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Policiales 13 de febrero de 2020

“Ojalá yo pudiera estar al lado suyo, fiscal, para poder buscar al culpable”

La policía Rosa Saino, imputada y detenida desde 2017 por el homicidio del cardiólogo Roberto Tortorella, volvió a declararse inocente a pesar de que su amiga, otra de las acusadas, la había incriminado directamente.

Rosa Saino.

La policía Rosa Saino, una de las tres mujeres incriminadas en el crimen del cardiólogo Roberto Tortorella, volvió a declararse este jueves inocente en una nueva audiencia del juicio oral y público que se desarrolla en la sala del Tribunal Oral N° 4.

“Ojalá yo pudiera estar al lado suyo para poder buscar al culpable”, le dijo al fiscal Leandro Arévalo en un pasaje de su interrogatorio, que se extendió durante dos horas. En ese marco, reiteró su desconocimiento de las razones por las que fue imputada y detenida desde marzo de 2017.

Tal como lo había hecho en la etapa de instrucción, Saino confirmó que estuvo en la casa del médico Tortorella y reconoció su relación de amistad con Deborah Faijós, la otra acusada y quien en la primera jornada del debate, el martes, la había señalado directamente como la autora del homicidio.

Saino explicó que estuvo en la vivienda de la víctima y mencionó que había ido a la casa a auxiliar a su amiga, que estaba drogada porque es adicta a los estupefacientes. En ese marco, indicó que desconocía que ese mismo día había sido asesinado Tortorella y que recién supo la noticia horas antes de ser detenida.

También expresó que tenía “una buena relación, de conocidas” con Erica Córdoba, la tercera mujer incriminada en el hecho, y a quien tenía agendada en su teléfono celular.

A pesar del relato de Saino, el fiscal Arévalo indagó fuertemente y remarcó cada contradicción que surgía entre la palabra de la acusada y las pruebas obtenidas durante la instrucción, así como la cotejó además con la versión de Faijós. Vale recordar que el martes ésta había dicho que fue la policía la que mató a Tortorella para robarle.

Tras finalizar la indagatoria de Saino, declararon cuatro testigos: la secretaria del médico, un vecino y dos hombres que habían ido a pescar al arroyo donde la policía encontró el cadáver.

La versión de Faijós

Durante la audiencia del martes, Faijós recordó que conoció a Tortorella a mediadios de febrero de 2017 -sus datos carecieron de exactitudes-, cuando ella había ido al barrio Centenario a comprar drogas. También contó que ese día se fue con el médico, quien le ofreció un trabajo: estar con él.

El hombre le ofrecía comprarle droga a cambio de su compañía. “Así que empecé a vivir con él. Otra noche fuimos a comprar droga al Centenario y lo veo hablando con Erika (Córdoba). Nos fuimos y ella lo llamó, porque se había separado de la mujer (es lesbiana) y no tenía dónde ir, por lo que Roberto la invitó a la casa”.

Esos días -que para Faijós eran a fines de febrero o principios de marzo- los tres vivieron en la casa del médico, en El Zorzal al 400, hasta que Tortorella notó que le faltaban objetos de valor. “Erika decía que había una caja fuerte llena de plata en el lugar, yo nunca la vi”, dijo y contó que ella le dijo a Tortorella que echara a Córdoba de la casa. “Ahí ella se enojó y me amenazó”, dijo.

Luego, explicó que vivía drogada e intoxicada. No tenía celular, ya que cada vez que conseguía uno lo cambiaba por más y más droga, así que comunicarse con ella era algo bastante engorroso: había que llamar a alguna amiga, a alguna persona que estuviera con ella o por Facebook.

“Otro día voy al Centenario a lo de una amiga, y Erica la llama para hablarme. Ahí me dice que Rosa me estaba buscando y que quería verme”, contó Faijós. Y agregó que ese día se encontró con la policía quien, según sus palabras, le dijo: “Me comentó Erica que estás saliendo con un viejo que tienen plata, una caja fuerte y yo tengo deudas ¿se lo puede robar?”.

“Con Roberto no”, dijo Faijós que le contestó a la mujer policía. Sin embargo, narró que el 17 de marzo de 2017 Saino entró a la casa de El Zorzal al 400 por la puerta de la cocina, la que Tortorella siempre dejaba abierta para que su perro pudiera salir.

Faijós contó que le ofreció un té y luego la policía, que estaba de civil y con una mochila en la espalda, se fue a un baño. “Le digo a Roberto que se levante para llevar a Saino a su casa. Él pone en marcha la camioneta, levanta el portón, viene a la cocina y Rosa lo sorprende por atrás con un revólver”, mencionó Faijós en el juicio.

“Roberto empezó a gritar y mientras gritaba Rosa le pegaba. Él me pidió ayuda, le di la mano, pero no podía hacer más nada. Agarré un destornillador con el que picaba la droga y Saino me dijo que me calmara o me hacía boleta. No pude reaccionar, estaba muy drogada. Quería ayudar a Roberto, pero no podía”, dijo Faijós.

“Rosa llevó a Roberto hasta un cuarto, lo esposó de pies y manos y le empezó a meter medias en la boca y encintarlo. Después le puso una almohada en la cabeza, se sentó, me miró y me dijo: ‘Me vio la cara, lo tengo que hacer boleta’”, narró Faijós entre llantos y agregó: “Roberto empezó a temblar, empezó a temblar hasta que no tembló más”.

Faijós explicó que Rosa comenzó a limpiar la escena del crimen y luego le pidió que manejara la camioneta porque ella no sabía. A lo que accedió por temor a ser asesinada.

Faijós narró que junto a Saino hicieron una parada en una casa del barrio Don Emilio, en la que la policía buscó una pala y luego fueron hasta la zona del Arroyo los Padres, donde finalmente fue hallado el cuerpo de Tortorella.