Malamud: “La Argentina vive una reorientación estratégica”
El politólogo analizó los cambios estructurales del país en un mundo que abandonó el multilateralismo. Dijo que el kirchnerismo “se volvió un partido provincial” y que la palabra que define este momento del gobierno de Javier Milei "es reorientación”.
Para Malamud, "la anarquía en Argentina sigue siendo más probable que la tiranía".
Desde Lisboa, Andrés Malamud habló con Mesa Chica, el programa de streaming de LA CAPITAL y Canal 8. Con su estilo filoso, definió el momento argentino como una “reorientación”, explicó por qué Javier Milei “acertó al apostarle temprano a Trump”, habló del derrumbe opositor, de la implosión social y del fin del tercerismo. “La Argentina es una hoja al viento –dijo–, y ese viento hoy sopla desde un mundo que ya no premia las ambigüedades”.
Andrés Malamud suele explicar la política argentina desde Lisboa con una mezcla de distancia geográfica y precisión quirúrgica. Pero en su conversación con Mesa Chica, hizo algo más: ubicó a la Argentina dentro de un proceso global de transformación que, según él, es más profundo que la crisis económica o la grieta doméstica.
“La palabra que define este momento es reorientación”, afirmó. Un país que durante décadas cultivó la ambigüedad –ni Estados Unidos ni la URSS; ni China ni Washington; ni totalmente Mercosur ni totalmente Alianza del Pacífico– hoy hizo una elección nítida. Y esa claridad, advierte, abre oportunidades pero también nuevos desafíos.
Para Malamud, el punto de inflexión fue político y también gestual. Milei decidió alinearse sin matices con Estados Unidos no a través de los canales diplomáticos clásicos, sino mediante una apuesta personal y arriesgada: “Lo visitó a Trump cuando nadie sabía si iba a ir preso. Apostó caro y apostó temprano. Y le salió bien”, dijo.
Ese gesto rompió la tradición argentina del “segundo movimiento recién avalado por la Cancillería”. Esta vez, fue al revés: primero, la foto con Trump; después, el alineamiento formal. Para Malamud, el movimiento fue recibido en Washington con una lectura inmediata: “Argentina eligió a Estados Unidos y Estados Unidos eligió a la Argentina. No hay más tercerismo”.
La frase tiene una carga histórica: es el final del mito del país equidistante, del equilibrio imposible entre Beijing y Washington, y del romanticismo diplomático que durante años intentó conciliar intereses contradictorios.
El politólogo contextualizó este viraje en un escenario global que ya no es multilateral. “Volvieron las esferas de influencia. No estamos en los noventa. Hoy hay que elegir”. Y cuando se elige, dijo, la neutralidad deja de ser una opción real. “El que quiere moverse entre dos polos queda aplastado. La Argentina decidió no quedar en el medio”.
“En las últimas elecciones argentinas ganó Braden. Braden era el embajador de Estados Unidos en 1946, que hizo campaña contra Perón. Perón acuña la frase ‘Braden o Perón’. Y ganó Perón. Ahora Trump dijo: ‘Si quieren plata, voten a Milei’. Los argentinos fueron y votaron a Milei”, completó.
Las zanahorias y los palos
¿Qué implica ese alineamiento? Beneficios diplomáticos, acceso a financiamiento y un paraguas político. Pero también riesgos. Malamud lo explicó con crudeza: “Perdés margen de maniobra. Perdés la autoestima nacional de creer que sos autónomo. Pero ganás algo que vale más: previsibilidad”, expresó. Y recordó que la región entera atraviesa un cambio cultural. “Contra el siglo XX, en el siglo XXI, los latinoamericanos son más pragmáticos, prefieren la plata al discurso de la soberanía”, aseveró.
De hecho, marcó un fenómeno que describe bien este giro: “Trump pidió explícitamente votar por Milei. Y los argentinos obedecieron. Eso habla de un cambio profundo en cómo la sociedad mira al mundo”.
Históricamente, la Argentina cultivó gestos ambiguos: acercamiento a China y al mismo tiempo dependencia financiera del FMI; crítica a Estados Unidos mientras buscaba inversiones estadounidenses; discursos integracionistas con Brasil acompañados por años de tensiones comerciales. Para Malamud, esa etapa caducó: “El mundo ya no premia la ambigüedad. Premia la nitidez. Y Milei eligió ser nítido”.
Ante la pregunta sobre si la Argentina se encamina a un experimento autoritario, Malamud respondió con una convicción que descoloca a los alarmistas: “La Argentina no va hacia la tiranía. Su riesgo histórico es la anarquía”.
“Una dictadura, una autocracia, un autoritarismo en Argentina es muy improbable, porque tenemos mucha dispersión del poder. Entonces, si cae el poder establecido, lo más probable es que no se reconcentre rápidamente, que tengamos otro 2001. La anarquía en Argentina sigue siendo más probable que la tiranía. Por eso es importante que haya un ejecutivo fuerte y tan importante como eso es que el ejecutivo reconozca sus derrotas“, expresó. Y como prueba de comportamiento democrático, mencionó un episodio puntual: “Milei perdió la provincia de Buenos Aires y salió a reconocer la derrota. Ni Trump ni Bolsonaro lo hicieron. Ese es un dato político muy fuerte”.
Gobernabilidad
Malamud reconoce en Milei una dualidad: “Cuando quiere negociar, negocia. Cuando no quiere, choca”. El año legislativo refleja ese vaivén. “2024 fue más exitoso para el Gobierno que 2025, aun con el mismo Congreso. Eso muestra que el aprendizaje existe, pero no es lineal”.
La reforma laboral le sirve como ejemplo: “Terminaron negociando con los sindicatos y con los gobernadores, que es lo que hicieron siempre todos los presidentes. El método puede ser libertario, pero el resultado fue clásico”.
“Esta reforma laboral –anticipó– va a ser mucho más aguada de lo que algunos pretenderían, no va a ser revolucionaria. El objetivo fundamental no es crear trabajo, es evitar la bancarrota de las pymes, que con el actual sistema de contratación y despido no tienen condiciones de formalizar trabajadores porque van a la ruina”.
Quizás el tramo más inquietante de la entrevista fue el diagnóstico social. “La sociedad argentina ya no explota: implosiona”, afirmó. Describió un malestar hacia adentro, menos visible pero más corrosivo: depresión, violencia intrafamiliar, abandono escolar, desenganche del sistema laboral. “Es un enojo que no se expresa en las calles, sino en la vida cotidiana. Y como protesta menos, paradójicamente ayuda a los gobiernos”.
“Sigue habiendo razones para la insatisfacción. Pero la reacción no es colectiva, es individual. Una sociedad mucho más individualizada, mucho más informal, así que lo que antes era un gatillo para la explosión hoy es el gatillo para la implosión. Y eso es malo para las personas, pero bueno para los gobiernos”, completó.
En tanto, la crítica más dura fue para la dirigencia opositora: “Nunca vi a empresarios, sindicalistas y políticos tan perdidos al mismo tiempo”, reflexionó.
Del peronismo dijo algo que sintetiza su estado actual: “El kirchnerismo se volvió un partido provincial. Se encerró en Buenos Aires. Y el que se encierra en una provincia pierde el país”, especificó y detalló diciendo que “cada vez que se da la discusión sobre el futuro del kirchnerismo, es una discusión exclusivamente bonaerense. Se da entre Cristina y La Campora, Kicillof y Massa. Todos bonaerenses. El resto del peronismo en el resto del país está entonando otra canción. Cada uno la suya”, reflexionó. Y recordó un patrón histórico del presidencialismo argentino: “El que desafiará a Milei en 2027 probablemente no lo vemos todavía. En la Argentina los sucesores aparecen tarde”.
Un concepto que Malamud repitió como clave cultural fue el de la “nitidez”: “La gente vota nitidez. Quiere saber exactamente qué sos. No quiere moderación difusa. Quiere autenticidad, aunque no la comparta”. Ese patrón explica, según él, desde el ascenso de Milei hasta el regreso de Trump.
“Milei –observó– prometió a través de diferentes figuras e imágenes que iba a bajar la inflación. Y eso que es lo que la gente paga con el apoyo. No es la figura de la motosierra o la de la dolarización, es el objetivo de que los precios aumenten menos”.
El politólogo, en otro tramo de la charla, observó que los partidos tradicionales están perdiendo elecciones, pero los partidos nuevos también. “Vean el caso de Argentina. El radicalismo le dejó su lugar al PRO. Y ahora el PRO se lo está dejando a La Libertad Avanza. Si esto se mantiene de esta manera, hay insatisfacción popular que deriva en cambios de gobierno, pero no en cambio de régimen. Así que la buena noticia es que la democracia sigue, que los pueblos latinoamericanos siguen eligiendo a sus gobernantes y la mala noticia para los que gobiernan es que si gobiernan mal van a durar poco.
Malamud cerró su intervención con una reflexión sobre la temporalidad política de Milei. “El éxito es la reelección, el fracaso es no terminar el mandato. Lo que más me interesa es la que queda en el medio: terminar el mandato sin reelección porque para muchos, para él posiblemente eso sea un fracaso. Sin embargo, hay grandes presidentes que no tuvieron reelección y dejaron una herencia. Más allá de lo que se piensa de Raúl Alfonsín, de quien celebramos ahora otro aniversario de su asunción el 10 de diciembre, “perdió, sí, pero nos dejó la democracia. Gracias a eso, seguimos votando”.
Para Malamud, el legado de Milei dependerá de cómo se complete esta “reorientación”. Y volvió a su metáfora más potente: “La Argentina es una hoja al viento. Y el viento es el mundo. La pregunta es si vamos a aprender a navegar ese viento o si simplemente vamos a dejarnos llevar”.
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