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Policiales 16 de febrero de 2019

Medio costillar y unas pastillas, claves para condenar a una mujer

Judith Azcoaga recibió una pena de 3 años por el robo a un almacén en 2017. En esa oportunidad actuó con tres sujetos armados, que no pudieron ser identificados.

El juez Pablo Viñas fijó el momento de la pena tras el acuerdo de las partes.

Una mujer fue condenada a 3 años de prisión por su participación en un robo a un almacén en 2017, en el que también intervinieron tres hombres armados, que lograron escapar y aún no fueron identificados.

En un juicio abreviado realizado en el Tribunal Oral en lo Criminal N°1, el juez Pablo Viñas consideró que no había dudas de la participación de Judith Azcoaga en el hecho, y le fijó una condena de 3 años de prisión por el delito de “robo agravado por resultar en poblado y en banda y por la utilización de armas de fuego cuya aptitud para el disparo no pudo probarse”.

Entre las pruebas irrefutables para condenar a Azcoaga, el juez mencionó medio costillar de carne de ternera que fue encontrado en el auto de la imputada y unas pastillas Halls de miel y limón, que también estaban en el vehículo.

El hecho juzgado ocurrió el 7 de junio de 2017 a la noche, en el almacén “Los chicos”, ubicado en el kilómetro 16 de la ruta 77.

Unos minutos pasadas las 20, una mujer ingresó al comercio, intercambió unas palabras con el comerciante y compró un paquete de pastillas Halls de miel y limón.

La situación fue tan cotidiana que el comerciante no le dio mayor importancia, pero a los segundos, tres hombres ingresaron al almacén y, armados con revólveres, lo amenazaron y le exigieron dinero.

Mientras uno de los delincuentes apuntaba con su arma al comerciante, los otros tomaron medio costillar que estaba colgado del sector carnicería del almacén, 3.000 pesos en efectivo, un celular y huyeron del lugar.

El comerciante logró ver que los hombres se subieron a un Volkswagen Surán rojo que, al volante, tenía a la misma mujer que momentos antes había comprado unas pastillas Halls.

Personal policial fue hasta el almacén y entrevistó a la víctima, quien al relatar y describir los hechos, llegó a la conclusión que la mujer que compró las pastillas había ingresada para corroborar que en el lugar no hubiesen otras personas que pudieran complicar el asalto.

Con esta información, se inició una búsqueda del Volkswagen Surán rojo y el mismo fue visto por la calle 114 y 17. Patrulleros comenzaron a perseguir al vehículo hasta que, finalmente en la calle 88 y 17 lograron interceptarlo.

En el auto solo había una mujer, físicamente como la que había descripto el comerciante asaltado. Según la versión policial, la mujer se encontraba muy nerviosa.

Los efectivos notaron que en el interior del auto había un gancho metálico de carnicero, por lo que le solicitaron a la mujer que abriera el baúl.

Al acercarse al baúl, los policías ya notaron un fuerte olor a carne fresca. La mujer, a regañadientes lo abrió y, cuando las linternas de los efectivos alumbraron su interior observaron la existencia de un trozo de carne importante.

La mujer se desesperó ante el hallazgo de una clara prueba en su contra y tomó la carne y la tiró contra unos pastizales, pero la acción no sirvió de nada.

Por otra parte, dentro del auto, la policía también secuestró un paquete de pastillas Halls de limón y miel, como la que el comerciante aseguraba haberle vendido.

La mujer fue identificada como Judith Azcoaga y quedó detenida. Por otra parte, los hombres no pudieron ser identificados y se desconoce en qué momento bajaron del auto y escaparon.

El juez Viñas consideró como atenuantes el buen concepto vecinal que tiene Azcoaga y que, además, es la madre de cuatro niños y su único sostén económico.

Como agravantes, el magistrado tuvo en cuenta el horario de nocturnidad en que se cometió el asalto, el número de personas que participaron y que la mujer contaba con antecedentes penales.