Pinceladas de la ciudad (Mar del Plata desde adentro): Y al final… una Herradura de esperanzas
Por Pablo Garcilazo
Todo tiene un final, todo termina. Hacia el oeste de la ciudad donde termina la avenida Colon y la avenida Pedro Luro está el barrio La Herradura. Lindando con la Avenida Tarantino y la Ruta provincial 226. Alguna vez fue una ambición de ser parte del barrio Hipódromo que tuvo su auge entre carreras, jockeys, cuidadores en las décadas del 80 y 90 hasta su cierre definitivo.
Esas plaquetas en forma de “U”, las herraduras, utilizadas en los caballos para proteger sus cascos y las pezuñas quedó como símbolo, identidad, forma de algunas calles y nombre del barrio.
Atrás quedaron las primeras casillas que había que sostener para que no las volara el viento. El barrio se fue poblando en su mayoría por personas que migran de las provincias, países y barrios de la ciudad. La lógica de expansión permanente hacia la periferia de Mar del Plata también llegó hasta aquí. El municipio intercedió para que la población continúe viviendo en tierras que fueron del Jockey Club.
“Estuvimos casi diez años sin agua potable, con poca luz, con muchas cuadras de distancia para tomar un colectivo y con la incertidumbre de si seguir construyendo o no nuestras casas”, me dice Marcelo, un vecino de más de quince años en el barrio.
Es un barrio de gente joven entre lo rural y lo urbano, con necesidades por desarrollar como el servicio de cloacas y desagües, el gas natural, un jardín de infantes, políticas destinadas a jóvenes el funcionamiento de una sociedad de fomento y una sede, una plaza, el asfaltado de sus calles.
Un desarrollo local pleno hacia el interior. Hay mucho por hacer. Derechos ciudadanos por ejercer. Mucho se ha caminado y se camina hasta hoy. Hombres y mujeres quieren ser aún más parte de Mar del Plata.
Siempre hay voces que resuenan, que cuentan el adentro, un sentimiento del lugar, de una época, un deseo y una esperanza. Lucas, un joven del barrio, con un rap cuenta una realidad cruda de ese sentir y pensar:
“Muchos de nosotros somos discriminados y tratados como una plaga en la sociedad, porque vivimos en un barrio bajo se creen que nacimos para matar y robar.
Cerrándonos todas las puertas de trabajo, la gente humilde sale a buscarse el pan y los chicos viendo el esfuerzo que hacen sus padres. Quieren darles una ayuda y la salen a rebuscar, no puedo creer que en este país no haya un poco de igualdad en la gente. Y que porque vivimos en una villa o barrio bajo nos traten a todos como delincuentes. Aunque no nos escuchen y nos ignoren, no digan que no lo intentamos, esta canción no es un reclamo, así es como nos expresamos”.
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Mirar como si fuera la primera vez lo cotidiano de nuestra ciudad y su gente. Con ese fin nacieron estos escritos, que se desprenden de los micros radiales “Acercando el oeste y Mar del Plata”. Son voces barriales desde la salud, la comunicación y la integración comunitaria.