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Opinión 2 de abril de 2016

Pobreza: una llaga dolorosa en un país con recursos

Por Guillermo Villarreal

Es sabido que el Papa está atento a lo que sucede en la Argentina, pese a que se lo acuse de intromisión en la política doméstica del país, por eso sigue con preocupación el impacto social del plan de ajuste, tarifazo incluido, que instrumentó la administración de Mauricio Macri en un contexto de inflación acelerada.

El Gobierno buscó, por su parte, sumar a los credos en su intención de ayudar a los sectores más vulnerables, además de visibilizar acciones tendientes a lograr la “pobreza cero” que prometió en la campaña.

Pero los informes que referentes eclesiásticos y de movimientos populares llevaron en forma reciente a Roma no son alentadores y advirtieron sobre un proceso sin contención social que agudiza la “cultura del descarte”, tantas veces denunciada por el pontífice argentino.

“Hay un renacer de las políticas neoliberales en la política económica de la Argentina”, advirtió el arzobispo de Corrientes, monseñor Andrés Stanovnik, delante del Papa y prelado de la región.

El diagnóstico de Juan Grabois, presidente de la Confederación de Trabajadores Precarios (CTEP), no fue muy distinto: “En los núcleos duros de pobreza se vuelven a percibir situaciones de hambre”, aseguró.

“Hace cuatro meses que no cobran los trabajadores de las cooperativas de autoconstrucción de viviendas, con el riesgo que esto implica. De exigir derechos para los laburantes de la economía popular, volvimos a reclamar bolsones de comida y planes”, graficó en declaraciones a DyN el dirigente que reúne a más de 10 mil cooperativistas.

Las noticias que llegaron de Roma, en cuanto al diagnóstico sobre los cambios en la situación económica del país que recibió el Papa, resultaron difíciles de evaluar y de “digerir” entre los residentes de Balcarce 50, reconocieron operadores macristas.

La satisfacción de Macri y sus colaboradores inmediatos ante la sancionó de la ley que habilita el pago a los holdouts y fondos buitres duro poco.

Un nuevo informe sobre pobreza e indigencia de la Universidad Católica Argentina (UCA), que incluyo en forma inesperada proyecciones estadísticas sobre el primer trimestre de 2016, incomodó al gabinete económico, muchos de los cuales son egresados de esa casa de estudios.

Las mismas estadísticas que el macrismo utilizó durante la campaña para cuestionar el “modelo” kirchnerista, ahora golpeaban a las puertas de la Casa Rosada y se constituían en un dato de la realidad imposible de soslayar por los funcionarios macristas.

El informe del Observatorio de la Deuda Social de la UCA proyectó que la tasa de pobreza registró un aumento de cinco puntos porcentuales hasta llegar al 34,5% en el primer trimestre de 2016, cuando a fines de 2015 era del 29%, por lo que 13 millones de argentinos afrontan esa condición.

Sin conocer el estudio privado, la Secretaría de Culto de la Nación analizó esta semana, junto a representantes latinoamericanos de diversas confesiones, formas de colaboración destinadas a los sectores más vulnerables del país y la región, con el objetivo de sumar a los credos en la lucha contra la pobreza.

“Tenemos un imperativo moral: terminar con la pobreza que se extiende como una llaga dolorosa”, afirmó el secretario de Culto, Santiago de Estrada, en el encuentro regional.

En ese contexto, el funcionario destacó los informes de la UCA que fijaron la pobreza en un 25 por ciento y reiteró el compromiso del Gobierno de Mauricio Macri para bajar esa cifra en un país que tiene los recursos para hacerlo.