CERRAR

La Capital - Logo

× El País El Mundo La Zona Cultura Tecnología Gastronomía Salud Interés General La Ciudad Deportes Arte y Espectáculos Policiales Cartelera Fotos de Familia Clasificados Fúnebres
Cultura 1 de agosto de 2017

Macabro, pero fácil

por Odda Schumann

Rodolfo va a explotar. Siempre dice lo mismo pero no baja de doce empanadas o pizza y media. Un día te va a dar un derrame, le dice Mirta. Rodolfo no piensa en nada de eso. Rodolfo no piensa. Esas cosas son para la mala gente o los que están grave de verdad. Así es la vida, si te toca te toca, dice. Pero Mirta sabe que él no quiere estar intubado o con suero igual que Fabián. ¡Ese sí que comía jamón crudo! Ahora perdió los dientes. ¿Querés perder los dientes como tu hermano? ¿Eh? Mirta lo mira con ese falso odio. Esa cara de enojo mentiroso que no le dura cinco minutos.

Y Rodolfo piensa que siempre va a ser joven porque nunca fue viejo. ¡Crunch! ¡Crunch! Y se va otro paquete de papas fritas y un pulóver al lavarropas, pero mejor lavarlo a mano porque las migas de los aros de cebolla no salen fácil. ¡Y que lo lave él!, dice Fabián, que está mirando la tele con la presión por las nubes. Así que mira cocina italiana o un documental sobre los planetas porque así evita alterarse. Y Mirta que anda de acá para allá, y es una escoba vestida, no entiende cómo se contaminaron tanto.

Y piensa. Piensa varios días hasta que le sangra la nariz y toma una decisión. Se va a quedar con uno solo. Como ambos son asquerosos y no quiere tener que tomar la decisión importante, organizó la riña en el living de su casa. Cada gordo tiene su ración. ¿Querés pelea? ¿Querés pelea? Ensayaba Mirta al espejo.

Y el sábado anuló un menú. Entonces había dos obesos para un menú. Así de simple. Ambos dormían. Cuando Mirta los despertó, cerró la puerta del comedor y esperó. Los gordos preguntaban por mamá hasta que vieron la comida y empezó la pelea. Mirta sabía que iba a ir más lejos de lo que pensaba.

Mirta se mintió. Sabía de lo que eran capaces en tal situación. Y descuidó las cuchillas del padre. De esas extrañas que no se ven a menudo, pero que ahora estaban clavadas en Fabián y que tenía que sacarle del pecho cuando acabara de respirar. Sí, es un poco cruel, pero así es la vida… Mirta abrazó parcialmente a Rodolfo. No estaba triste. En el fondo, era su favorito.

(*): www.paramatarlapoesia.com



Lo más visto hoy