CERRAR

La Capital - Logo

× El País El Mundo La Zona Cultura Tecnología Gastronomía Salud Interés General La Ciudad Deportes Arte y Espectáculos Policiales Cartelera Fotos de Familia Clasificados Fúnebres
Cultura 14 de septiembre de 2023

Pequeña editorial artesanal apuesta por el cruce entre lo poético y lo visual

La escritora Paula García y la ilustradora Paula Rivera son las creadoras de El Altillo, un espacio en el que dictan talleres y producen sus propios fanzines. Para esta ocasión, comparten con LA CAPITAL algunas de sus producciones literarias y visuales.

Ilustraciones de Paula Rivera (El Altillo).

Por Paula García y Paula Rivera

Polilla

Dijiste que te gustaría ser polilla y me sentí culpable. Recordé la cantidad de polillas que he maltratado, aplastado contra la pared con todo tipo de objetos, asfixiado con productos dedicados. Pensé que estabas haciendo un chiste, hasta que empezaste a hablar de la polilla con ternura. Hasta inventaste una historia con estos bichos (¿le puedo decir bichos?). Te escuché. Y me pregunté si estabas hablando del mismo insecto gris, que siempre resulta marginal en el ecosistema diseñado por humanos. Y sí, era el mismo. Pero lo describiste con tanta belleza… Y es que es eso lo que pasa cuando vos hablás. Se desarman mis estructuras, me cuestiono, me vuelvo amable, me vuelvo sensible… y hasta miro con cariño a las polillas. No sé si es que no tengo convicciones o que vos me gustás mucho… Sea lo que sea, anoche dejé a una polilla dormir en mi sillón. Y le vi las alas… finitas, transparentes… La vi con tu ojos, le hablé con tus palabra. Sentí que me perdía a mí misma. No me gustan las polillas. Pero puedo hacer una excepción.

Piñata

Piñata

Otra vez salón, pelotero, animador gritón, niños que no son suyos. Otra vez todo. Otra vez sin entender por qué lo invitan. ¿Acaso la paternidad trastoca todas las convicciones? ¿Acaso la maternidad vuelve divertido lo que antes aborrecías? Y para no alterar ni un ápice del ritual, otra vez la piñata solidaria fantoche, con bolsitas que pisotean el ingenio de la remera-junta-caramelos, con turnos para evitar raspones, con promesas para que nadie se frustre, como si no fueran a terminar todos en terapia a los 30. Cuando el animador termina de decir “tres”, Pancho siente que una fuerza sobrehumana, sin rasgos de civilización, lo empuja a lanzarse a la lluvia de caramelos, chupetines, autitos de plástico, espejitos de papel, anillitos de silicona y un sinfín de boludeces indescriptibles. Arrasa con todo, incluso con un par de niños llorosos. Le saca la lengua a una niña desconsolada y se va del salón corriendo, como si estuviera jugando al ring raje. Ya en la esquina, se mira en el espejito de papel mientras mastica un Sugus.
—Te la debía… —se dice—. Ya podés dejar terapia.

Planto cosas en dedales

Planto cosas en dedales

Planto cosas en dedales.
Escribo versos robados en granos de arroz.
Pico deseos en tablitas de gelatina.
Anoto recuerdos en copitas de jerez.
Pateo pelusas para tu lado del colchón.
Escondo enojos bajo el mantel.
Escurro chistes en un balde agujereado.
Planto cosas en dedales. Porque por algo se empieza.

Porque llovía

Porque llovía

Otra vez la misma farsa. Basta que se larguen las primeras gotas para ilusionarme. Entusiasmada, se pone ese pijama desteñido que roza la tristeza, acaso la enfermedad terminal. Se hace un té, me abraza y me lleva a su cama. Trato de no emocionarme. Me acaricia, me mira con atención. Cada tanto se distrae con la lluvia, pero logro que vuelva a mí. Hasta que llega él y ya nada de lo que tengo para ofrecerle parece suficiente. Aunque él no la mire, aunque ostente indiferencia, aunque solo se acerque para ser acariciado y no acariciar.
No importa cómo termine lo que tengo para contarle, no importa si lo mejor está por venir. No importa que él le enganche los hilos de este acolchado recién estrenado. Él gana. Yo pierdo, condenado a quedar estancado en la página 48 por días. El muerto que habla. Qué coincidencia. Y después se queja de que conmigo no puede avanzar… Ya se va a cansar de los pelos por todas partes y, contra mi voluntad, estaré aquí disponible.

El Altillo es un espacio de Mar del Plata coordinado por la ilustradora Paula Rivera, y la escritora y profesora en Letras Paula García. Las creadoras dictan talleres de fanzines, escritura e ilustración y, al mismo tiempo, producen sus propios fanzines en los que cruzan la palabra poética con la imagen. De este modo, surge esta pequeña editorial artesanal dedicada al diálogo entre poesía, narrativa e ilustración. Su catálogo completo puede verse en https://elaltilloeditor.empretienda.com.ar/



Lo más visto hoy