“Estuve un año y medio encerrada, sin salir, soy una persona de altísimo riesgo, tengo varias enfermedades preexistentes”, contó, con la sinceridad que la caracteriza, María Valenzuela. A pesar de esos condicionantes, a los 64 años la actriz apuesta por volver al escenario, ese “lugar mágico” donde encuentra sanación y potencia. “Extrañaba el escenario, es lo único que sé hacer, salvo que salga a pasear perros”, aseguró en una entrevista con LA CAPITAL.

En la piel de Victoria Ocampo, Valenzuela llegará este fin de semana para proponer “Eva y Victoria”, una obra que tiene dirección de Manuel González Gil y la actuación de Sabrina Carballo en el rol Eva Duarte de Perón. El elenco se completa con Belén Romano.

Subirá a escena el Radio City Roxy (San Luis 1750) en doble función este sábado, a las 20 y 22, y únicamente a las 20 este domingo.

La pieza narra el encuentro ficticio entre la intelectual argentina y directora de la editorial Sur con la llamada “abanderada de los humildes”, Evita. La primera es símbolo de la clase alta argentina, la segunda representante de las clases más humildes. Entre ellas, lo que aparece es fuego cruzado: verdades que se tiran en la cara entre resentimientos y el repaso por la historia del país.

“Se van tirando patadas con ironía, es una historia con mucha actualidad, hoy subrayamos y recalcamos el tema de la grieta… la grieta ya existía en el ’47 y antes también“, agregó.

Para María, se trata de una historia que bien funciona como “una lección de historia política y social”, porque plantea la fotografía de “una época de nuestro país”. En ese sentido, no dejó de pensar en que también el público adolescente la puede disfrutar.

Y recordó que se trata de una de las obras con más recorrido. “Fue hecha por muchas actrices. La estrenó China Zorrilla como Victoria Ocampo y después estuvieron otras actrices. Pero yo no la vi nunca, entonces empecé de cero”.

-¿Te parece que es mejor no haber visto la obra antes, te condiciona menos?

-A veces sí, a veces no, depende, porque a lo mejor ves algún hallazgo de alguna actriz que te gusta y el día que te toca hacerla a vos lo incorporás. Pero de ninguna manera sirve para copiar, eso no. Así que armé mi Victoria yendo sobre la marcha, como archienemiga de Eva, con sus pensamientos. Es una mujer muy varonil, la primera mujer que manejó un automóvil, una mujer que tuvo amantes, que dejó a su marido. Fue una revolucionaria. Lo que yo no tengo de Victoria Ocampo es el physique du rol, porque Victoria era más robusta y yo soy híper flaca. Pero cuando me pongo la peluca y me miro al espejo soy Victoria Ocampo. Es maravilloso.

-Ya sabemos todo lo que tienen de diferentes Eva y Victoria, pero ¿tenían algún punto en común?

-Sí, creo que son mujeres fuertes, que tienen fortaleza, que son minas independientes y que hicieron lo que su convicción les decía. Se enfrentaban a los hombres en aquella época, como lo hacemos hoy. Fueron dos minas con grandes personalidades, de gran carácter y muy independientes.

-Y a las dos les gustaba mucho el poder.

-Totalmente. Bueno eso es lo que le echa en cara Victoria a Eva. Victoria está un poco más resentida porque ganaron ellos (por el Peronismo), no ganaron los socialistas porque eran demasiado decentes, dice. De hecho estuvo en la cárcel y le allanaron la casa de Mar del Plata en la que tenía un arsenal de armas de fuego. Fue muy revolucionaria. Victoria le dice, en un momento, que “los hombres manejan el mundo y a mí me han dado un gran prestigio intelectual y a usted le han dado una gran dosis de poder político”.

-¿Cómo viviste este tiempo de encierro?

-Empezamos a ensayar y al toque cayó la pandemia, entonces nos guardamos y después ensayamos por Zoom. Más tarde vinieron los ensayos presenciales. Pero yo nunca le tuve miedo al coronavirus, no es algo obsesivo en mí. No le tengo miedo a la muerte, me parece algo tan misterioso que ni miedo me da. Por supuesto que no me gustaría morirme en una cama, sola, con Covid, me gustaría estar rodeada de mi seres amados, de mis hijos, de mis amigos.

-¿Extrañabas el escenario?

-Extrañaba, sí, es lo único que sé hacer salvo que salga a pasear perros. Subirte al escenario es mágico, todo lo que tiene que ver con el teatro, que no tiene que ver con la televisión, es mágico. Cualquier nana que tengas cuando te subís al escenario te olvidas por completo. Es fantástico.