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Cultura 26 de septiembre de 2016

Pinceladas de la ciudad (Mar del Plata desde adentro): Carlos, esas manos en la radio

Por Pablo Garcilazo

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Carlos tiene un tinte de bocho electrónico. Esos que saben solo mirando. Su vozarrón, podría ir de la mano con una de sus más grandes pasiones. Resonaría con un matiz muy interesante. Me refiero a la radio. Sin embargo, lo suyo son las manos en la radio. Lo técnico, las instalaciones. Lo que no se ve ni se escucha, pero le da la base fundamental.

Carlos vive en el barrio Santa Rosa de Lima, cerquita de lo que fue el camping de la Universidad Nacional de Mar del Plata. Estudio mecánica y electrónica en una escuela técnica y empezó a meter mano entre válvulas, transistores, transmisores, micrófonos, circuitos, antenas y descubrió allá por los años 70 algo que lo acompaña hasta hoy: la pasión por la radio, en especial el mundo de los radioaficionados.

Los radioaficionados cumplieron en Argentina un rol importante en servicios de comunicación como inundaciones, incendios, servicios públicos, sanitarios, defunciones. “Hoy, es algo que lo cultivan apasionados de aquella época, personas vinculadas a la electrónica mediante los radioclubes y en altamar como una muy importante vía de comunicación ya actualizados en el progreso electrónico con transmisiones vía satélite, por remote lunar, digital, por digimodo” señala Carlos. Todavía se conserva esa firme tradición de hablar con alguien que está muy lejos a la mañana temprano, a la hora de la siesta y al final de la tarde. La compañía en las distancias.

“Se usaba muchísimo. Recuerdo como nos costaba mucho tener que decir vía radio un fallecimiento. Fue muy útil a la sociedad en su momento, con el tiempo era como una especie de chat, uno hablaba muchísimo con las personas sin verlos”, apunta Carlos. “Somos muy amigueros los argentinos, los uruguayos, los brasileños”. Si bien hoy tenemos muchísimos medios tecnológicos de comunicación en algunos estados como Chile, Bolivia, Perú se sigue utilizando este servicio.

Allá por los 90, Carlos con su hijo Horacio instalaron una antena para la casa de encuentros Cura Brochero y se lanzaron a montar una radio casera para los jóvenes del barrio. Al principio transmitían carreras de cuatriciclos de sus hijos y amigos en el parque Camet, después a contar algo de lo que pasa en el barrio. “Vos vieras cómo hablaban los chicos, ponían música, como se expresaban en infinidad de temas, un espectáculo”, dice Carlos con cierta emoción en su cuartito de herramientas con parlantes, consolas, micrófonos, equipos de radio y su ventana desde donde se puede ver la gran antena donde sigue comunicándose junto a esas manos de la radio.

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Mirar como si fuera la primera vez lo cotidiano de nuestra ciudad y su gente. Con ese fin nacieron estos escritos, que se desprenden de los micros radiales “Acercando el oeste y Mar del Plata”. Son voces barriales desde la salud, la comunicación y la integración comunitaria.