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Opinión 17 de julio de 2020

Nuestro viernes negro

Foto: EFE | EPA | CJ Gunther.

por Laura Sabatini

En estos días de cuarentena extendida me volvía a la memoria un texto de Freud sobre “El malestar en la cultura”, quién entrega su manuscrito una semana después del “Martes negro” de octubre de 1929 (el día que cayó la Bolsa de Nueva York provocando una crisis económica de gran envergadura para el mundo entero). Es aquí donde me surge la analogía con el 19 de marzo de 2020, nuestro “viernes negro”.

Efectivamente Freud para ese entonces había pasado la experiencia de la pos-guerra y agudizaba su mirada hacia el lazo social y las consecuencias de su ruptura.

Su texto apuntaba a trabajar las identificaciones de las masas (identificaciones imaginarias que se abren paso a una economía libidinal sostenida por el narcisismo).

Así surgen las ideas de los “unos y los otros en rivalidad”, grieta que no escapa a nuestra realidad actual.

La satisfacción narcisista queda del lado de los “nuestros” y se eyecta la agresividad contra “los otros”.

Y dado que este mecanismo refiere a un mecanismo infantil, toda culpa quedará del lado del rival.

No cabe duda que los argentinos estamos divididos en dos desde tiempo remotos impidiéndonos ver cuestiones de fondo. Pero sobretodo desconociendo que la salida estará de la mano de la unidad y no de la individualidad.

En la actualidad, frente a tantas noticias “corriendo a chorros por la tele” no podía dejar de preguntarme por este malestar en la cultura del 2020.

¿Será el virus, será la sensación de falta de libertad, será el asilamiento, será que todo se aquietó sin aviso? Las calles desoladas, el silencio que recorre a la ciudad, el miedo al contagio, un virus ladino que está en el camino acechando.

Este suceso es sin dudas algo inédito, no tuvimos nada que nos anticipara esto, no hubo un preaviso que nos permitiera prevenir, nos tomó literalmente desprevenidos.

Si bien esta situación es de carácter mundial, y estamos todos en el mismo barco, a cada quien le trae lo suyo. Nos confronta a lo ineludible, y por ello, de alguna manera, hay que darle una respuesta emocional.

Pero, ¿cuál es la correcta? ¿Existe una respuesta correcta?

Estamos viviendo la dimensión de la incertidumbre. Aquello que por desconocido no lo sabemos.

Es posible que algunos sientan angustia en mayor o menor medida, que tengan temor, ansiedad, que pasen por períodos de insomnio ó que estén irritables. Todas estas respuestas son esperables frente a esta situación inesperada.

Muchos de mis pacientes se preguntan si todo va a volver a ser como antes después de esta cuarentena. Este tiempo de pandemia hace signo de pregunta sobre el futuro.

Y como nadie tiene la respuesta, esta imprecisión, nos lleva a tener un aumento considerable de la ansiedad.
El virus y sus implicancias han invadido los espacios de consulta Psi.

Para nosotros los profesionales de la salud mental también fue un gran desafío dar comienzo a tratamientos bajo el modo de atención online. Hoy la gente genera una entrevista y nosotros nos presentamos a través de cámaras y video llamadas. Un mundo COVID absolutamente nuevo que propone replantear los encuadres y tratamientos.

El aislamiento (y su impacto socio-económico-político) es tema central de las sesiones. Con mis “consultantes” tratamos de darle un sentido a esta situación que se presenta casi sin sentido.

Es innegable que durante este periodo de distanciamiento social, mucho se puso en juego, desde la estabilidad emocional, las relaciones interpersonales, los trabajos, la escuela de los chicos, las rutinas, las reuniones con amigos, las fiestas, los abrazos y los mates compartidos.

Nos encontramos intervenidos por una sensación de dolor, angustia y tristeza que se sienten en el pecho y que terminan con mucha ansiedad por la incertidumbre en la que estamos inmersos.

Nadie nos puede asegurar nada. Y esto nos unifica ya que estamos todos expuestos por igual. Para todos es sin dudas una situación muy compleja.

Algunos colegas, expertos en crisis humanitarias lo comparan con la sensación que deja una guerra. Como una post guerra. Como salir a un mundo que quedó lastimado.

Todos hemos perdido algo de alguna manera.

Suelo preguntar a mis pacientes ¿qué sienten, cómo se sienten y qué creen que han perdido? La conexión con sus emociones es fundamental.

También los reúno con sus herramientas, aquellas que les puede facilitar alguna salida. Es importante ubicar aquello que pueden hacer y diferenciarlo de lo que temporalmente está impedido.

Asimismo también trabajo considerando la dimensión del tiempo, evaluando con ellos el tiempo de cronos (reloj) y el tiempo del inconsciente. Hablamos mucho sobre el antes, el durante y el después.

Lo importante es aceptar que este virus llegó y trajo un gran cambio. Probablemente el mundo no será literalmente “como antes”.

Al final de este recorrido, cuando salgamos de la madriguera, al modo del cuento de “Alicia en el país de las maravillas”, nadie será el mismo que entró.

Estoy convencida que seguramente hablaremos de esto durante mucho, mucho, tiempo. Será parte de películas, libros y poemas.

Será necesario tener recursos simbólicos e imaginarios para envolver estas vivencias, apegarnos al lazo social y a la transmisión simbólica hacia las generaciones venideras generando relatos de lo sucedido, resignificando lo que implicó para cada quien estas pérdidas.

Armaremos a modo de un gran tejedor una trama zurciendo aquello que dejó agujeros, le haremos un borde, para que las cosas vuelvan a funcionar.

Te propongo que veas la crisis como oportunidad, haciendo del problema una solución.

Es cierto que esto no es sencillo, pero te permitirá evolucionar y crecer.

Recordá que este virus solo puede aislarnos temporariamente.

(*): Licenciada en Psicología. IG: @lic.laurasabatini



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