La Justicia de Garantías ordenó la prisión preventiva de Jonathan Cáceres por el crimen de Elizabeth Othondo, la mujer de 81 años que fue asesinada durante el robo en su casa del barrio San José.

De esta manera, el peón de techista imputado por “homicidio agravado por su comisión con alevosía, criminis causa y por ser cometido contra una mujer” seguirá detenido en la Unidad Penal 44 de Batán mientras el fiscal Leandro Arévalo avanza con la investigación en su contra.

El fiscal Arévalo consideró que se encuentra probado que el 2 de junio de 2023, entre las 5 y las 7, Cáceres tras acceder a los techos de la casa de Rodríguez Peña 2720, ingresó al patio interno y esperó a que Elizabeth Othondo abriera la puerta. Una vez dentro del lugar, aproximadamente a las 9.30, de manera violenta comenzó a exigirle elementos de valor, tras lo cual le comenzó a propinar múltiples golpes en la cabeza con un elemento contundente, la redujo y se apoderó de diversos elementos de tecnología (notebook, celular) y alhajas luego de revolver toda la vivienda y romper el sistema de alarma.

Para el fiscal, el ataque de Cáceres se mantuvo hasta asegurarse que Othondo, quien se encontraba sola e indefensa en su vivienda, no pudiera siquiera gritar y resistirse al robo, para lo cual fue sometida a una intensa, brutal y violenta sucesión de golpes en la cabeza y posteriormente quemada, Además intentó incendiar el lugar para garantizar su  su impunidad: abrió las llaves de gas de la cocina con una evidente intención de hacer estallar la vivienda.

Arévalo destacó que Cáceres conocía a la víctima antes del hecho, ya que había ido al menos diez veces a su casa como peón de techista para realizar diferentes trabajos en los techos, por lo que conocía la casa, el sistema de alarmas y los movimientos de la víctima.

Al analizar las pruebas, el juez de garantías Juan Tapia concluyó que se verificó “un indicio de oportunidad delictiva, derivado de la presencia de Jonathan Cáceres en las inmediaciones de la vivienda de la víctima, momentos inmediatos posteriores a la consumación de los hechos investigados, como así también del conocimiento previo y especial que tenía de la víctima y sus hábitos, con quien residía, como se distribuían los ambientes de su vivienda y sus elementos de seguridad, todo lo cual facilitó la perpetración del delito, en la modalidad reprochada”.

Además, el juez Tapia destacó otra serie de pruebas, como los elementos de la víctima hallados en el allanamiento en la habitación de un hostel en el que residía Cáceres, como un reloj marca Tissot y otro marca Montreal. Además, durante un allanamiento a un hombre que se dedicaba a vender objetos robados se halló una notebook marca Apple Mac Book Pro, perteneciente a Othondo. El hombre, que quedó imputado por encubrimiento, reconoció que fue Cáceres quien le llevó esa computadora para “reducirla”.

“La valoración conglobada de los elementos analizados permite apreciar la convergencia de indicios serios, graves y
concordantes suficientes para sostener, con el nivel de convicción requeridos en esta instancia, tanto la existencia de la conducta ilícita investigada, como así también la autoría que se le atribuye a Cáceres”, concluyó el titular del Juzgado de Garantías N° 4.

Finalmente, al tratarse de un delito que contempla la prisión perpetua, el juez consideró que existe un riesgo procesal real y por eso también ordenó la prisión preventiva de Cáceres.

Cabe recordar que Cáceres, quien es un exconvicto que había sido condenado por “robo agravado con privación ilegal de la libertad”, también está acusado de haber matado a María Angélica Rossi (74) en su casa del barrio Bosque Peralta Ramos, con una mecánica similar a la empleada en el crimen de Othondo: también realizó trabajo en el techo de la vivienda y a la anciana también la mataron con golpes en la cabeza y luego prendieron fuego la casa.

El crimen de Rossi es investigado por la fiscal Florencia Salas, quien solicitó una prórroga para definir si pide o no la prisión preventiva de Cáceres por este crimen, mientras aguarda las pericias del cotejo entre el molde del cráneo de la víctima y las herramientas secuestradas a Cáceres para ver si alguna pudo haber sido el arma homicida.