por Víctor Molinero

 
Necesitaron un Mundial maradoneano para entenderlo. Recién ahí percibieron, “perspicaces”, que estaban viendo historia. Que ese jugador que llevaba más de 15 años siendo el mejor futbolista del mundo no era uno más.

El “Where is Messi” no era exclusividad de los árabes, los mexicanos o la prensa madrileña tras la derrota en el debut de Qatar 2022. Todavía por estos lados hubo quienes expresaron una vez más su recelo para con la figura del “10”. Edulcoraron sus ácidas críticas con algún elogio al pasar pero siempre se mantuvieron agazapados.

En los medios centrales se cuidaron un poco más, es cierto. Los del “minuto de silencio”, los que pedían que renunciara a la Selección, los que descubrieron la veta del “critica al venerado y triunfarás” (que se inició cuando Diego le dio entidad al “vos también la tenés adentro”) parecieron hinchas de la primera hora. De todas formas siempre está el archivo.

Es verdad que sus mejores años en la Selección fueron los últimos. Que se vio a un jugador más cerebral, más allá de sus condiciones técnicas de “Play Station”.

Pero no había que ser hincha de Barcelona para entender que ese jugador que maravillaba al mundo con la camiseta del club catalán era único. Que estaba haciendo historia.

No es casualidad que, tal como sucedió con Diego en su momento, el solo mencionar su nombre en cualquier lugar del planeta abriera puertas. Ahí si la admiración parecía unánime. Y se reflejó en Qatar, con hinchas de la Selección Argentina llegados de diversas culturas y orígenes. No eran argentinos pero entendieron que estaban viendo historia. Por eso, además, ayer en el estadio Lusail miles de espectadores que habían reservado la entrada para ver a su equipo en la final no se desprendieron de ella ni la revendieron aún cuando su selección había quedado fuera de competencia. Es que no era una final más. Era la última del mejor futbolista del siglo.

Como pocas veces, gran parte del mundo quería que un jugador ganara la copa. Cuesta encontrar, incluyendo a otros deportes, una figura que haya concentrado, detrás suyo, tanto apoyo universal.

Es que en redes se viralizaron durante todo el Mundial no sólo los multitudinarios festejos de Bangladesh. Sino también las emociones que generaba el “10” en personas de distintos rincones del planeta, incluidos mexicanos, brasileños e ingleses. Deportistas mundialmente reconocidos, músicos y artistas de Hollywood también expresaron su amor por el crack argentino.

La última función en una final mundialista del “10” multiplicó todas esas emociones universales. Porque una vez más, dio la cara con sus dos goles en la final. Y con el penal convertido en la definición.

Y entonces sí, hasta aquellos que durante años le cuestionaron su falta de rebeldía, dejaron aflorar la emoción y cayeron rendidos a sus pies.

Lamentablemente, por una cuestión de calendario, a Lionel Messi no le quedan tantas funciones por delante. Y los que recién entendieron que ese jugador no era uno más, dejaron pasar la oportunidad única de haber sido contemporáneos de uno de los tres mejores futbolistas de la historia. No saben lo que se perdieron.