Cultura

Pinceladas de la ciudad (Mar del Plata desde adentro): A fuego lento

Por Alejandra Lagraña Varela

Con la tecnología y avances de la ciencia los “Hombres”, las personas, no han podido cumplir la promesa y juramento, será que los tiempos son muy cortos que no dan para mirar al otro en su dolor y pesar o es simplemente por dinero, un sueldo que no llega y la dejadez y miserias humanas quedan al descubierto a la vista de unos pocos que quieren ver sin poder resolver. ¿Es que hay que enseñar a amar a no ser indiferente ante la necesidad del “otro”? La preservación de la vida viene instalada en nuestro instinto animal.

Qué diría Florence Nightingale, esa precursora de la enfermería profesional y de grandes cambios en la atención al enfermo si recorriera los hospitales de nuestro país. Si viera los recursos actuales comparados con su tiempo. Si implementara su amor y dedicación actualmente, logrando milagros, seguro la tildarían de santa.

Hoy la realidad nos deja muy atrás, pensando en qué nos estamos convirtiendo. He visto en la guardia de un hospital la desesperación de los médicos por reanimar a un bebé que llega sin vida, alguno hasta llorando al imaginar que podría haber sido su propio hijo. El médico estudió para dar, para mejorar, ninguno estudió para ser observador y silente, dejando la vida pasar sin remedio. Se sabe que nadie quiere todo esto como está, que hay muchos cansados, agotados, como esperando algo que nunca llega, que no alcanza.

A veces se hace eco, un rumor, un supuesto, pero igual se sigue tirando de la soga… soga que nosotros mismos llevamos en el cuello pero, mientras podamos respirar, qué más da. Parece que todo está cocinándose a fuego lento, podríamos quedarnos con la resignación de una escritura bíblica y decir “es lo que iba a pasar… ya estaba escrito”.

Pero cuando levantamos la vista y miramos a nuestro alrededor nos damos cuenta de que todavía podemos seguir… Para cambiar y mejorar.

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