La presidenta del Concejo Deliberante habló con LA CAPITAL a días de concluir su mandato y asumir como vicerrectora de la UNMDP. Aprendizajes, los momentos más difíciles y el balance de la gestión: "Este Concejo trabajó cuatro años los 12 meses y nunca suspendió una sesión".
La abogada Marina Sánchez Herrero vive sus últimos días como presidenta del Concejo Deliberante. Asumió en 2021 y desde entonces, a nivel político, sucedió de todo. El 1° de diciembre asumirá como vicerrectora de la Universidad Nacional de Mar del Plata y, en medio de esta transición que le genera “gran entusiasmo”, le concedió a LA CAPITAL una entrevista en la que profundizó sobre varios puntos de su experiencia legislativa y trazó un “balance súper positivo” de estos cuatro años de trabajo.
–¿Qué balance hace del 2025? Año intenso, con elecciones legislativas y también elecciones en la Universidad…
–Estamos acostumbrados a que año por medio sea un año electoral. También están las elecciones en el Colegio de Abogados, en el Consejo de la Magistratura… siempre se viven situaciones en las que tenés ese tipo de eventos. No se me hizo largo por las elecciones, pero sí fue un año en el que uno estaba más expectante de los resultados. Y en el Concejo Deliberante, el 2025 trascendió de buena manera, con mucho trabajo en todas las comisiones durante todo el año.
–En 2021 fue designada presidenta del Concejo, en un momento aún con signos de la pandemia. Desde allí hasta este 2025 ha pasado de todo. ¿Qué sensaciones y aprendizajes le deja su paso por la Presidencia?
–El balance es súper positivo. Todo lo que viví en el Concejo Deliberante, empezando por el vínculo humano con mis compañeros de cuerpo y con todos los que trabajan en el Concejo, más todo lo que conocí, es positivo. Aprendí de las reuniones con los distintos actores y sectores de la comunidad. Aprendí de las distintas políticas públicas que cualquiera de los bloques propuso, aun las que no fueron aprobadas. El Concejo Deliberante me enriqueció humanamente, conceptualmente y democráticamente.
–Si pudiera, casi con memoria fotográfica, elegir momentos que le quedaron marcados a fuego de estos cuatro años, ¿cuáles serían?
–Fueron muy importantes las jornadas que hicimos: la del petróleo, la de la universidad, la de la pesca… porque en todas hubo un denominador común: todos teníamos la misma mirada respecto a lo que había que hacer. Aun los que por algún motivo no asistieron entendían que era un ámbito de respeto, en el que teníamos que ser escuchados y trabajar mancomunadamente. De esos momentos extraigo el simbolismo de la unidad frente a la necesidad y la defensa. Para mí es lo más simbólico de lo que tiene que ver con una democracia sana.
Después hay otros momentos más vinculados a cuestiones legislativas. Para mí también es un hito marcar que este Concejo trabajó durante cuatro años los 12 meses del año y nunca se suspendió una sesión.
Y también, la colecta para ayudar a Bahía Blanca. El Concejo se puso a total disposición. Fue la más clara expresión de la solidaridad humana y el trabajo mancomunado. Fue algo espectacular, que aún me emociona. La gente traía lo poco que tenía para ayudar a otras personas que no conocían. Las cartas que les escribieron… eso te llena el alma. Las jornadas fueron, desde lo simbólico, un acto de democracia sana, pero esto fue la muestra más clara de solidaridad humana.
–¿Qué fue lo más difícil, el mayor desafío del cargo?
–Hubo momentos en que no había acuerdos porque había miradas muy encontradas sobre dos tipos de ciudad. Lo más difícil -y no fue un logro mío, sino del cuerpo- tuvo que ver con cómo se trabajaba, no con cómo se votaba, porque eso estaba claro. La dificultad aparecía en sostener siempre un ámbito de respeto y de democracia. En algunos momentos fue difícil porque había diferencias conceptuales; luego lo ideológico se resolvía votando: lo que tenía los votos salía y lo que no, no. Esos fueron momentos que había que saber canalizar.
Después hubo cosas que no fueron difíciles sino dolorosas: temáticas con un contenido social muy angustiante. Pero no hubo dificultad en que cada uno se mostrara o se parara en el lugar que se tenía que parar.
–¿Y la relación con el Ejecutivo cómo ha sido estos años?
–Muy buena, realmente. Tuve un trabajo en común con el Ejecutivo respecto de cómo canalizar las necesidades en el Concejo. Se pudo trabajar muy bien. Nunca tuve un problema: fue siempre una relación de mucho diálogo, entendimiento y, por sobre todas las cosas, muchísimo respeto.
–Propuso, poco después de asumir, avanzar en la despapelización y digitalización del Concejo. ¿En qué medida se pudo avanzar?
–Muchísimo. Hoy somos el único Concejo Deliberante de la provincia de Buenos Aires que está 100% despapelizado y digitalizado. Esto es clave porque lo hicimos con un software creado por los empleados del Concejo en solo seis meses. Fue fundamental que lo desarrollaran quienes conocen como nadie lo que este Concejo necesita. Seguramente tendrá que aggiornarse y siempre habrá cuestiones pendientes en materia de tecnología. Hay que seguir equipando al Concejo en ese sentido.
–Con la experiencia de estos cuatro años, ¿qué propondría reformar para agilizar el funcionamiento del Concejo?
–No hay que confundir la tarea legislativa con la ejecutiva. La ejecutiva necesita una inmediatez y una dinámica que no tiene la legislativa. La tarea legislativa, por definición, es una tarea de pasos y ciclos, porque tiene que ver con el debate y con enriquecerse con el otro y sostener lo que uno cree. Es una tarea deliberativa y no necesariamente inmediata.
Y por otra parte está la tarea administrativa del Concejo Deliberante: por dónde pasa un proyecto, cómo se hace, etc. Esa hoy es muy ágil gracias a la digitalización. Todas las dependencias y todos los concejales pueden trabajar al mismo tiempo sobre un expediente, salvo los pasos obligatorios por reglamento. Antes era todo secuencial; hoy no. Desde ese punto de vista, el Concejo es el único de la provincia.
–¿Siente que le quedó algo pendiente o que no tuvo tiempo de llevar adelante?
–Siempre faltan cosas. Cuando lograste despapelizar, querés que todos tengan doble monitor… siempre falta. Un día una trabajadora me dijo: “La intención y el alma no te lo va a dar nunca la inteligencia artificial. Eso lo ponemos nosotros cuando los escuchamos”. Y es así: la inteligencia artificial no suplanta al ser humano. Las herramientas te tienen que sumar, pero no te van a eliminar. Estoy convencida. Siempre habrá cosas por hacer, pero creo que todos estamos contentos con que lo que se hizo, se hizo bien. Y eso también tiene que ver con dejar que otro siga.
–El concejal Agustín Neme reemplazará a Montenegro como intendente. ¿Qué mirada tiene sobre él?
–Yo ya se lo he dicho y lo hemos hablado. Agustín es una buena persona. Y cuando quien lleva adelante los destinos de algo -puede ser hasta de tu casa- lo hace desde ese concepto, ya es un plus. Además, creo que Agustín ha sido un gran concejal. Yo lo vi en momentos tensos: supo llevar adelante los acuerdos, supo qué decir y qué no decir. Lo conozco como concejal articulando políticas públicas y lo conocí desde la humanidad que él quiso mostrar. Me mostró una linda cara. La conjunción entre ser una buena persona y saber construir consensos creo que lo va a poner en un buen lugar. Esperemos que todo le salga bien por el bien de Mar del Plata.
–Pronto dejará el Concejo Deliberante y asumirá como vicerrectora de la UNMDP. ¿Cómo se prepara para este nuevo cargo?
–Muy entusiasmada. Soy una entusiasta natural. Me entusiasma hacer, gestionar. Además, tengo la suerte de estar rodeada de personas que tienen el mismo nivel de entusiasmo que a los 20. Y ya estamos grandes, así que te lo aseguro. Eso que se soñaba a los 20 hoy se sigue soñando, y cuando nos acercamos a esos espacios, el entusiasmo está intacto.
A mí me honra poder gestionar en educación. Estoy convencida de que la educación transforma y crea tipos de sociedades. Cómo uno se planta desde el conocimiento frente a los hechos marca los destinos de una sociedad. Y además, como abogada, creo que la justicia también transforma. Y después de este paso por el Concejo, estoy convencida de que la política transforma. La conjunción entre educar con una mirada de justicia y sobre la base de consensos es la clave para que algo funcione.