, a sus 61, se muestra muy agradecido de los amigos que logró tener gracias a su trabajo en el balneario.

Todos los socios lo quieren y por eso querían que su cumpleaños sea un día especial. Pero, ¿Por qué lo quieren tanto? Santiago Varela, perspicaz, responde enseguida: “Es nuestra gaseosa fría en el desierto”. Ana del Carril, reflexiona: “Es buenísimo. Siempre tiene una sonrisa, nunca lo vi de mal humor”. Miguel la escucha y lo niega con la cabeza. “Sí Miguel, es así, no digas que no”, le confirma Ana.

“Es buenísimo. Siempre tiene una sonrisa, nunca lo vi de mal humor”, dice Ana Del Carril sobre Miguel.

Después de tantos años de pasar los veranos juntos, Miguel pasó de ser vendedor ambulante a desempeñarse también como camarero, niñero y, principalmente, amigo. “Además es una persona que sabe dar sus consejos y nos da una visión distinta”, agrega Santiago.

Por todo esto, es que Santiago, Ana, Pia Cullen y Jenny Gibson se pusieron un colecta al hombro y planearon cumplirle uno de sus sueños: tener una casa.

La idea comenzó cuando, a principios de temporada, Miguel llegó con la novedad. “Voy a poder tener mi propia casa”, dijo y todos escucharon atentamente. Una cooperativa le ofrecía un plan de vivienda social a través de la cual Miguel y su familia dejarían de vivir en la casa de su cuñado, para mudarse a su hogar.

Miguel en el pasillo del balneario Ocean Club.

Miguel en el pasillo del balneario Ocean Club.

“Queríamos ser parte”, cuanta Ana y Santiago agrega: “Nuestro problema era que él tenía ese sueño pero no sabíamos si eso le iba a quitar el sueño, pensando en cómo iba a hacer para pagar esas cuotas”.

Además, querían verificar que lo ofrecido era una propuesta real y no se trataba de una estafa. “La gente cuanto más ilusiones tiene, más cree y hay otras personas que con las ilusiones sabe jugar muy bien”, reflexiona Santiago, de profesión abogado, quien se encargó de acercarse a la cooperativa y demostrar que Miguel no estaba solo.

Una vez que corroboraron que todo estaba en orden, comenzaron a planear cómo podían ayudarlo. “Si nosotros soñamos todo el año con nuestras vacaciones y el sueña con una casa, teníamos que hacer algo por él“, cuentan.

Cual “timbreo de Mauricio Macri”, como ellos mismos bromean, comenzaron con el “sombrilleo” para sumar adeptos a la colecta para Miguel. Grande fue la sorpresa cuando al nombrar al “cocacolero”, no hacía falta decir nada más y todos querían colaborar.

“Es que todos tenemos un recuerdo en Mar del Plata, y muchos de esos recuerdos tienen que ver con él”. Incluso comentaron que hay un candidato desde Estados Unidos y muchos de Buenos Aires. Un lunes a las 10 de la mañana, Santiago fue a la cooperativa ubicada en una galería en San Martín y con el dinero que otras 70 personas compartieron desinteresadamente, pagó el plan completo del terreno. “Jamás me imaginé que iban a llegar tan lejos”, asegura Miguel emocionado.

“Los valores que él tiene son los valores que tuvimos nosotros cuando pensamos en él, en estos días donde uno tiene la esperanza puesta en otra cosa”, considera Santiago. Ni Miguel ni su familia olvidarán este 7 de febrero en el que los socios del club de playa donde trabaja hace 39 años mostraron un ejemplo de solidaridad que surge a partir de la considerar la amistad como pilar fundamental.



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