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Arte y Espectáculos 19 de enero de 2018

Muscari: manifiesto y desmesura del under

Acaba de estrenar una obra con más de treinta artistas de Mar del Plata en el mismo teatro en el que empezó a gestar, a fines de los '90, su impresionante carrera.

Este verano, Muscari se reencuentra con el circuito independiente y con el Auditorium, tras veinte años.

 

Por Paola Galano
@paolagalano

Muscari mira a los ’90. Sin querer o queriendo -en la cabeza de los verdaderos artistas todo se conecta-, se detiene en un concepto que ya hizo conocido -viral, diríamos hoy- el genial Kurt Cobain: volver al útero. En 1993, consolidado ya en el movimiento grunge, Cobain y Nirvana lanzaron “In útero”, un bestial álbum que anunciaba la marejada existencial en la que estaba envuelto. Lo hacía desde la música y, aún más allá, desde el concepto visual.
Veinticinco años después, desde la obra “Bollywood: una industria sin estrellas” (Teatro Auditorium), el director y dramaturgo José María Muscari destaca sus orígenes, porque de eso se trata el intento maratónico de volver al útero materno. Lo grita uno de sus personajes: “El under es útero, semilla, fiesta”.

Acaso la matriz de la que salió Muscari sea menos dramática que la del malogrado Cobain (se suicidó un año después de ese discazo). Por eso resalta en Bollywood la génesis creativa y colorida en la que empezó su carrera, como otros tantos.

Una actividad que arrancó siendo subterránea, bajo tierra, “underground” pero que, a cambio del anonimato de sus figuras, gozó de absoluta libertad. Todo puede decirse en esos patios traseros del circuito comercial.
Mientras hace flamear esta obra-manifesto en la que defiende el under a rajatabla, cuenta sin filtro cómo es la vida de un artista o de una artista del under. Y lo cuenta con humor y con artistas que son del under marplatense: porque sí, también Mar del Plata tiene su under y su circuito off y una gran comunidad de actores, cantantes, actrices, bailarinas, bailarines, directores de teatro, escenógrafas, vestuaristas, dramaturgos y dramaturgas que hacen del arte su modo de vida, que fabrican en invierno y en verano su propia “industria sin estrellas” y que apuestan por el trabajo. “Quién dijo que un artista es un ser especial, es una persona que trabaja”, dice otro personaje.

El director apela a la propia biografía de los artistas marplatenses, quienes fueron convocados a través de un casting, para ejemplificar que no tener fama no es sinónimo de no tener condiciones para el arte. Más bien todo lo contrario.
Natalia Nekare confirma su ductilidad y excepcional voz. Victoria Cortéz aprovecha el despliegue de su figura sobre el escenario para hacer docencia sobre las nuevas identidades sexuales, a partir de su condición de actriz trans. Y otro que despliega sensualidad es Diamond, el actor drag-queen también marplatense, por nombrar sólo algunos de los más de treinta participantes.

Y es verdad que todos se lucen: Agustina Gioe, Belén Alonso, Braian Urbanik, Bruno Bértoli, Bruno Sangiácomo, Clara Armayor, Deina Flow, Diamond, Emiliano Fernández, Enzo Cardinali, Facundo Luna, Favio Tobares, Gero Arias, Giuli Leguizamón, Jona More, Julieta Freije, Leo Lop, Lidia Beatriz Menguez, Maité Demarchi, Marianela Gisel Silva, Milton Cabral, Morena Pereyra, Nicolás Fiorentino, Pablo Emilio Rodríguez, Rodrigo Prado, Sebastián Lugo, Sofía Amoresano, Vero DLC, Verónica Fernández, Victoria Fernández y Victoria Varela. Y los foráneos, la actriz Mariela Asensio y el actor Emiliano Figueredo.

Como en capas, Bollywood reflexiona sobre lo que significa ser artista en una sociedad dominada por personajes mediáticos de dudoso talento, que se amparan, la mayoría de las veces, en el abolendo del apellido (los hijos de…). Y mientras dice todo esto, Muscari va contando cómo es India, cómo es su sociedad, cómo es su industria cinematográfica, la más grande del mundo, y cuáles son sus injusticias más horrorosas.

Muscari mira a los ’90. Porque fue en el mismo teatro Auditorium donde empezó a gestar su público fiel. En 1999, llegó siendo un desconocido a desandar el camino teatral con “Mujeres de carne podrida”. Sabe que los ’90 son recuerdo. Y que su prédica por volver al útero creativo del under es una gesta perdida de antemano, pero no por eso renuncia a su esplendor y a su desmesura para seguir creando.