Cultura

Mariana Komiseroff: “Hay situaciones en el Conurbano que son dignas del realismo mágico”

En “Una nena muy blanca“, Mariana Komiseroff (Buenos Aires, 1984) construye una historia familiar enclavada en el conurbano bonaerense y atravesada por situaciones de violencia que ponen en escena el cuerpo de la mujer frente al abuso, el aborto y la maternidad como un destino de condena.

La novela, editada por Emecé, aborda la vida de una madre y sus dos hijas, Ely y Jésica, que se han quedado solas luego de la muerte del padre y el abandono del hogar de la hermana mayor, por motivos que se irán develando a lo largo de la trama.

Una historia intensa que desde el primer momento abre incógnitas que serán el señuelo para que el lector se apegue al relato que, pese a la carga de violencia, tiene la virtud de generar humor a través de un lenguaje coloquial que reproduce el trato despectivo que domina la escena familiar y los dichos de una madre que reniega de ser el sostén económico de sus hijas.

Autora de la novela “De este lado del charco” y directora de la compañía de teatro independiente Les Cocó Shaneth, Komiseroff sostuvo en diálogo con Télam que sus historias “son tragedias familiares que funcionan como bombas de tiempo a punto de explotar ante el menor movimiento”.

– ¿A partir de qué hecho surgió esta novela?

– Cuando escribí mi primera novela me di cuenta de que aparecían situaciones completamente ajenas o desconocidas para un montón de personas y que para mí eran cotidianas. Fui a la escuela en turno vespertino porque quedé embarazada y tuve un hijo a los 15 años, y en esa escuela pública del conurbano me hice muy amiga de dos chicas -a las que les dedico el libro- y para quienes nuestras vidas eran como pequeñas tragedias griegas: había secretos y cosas ocultas que no terminábamos de entender. En nuestros relatos aparecían tragedias familiares que funcionaban como bombas de tiempo a punto de explotar ante el menor movimiento.

– ¿Por qué te interesa construir una historia desde la marginalidad?

– Me pregunto qué significa la marginalidad y con respecto a quiénes. Como escritora del conurbano bonaerense yo me considero el centro, y por lo tanto no podría pensar mi novela en términos de marginalidad, sino en términos de realidad cotidiana. Hay situaciones que suceden en el conurbano, en los barrios y en las villas, que son dignos del realismo mágico. Y a veces contar esos mundos merecen una explicación y una construcción del verosímil pertinente. No me atrae el tema de la marginalidad y creo que las escritoras y escritores no deberíamos hablar de temas que no conocemos, al menos es mi posición ética y política respecto de la escritura. Yo no quiero hablar de temas que no conozco, no es que me atrae el tema, no tengo otra cosa que contar.

– ¿Cómo te interpela esta historia desde tu lugar de mujer?

– Me interpela como mujer feminista, lesbiana, madre adolescente, escritora pobre del conurbano. Me interpela en toda la existencia por la desigualdad de género, me interpela por haberlas vivido, en mi vida, en mi cuerpo, en la literatura, en el espacio público, ya que las posiciones simbólicas de varones y mujeres no son las mismas en la calle. El acoso callejero recién ahora se está pensando como problemática cotidiana y en realidad es una realidad gravísima que nos impide a las mujeres tener acceso a nuestras necesidades básicas: tenés que ir a comprar el pan o hacer una denuncia y podés ser víctima del acoso callejero. Desde ese lugar me interpela y yo quiero narrar mis ficciones, mi ficción está atravesada por eso que soy y vivo.

– El tema de la identidad recorre la novela a partir de que Ely pierde su documento y luego se da cuenta de que en la partida de nacimiento no aparece el nombre de la madre. ¿Por qué te interesó abordar esta cuestión?

– En ese accidente mínimo de perder el documento me parecía interesante generar una incógnita como parte de la estructura de la novela para ir develando situaciones y ocultando otras. Creo que objetos como el documento y el dinero, que son solo papeles, están muy cargados de sentido por lo que representan en cuanto a la identidad, pero además me pregunto si uno es solamente dos nombres y un apellido o es otro montón de cosas que incluso desconoce, como ocurre con la Ely. Muchas veces me preguntaron si esta era una novela sobre los desaparecidos, y no es una novela sobre los desaparecidos de la dictadura militar, pero a partir de investigaciones que hice sobre los registros civiles bonaerenses me di cuenta de la burocracia que se genera en un registro civil. Que a veces alterar datos es mas fácil de lo que uno cree. Entonces, por un descuido burocrático el documento puede perder valor o sentido, muy rápidamente.

Te puede interesar

Cargando...
Cargando...
Cargando...