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Interés general 4 de julio de 2023

¿El fin de los grandes liderazgos y la crisis de los partidos pueden generar algo nuevo en la política argentina?

Analistas políticos, encuestadores, periodistas y politólogos fueron convocados por este medio para analizar la actual coyuntura política y el futuro electoral, en coincidencia con los 40 años de democracia. ¿Puede imaginarse la irrupción, en un futuro cercano, de dos grandes bloques, de centro derecha y centro izquierda en reemplazo de los partidos tradicionales?", fue la pregunta que actuó como disparadora.

Por Marcelo Pasetti
twitter @marcelopasetti

 

¿Luego de cuatro décadas de democracia, tras los próximos comicios puede producirse un sinceramiento de la política argentina? ¿Continuarán vigentes los partidos tradicionales o estarán dadas las condiciones para el nacimiento, como en algunas democracias europeas, de dos grandes aglutinadores de ideas y voluntades como la centro derecha y la centro izquierda con una derecha y una izquierda democrática en ambos extremos? ¿La pérdida de gravitación de los dos últimos líderes y ex presidentes argentinos, tales los casos de Cristina Fernández -no logró imponer su candidato presidencial- y Mauricio Macri -no pudo evitar las internas en Juntos enfrentándose ahora con su otrora socio político- y la crisis de representatividad de los distintos sectores que conforman la política argentina, más la irrupción de un tercer espacio como el de los libertarios constituyen elementos que permiten un reordenamiento? ¿Las diferencias dentro de los frentes electorales o coaliciones, tanto en el oficialismo como en la oposición, con candidatos ideológicamente antagónicos prácticamente en la misma fuerza no serán una especie de antesala de lo que vendrá? Analistas políticos, periodistas, politólogos, encuestadores y ex funcionarios fueron consultados por LA CAPITAL en este contexto. Carlos Pagni, Jorge Fernández Díaz, Santiago Fioriti, Carlos Germano, Andrés Malamud, Mariel Fornoni, Daniel Ivoskus, Reynaldo Sietecase, Raúl “Bigote” Acosta y Daniel Katz, entre otros, aceptaron el convite de esta columna para analizar el presente y el futuro de la política argentina.

 

 

¿Vamos hacia un panorama con dos fuerzas claramente definidas de centro derecha y centro izquierda en la política Argentina, hacia un verdadero sinceramiento ideológico o todo seguirá como hasta ahora? Andrés Malamud, licenciado en Ciencias Políticas e Investigador de la Universidad de Lisboa remarca que la anterior es la tesis “irrealizada de Torcuato Di Tella”. No obstante, en lo personal sostiene que en la Argentina “los amores y odios son preideológicos: están determinados por la sociología antes que por la ideología”, para preguntarse luego si “¿acaso Insfrán (Gildo, gobernador de Formosa) es de izquierda y Loustau (Martín, precandidato a jefe de Gobierno porteño) es de derecha?”.

 

 

“La organización de la política entre izquierda y derecha, que reproduciría el modelo clásico europeo, ha sido el sueño de muchos pensadores y también de muchos políticos. Néstor Kirchner confesó esa preferencia en una vieja entrevista con Torcuato Di Tella, que pensaba igual. Kirchner imaginó que ese juego podía abrirse en una confrontación pactada con Mauricio Macri”, dice el prestigioso periodista y analista político Carlos Pagni. Empero, el marplatense, consultado por este medio, observa que al parecer “todavía no llegó el momento para esos alineamientos”, acotando que las dos fuerzas principales siguen conteniendo dentro de sí expresiones de centro izquierda y centro derecha”.

 

 

Observa Pagni que Unión por la Patria “tiene una corriente muy importante de kirchnerismo que convive con caudillos conservadores del interior y del conurbano. De hecho, lleva a las primarias a un candidato de derecha, como Sergio Massa, y a otro de izquierda como Juan Grabois. Massa y Grabois son los dos extremos del arco peronista”, sintetiza, para dirigir su mirada hacia la coalición opositora, revelando que en Juntos por el Cambio “sucede lo mismo. El dial -añade- va desde la derecha de Patricia Bullrich y Mauricio Macri hasta una centro izquierda socialdemócrata como la del radicalismo. Para ponerle un nombre: Martín Lousteau. El propio Horacio Rodríguez Larreta -completa el analista del diario La Nación- es un centrista que viene del peronismo y pertenece a una familia desarrollista. Y te sumo otro detalle: la UCR, aliada al PRO, es miembro activo de la Internacional Socialista”. Durante la charla, Carlos Pagni se pregunta “¿cuánto sobrevivirán estas coaliciones tan diversas?” para completar diciendo que existen indicios que hacen dudar de que, si no ganan la presidencia este año, las corrientes que se identifican con Macri puedan seguir conviviendo con el “radicalismo nostálgico de Raúl Alfonsín. En el peronismo -concluye- esa ruptura es menos probable: desde el primer día ese partido contuvo orientaciones contradictorias, a veces hasta llegar al choque sangriento, como ocurrió en la masacre de Ezeiza”.

 

 

Mariel Fornoni, máxima responsable de la consultora Management & Fit, está convencida de que la Argentina “está viviendo un fin de época” ya que los liderazgos que tuvimos en los últimos 15 años, con Cristina Fernández de Kirchner y Mauricio Macri, “hoy ya no pueden ni ser candidatos porque sus liderazgos han entrado en una etapa donde tienen un nivel de resistencia, de un lado o de otro, muy fuerte y eso hace que tampoco tengan el dedo del gran elector como lo podían haber tenido hace un tiempo. Esto nos lleva a una etapa de fin de ciclo”, insiste. La profesional nacida en Mar del Plata subraya que lo anterior “se va a cristalizar en una vuelta de página”, con dirigentes nuevos como los Wado de Pedro, los Kicillof, los Llaryora, las Losada, incluso los mismos Horacio Larreta, Patricia Bullrich o Martín Lousteau que “te pueden gustar o no pero están más allá de la vieja dirigencia política, con los prejuicios y paradigmas que tenía esa vieja dirigencia”. Mariel Fornoni sintetiza diciendo que hoy se vive una crisis que, como tal, depara una oportunidad que es la de “dar vuelta la página y empezar con una dirigencia que trate de saldar esos costados, esos extremos irreconciliables y que encare la política desde otro lugar. Desde el lugar de los acuerdos, sin liderazgos mesiánicos. Esa es la verdadera oportunidad”, finaliza.

 

 

El consultor y presidente de la Cumbre Mundial de Comunicación Política, Daniel Ivoskus no está tan convencido de un futuro cercano con dos grandes fuerzas de centro izquierda y centro derecha. “Primero -aclara- porque la sociedad no está asociando entre derechas e izquierdas. Fijate que inclusive en el sector de Javier Milei, hay mucha gente que no tiene nada que ver con la derecha y lo apoya”. Considera Ivoskus que el ordenador “se da por liderazgos, pero además es por contraste con el adversario. Yo lo veo mucho más por el lado de los anti, anti kirchnerismo, anti peronismo, anti macrismo, como ordenadores de ese primer tema del voto”, y acota que las internas de los partidos políticos, tanto la de Juntos como la del gobierno, “lo que están haciendo es alejar a la gente normal de alternativas que parecen, digamos, tentadoras porque están exclusivamente en esta etapa de la interna y eso los aleja mucho de la sociedad”.

 

 

El autor de “Matrix política: la construcción del candidato”, cree que en cuanto al futuro “va a ser clave qué pasa en esta elección y cómo se construye gobernabilidad y cómo le va al próximo gobierno”. Recalca Ivoskus que la sociedad no está pensando en términos ideológicos. “Fijate que ideológicos quedaron los de izquierda y sacaron un punto”, apunta para explicar que lo de Milei “es la frustración, es el antisistema, es los antipolíticos. Inicialmente se creía que era de derecha, y por más que su contenido de propuesta sea de derecha, el acercamiento y la sumatoria de votos está asociada totalmente a otra cosa”. En otro pasaje de la charla, el consultor grafica que observa una crisis de construcción de mayorías más que de liderazgos. Y lo explica. “Los tipos que más miden en la Argentina, en la actualidad, son grandes liderazgos. El problema de Cristina, de Macri, de Milei, de Patricia Bullrich, o de Massa, es que generan un piso alto de votos para que haya una sociedad fragmentada que pueda estar en torno de los 20 y 30 puntos, pero con un rechazo altísimo”, reflexiona. Para cerrar, indica que ve una “crisis de los partidos políticos tradicionales, crisis política y de representación, y te diría que hasta una desafección ideológica. No ordena el voto lo ideológico, sí lo anti, fundamentalmente, el votar en contra de”.

 

 

“No es tan sencillo descifrar cómo será la Argentina a partir de octubre, pero es indudable que habrá, porque ya lo hay, un reacomodamiento de los liderazgos políticos”, afirma desde CABA Santiago Fioriti, otro destacado exponente del periodismo político, también marplatense como Carlos Pagni e Ignacio Zuleta. Tras recordar que desde 2010, cuando murió Néstor Kirchner, Cristina se ungió definitivamente como la principal política del país y Mauricio Macri afianzó su liderazgo opositor, desde entonces, “ambos eclipsan el escenario”, el columnista político de Clarín y el canal TN cree que ambos “lucen y están más débiles”. Y analizando a Macri, sostiene que “comienza a resignarse” a ser un ex presidente, aunque todavía “conserva una opinión fuerte pero ha perdido brillo y protagonismo en las decisiones de su propia fuerza política”, incluso cuando Juntos por el Cambio no logre cohesionar, ya no una plataforma de gobierno “sino una idea de con quién debe aliarse y con quién no, y esto va de Milei a Schiaretti”.

 

 

Fioriti relata que Cristina Fernández “se mantiene con la voz de mando en el Frente de Todos, es la que ordena y disciplina, pero con niveles de popularidad muy bajos que hacen pensar que, salvo un milagro, continuará su camino descendente”, debilidad que “es aprovechada por dirigentes que en el pasado no hubiesen osado enfrentarla”. Ante el panorama que asoma, el periodista y analista refiere que las coaliciones que albergan a Cristina Fernández y a Mauricio Macri “podrían adquirir una nueva dinámica cuando se conozcan los resultados de las primarias de agosto”. Tras enfatizar que “nadie se suicida en política”, dice que lo que está por verse “es hacia dónde se perfilará quien asuma el poder en diciembre: si se acostará más a la izquierda o hacia la derecha, porque en ambas alianzas hay tensiones ideológicas y pragmatismo”.

 

 

“La crisis caló muy hondo y va más allá de las ideologías”, señala por su parte Carlos Germano, titular de la consultora política Germano y Asociados, quien sostiene que cuando tenés un 19,9% de trabajadores formales que viven en hogares pobres, o un 38,4% de los no formalizados viviendo en hogares pobres, y que el 30,1% de padres jefes de hogar son pobres “te das cuenta que hay una situación que va más allá de las ideologías. Hay una disociación muy fuerte -añade- y me parece que esto es lo que de alguna manera empieza a dominar el escenario electoral. El que quiere ser o la que quiera ser presidente de la República, va a tener que encarar a fondo estos temas” ya que, recalca, “estamos en una situación de ruptura social muy fuerte”. Germano puntualiza en su charla con este medio que lo que la sociedad hoy está reclamando es futuro, y la política “no se lo está dando”. Y amplia diciendo que hoy los sectores medios, que fueron el gran sostén histórico de la Argentina, con los pro y los contras desde los puntos de vista ideológicos, están en una situación de “desmejoramiento de calidad de vida, y lo que es peor, y me parece que ese va a ser el eje central de cualquier candidato que tenga aspiraciones, es cómo empezás a prever y a generar futuro”.

 

 

Se terminó la plata. Jorge Fernández Díaz es escritor, periodista y columnista político del diario La Nación. Se muestra convencido de que “está llegando a su fin un modelo de gestión política y económica, no porque haya una gran voluntad social en eso que habrá que ver en las urnas, sino porque a lo largo del tiempo ha demostrado ser un modo erróneo que multiplicó la pobreza y sobre todo porque se terminó la guita”. Insiste en que ese es un hecho “muy importante” ya que “cualquiera de los que tenga que encarar el próximo gobierno sabe perfectamente que se acabó el dinero, no es posible mantener un cepo cambiario, ni es posible seguir metiendo gente en el Estado, porque el Estado está quebrado y fundido”. Cree Fernández Díaz que la historia “está como urdiendo un hito nuevo, un cambio. Mucha gente que no estaba convencida de esto en 2015 hoy está más convencida. Y además hay más consecuencia de los trucos psicopáticos del kirchnerismo”, refleja. De todas maneras, dice que la lucha en la Argentina “siempre me pareció que fue entre una facción que había tomado las viejas mañas antidemoliberales, como decía Perón, contra la democracia liberal, pero que con los Kirchner lo que hizo fue profundizar un modelo feudal. Esa idea de hacer de Santa Cruz, de Formosa, de Neuquén, un modelo a nivel nacional. Eso es el kirchnerismo -añade- y ese proyecto necesariamente precisa dinero. El dinero se acabó y los que se opusieron de distintas maneras, buenas, malas, lo que sea, fueron aquellos que querían un país normal”.

 

Entusiasmado, el reconocido periodista capitalino habla de una Argentina “con una especie de dos almas”. Y lo amplía. “La Argentina no se divide en izquierdas y derechas. Está muy probado que en Argentina, desde hace siglos, por lo menos un siglo y medio, hay como dos almas. Hay un argentino -refiere- que es pro Estado, es endogámico, eso de vivir con lo nuestro, con un sentido muy arraigado. Y hay otro argentino más cosmopolita que cree más en el mercado, en salir al mundo, etc. Esas son las dos almas, las cuales son necesarias para convivir en un sistema no feudal, donde uno no quiera imponerse al otro para siempre”. Fernández Díaz considera que esos dos argentinos pueden ir conviviendo y alternándose con algunas políticas de fondo acordadas. “Esos dos argentinos -interviene- son necesarios porque a veces hace falta un poco de Estado, otra vez otro poco de mercado, a veces salir al mundo y a veces proteger algunas cosas nuestras y ser estratégicos”. Y opina que el sentido común “parecería estar ahí en el medio”, aunque, se queja, el problema es que los “populistas autoritarios, está probado que lo que quieren es detonar el medio. Y eso es lo que está sucediendo”.

 

 

Retomando el origen de la consulta, Jorge Fernández Díaz admite que no sabe “si vamos a llegar a un bipartidismo de centro izquierda y centro derecha” a la manera europea ya que en la Argentina “eso está roto”. No obstante, sí cree que pueden vivir “esas dos almas argentinas, que se pueden encontrar, claro, únicamente, si se llega a la conclusión de que se ha tocado fondo y que hemos fracasado con este modelo político que hoy tenemos. Eso se verá o se empezará a dilucidar a partir de diciembre próximo”, concluye su contacto con LA CAPITAL.

 

 

Ambidiestros, dice Reynaldo Sietecase con una sonrisa. “En Argentina -sostiene- hablar de derechas e izquierdas con partidos como el peronismo y el radicalismo es difícil, ya que los dos encierran sus propias tendencias ideológicas opuestas. Por decirlo de alguna manera, son ambidiestros”. Reconoce el periodista que conduce “La inmensa minoría” en Radio con Vos, que “lo que sí se instaló es la lógica de las coaliciones. El país -recuerda- pasó del bipartidismo al formato de bicoaliciones primero y ahora con la aparición de Javier Milei, a tener una derecha pura y dura que hace balance con la izquierda clasista con presencia electoral hace años”.

 

 

Para Sietecase, en la Argentina se abrió un escenario con dos opciones: una de centro derecha y otra de centro izquierda, y a cada uno de sus lados, otras dos alternativas de derecha e izquierda al estilo Vox y Podemos en España. “En la derecha -comenta a este medio- el sector de Patricia Bullrich tiene más empatía con Milei que con Rodríguez Larreta, y éste tiene más que ver con la UCR tradicional que con Bullrich. Y en el peronismo, parece haber más empatía entre Scioli y Massa con Larreta que con el kirchnerismo, independientemente de los acuerdos electorales de coyuntura. Por otro lado -añade- la izquierda tradicional mantiene su antiperonismo explícito”, Y en este contexto, el periodista nacido en Rosario observa que estamos “en un período de transición”, impulsado por “cierto hartazgo” de la ciudadanía con la dirigencia electoral, y potenciado “por el ocaso electoral, -por diferentes razones- de los dos dirigentes que marcaron los últimos veinte años del país, Cristina Kirchner y Mauricio Macri. Da toda la sensación de que puede haber un reformateo de las fuerzas en pugna. Intuyo que nada será como era”, concluye.

 


También desde Rosario, el periodista y escritor Raúl “Bigote” Acosta se suma al debate, aunque haciendo hincapié en que el faltante de nuestra democracia “es la conversación”. “Conversar, parlamentar. El Parlamento, como institución donde todos los que fueron votados se encuentran. Tiene un sentido en las democracias parlamentarias y otro en las que tienen un sistema presidencialista. Nuestra democracia -refiere- es hiperpresidencialista”. “Bigote” Acosta relata una anécdota. “Cuando se habla de encontrar puntos en común recuerdo la frase de Perón a Pino Solanas: “vea Pino, si en una discusión usted consigue el 50% de lo que se propuso ¡pague el asado!”. Se refería a que el punto de encuentro nunca está en los extremos. Todos debemos ceder”, dice. En consecuencia, reflexiona que Argentina necesita entender “que el camino es ese, dos márgenes de un solo río. Y agregarle una cuestión que cada tanto se olvida. La democracia es perfectible, pero ninguno es perfecto. La sustancia es el voto y debemos ayudarlo con alternancia en los mandatos y respetos por las mayorías”.

 


La política argentina, a partir de la instauración de la democracia en 1916, reconoce y ha transitado su historia alrededor de un bipartidismo clásico encarnado por la Unión Cívica Radical y el Peronismo. Y cada uno, con sus características y principios, fueron los movimientos de masas que dominaron el escenario político durante casi cien años de vida pública en nuestro país. Con el correr de los años, y la desaparición de sus líderes fundacionales, cada una de estas expresiones fue admitiendo tonalidades diferentes dentro de sus propias filas. También los recurrentes golpes de Estado que “congelaban” la actividad partidaria constituían un lógico freno al debate interno, a la evolución y aggiornamiento de su ideario y bloqueaba la aparición de nueva expresiones y dirigentes dentro de cada partido. Pero desde 1983 estamos viviendo una situación inédita para los argentinos como es la de mantener una continuidad democrática ininterrumpida por casi 40 años. Y esta nueva etapa generó visiones superadoras respecto al pasado, en donde se plantearon alineamientos por denominadores comunes transversales como lo fue el llamamiento al Tercer Movimiento Histórico por parte de Alfonsín o la concurrencia de ideas que se dio en su momento entre los sectores de la renovación peronista de ese entonces y los cuadros medios de la UCR, sobrepasando incluso los establishment de sus propios partidos, sostiene el ex intendente y ex diputado nacional Daniel Katz.

 


La aparición en escena del kirchnerismo, fundamentalmente a partir de 2007 con Cristina Fernández y un discurso “pseudoprogresista” que absorbió a la mayoría de los sellos partidarios de izquierda, “sumado a convicciones y modales autocráticos explicitado en el ya famoso ‘vamos por todo’, provocó un realineamiento de la política nacional en donde el objetivo de los principales partidos de la oposición era sostener la república y sus instituciones, el respeto a la Constitución, y terminar con una “corrupción sistémica de su gobierno”. Así, dice Katz, en ese clima de “Cristina eterna” surge Cambiemos, conformado básicamente por el PRO, la UCR y la Coalición Cívica que llevó al gobierno a Mauricio Macri en 2015. El ex jefe comunal considera que hoy la situación “se ha modificado drásticamente”. Y añade que “el kirchnerismo y su conductora se perciben en el ocaso y ya no generan temores ni se especula con su eventual reacción a lo que no acepten. Mauricio Macri se autoexcluyó de la contienda electoral y su alejamiento le ha hecho perder influencia política dentro de su espacio de pertenencia. Apareció un tercer espacio, los libertarios representados por Milei, bien posicionado electoralmente y representando a una derecha democrática”. En este marco, visualiza que a partir de estas cuestiones se comienzan a revelar diferencias dentro de los frentes políticos preexistentes. “Ya no se muestran unidos por el temor al rival o la obediencia al líder, sino que se comienza a correr esa barrera y se da paso a una identificación y acercamientos ideológicos de manera más clara”.

 

 

Así, Daniel Katz se pregunta si “¿Macri realmente tiene más coincidencias con la UCR y la Coalición Cívica o con Milei? ¿Es razonable que sectores de Juntos por el Cambio se perciban más cercanos a Schiaretti que a Espert? ¿Existe una síntesis ideológica entre Massa y La Cámpora? ¿Son caudillos provinciales como Juan Manzur, Insfrán o Capitanich, representantes genuinos del progresismo?”. El ex jefe comunal aventura que “es muy probable” que estemos viviendo el inicio de una época distinta desde el punto de vista de la representación política. “Un tiempo -subraya- en donde se comiencen a dar realineamientos políticos y sinceramientos ideológicos que permitan al ciudadano tener una oferta electoral más nítida y amplia. Millones de argentinos hemos votado en muchas oportunidades con el ánimo de estar apoyando al mal menor cuando la decisión en la urna debería estar signada por la convicción y empatía con los candidatos, su trayectoria, coherencia, credibilidad y las ideas que ellos representan”. Así, independientemente de la “alquimia electoral actual”, cree que estamos en el principio del armado y consolidación de coaliciones que “seguramente dividirán el tablero político en dos grandes sectores predominantes, uno de centro derecha y otro de centro izquierda, en donde la mayoría de la sociedad argentina encontrará su referencias y preferencias electorales, más el agregado de representaciones menores a ambos lados del arco ideológico, con posiciones más radicalizadas pero siempre dentro del orden y reglas de la democracia”.

 

 



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