“¿Quién encaja en los lugares, quién puede responder a lo que se espera de uno?”
Carolina Bugnone es poeta y psicoanalista. En su nuevo libro "Una niña ideograma" relata la vida de una nena extraña, que es un enigma para quienes la estudian y un dilema para su propia familia. "Es un símbolo de todos los que algunas veces se sintieron diferentes de un ideal aplastante", dijo.
Carolina Bugnone.
Por Paola Galano
A ese clan llegó una nena rara: “Cayó de un meteorito”, “subió a un agujero en el medio de una familia”, con su “cuerpo de chapa torcida”, escribe Carolina Bugnone en su nuevo poemario, “Una niña ideograma” (Editorial Halley).
La historia de este ser “interplanetario”, que parece venir de otro mundo, que no habla nuestra lengua y cuyo “cuerpito rebota/ luz a luz contra los astros” está escrita bajo la forma de la poesía.
“Sí, ‘La niña ideograma’ es poesía narrativa y no tanto por una decisión, sino que es la que me sale, en general los textos poéticos que escribo siempre tejen una historia, y como ya sabemos, en poesía poco se decide, ella es la que manda”, explicó la autora en una entrevista con LA CAPITAL.
“Es una persona radicalmente distinta de un standard supuesto, del standard de lo que debería ser un niño o niña”
Con el eje puesto en el tema de la diferencia, de las personas que se sienten diferentes y de lo que genera eso en los sistemas sociales, Bugnone también narra la incomunicación y con detalles sutiles explora la vida de su pequeña protagonista y el afán de la ciencia por estudiarla.
“Atada a una camilla/ de lo que hay en lugar de brazos/ y de lo que hay en lugar de piernas,/ y en lugar de cabeza/ un agrupamiento de células por fuera/ de la lógica académica/”, dice en el libro.
Inteligente, la nena tiene la clave para activar “el desastre de las tormentas solares”. Sin embargo, ni maestros, ni astronautas logran descifrarla. Mientras ella busca un hogar, alguien que la acune, para el mundo que se mueve a su alrededor es un enigma del más allá.
Bugnone, quien nació en Entre Ríos, reside en Mar del Plata, es psicoanalista y autora de “Humo”, “Hasta las seis hay tiempo” y “Las primas de Villaguay”, entre otros libros, dio su parecer sobre esta niña que escribe ideogramas “en el aire”.
“Es una nena extraterrestre para la mirada de los ‘normales’. Ajena, incomprensible, fuera de lo esperado. Los astronautas, es decir los adultos encargados de encaminarla, se vuelven locos, no saben qué hacer. Ella tampoco sabe qué hacer, divaga entre los planetas y las personas que no pueden hacerle un lugar”, contó.
Y entendió que su escritura, que logra narrarla, explicarla, darle visibilidad, actúa como un verdadero refugio, casi como gesto amoroso entre tanta pregunta. Es “una forma de acoger a la nena que otros dejan afuera”, dijo y contó que el libro se encuentra disponible en San Luis 2130 o bien a través de su cuenta en Instagram: @carolinabugnone.
-¿Cómo aparece este nuevo libro?
-A raíz de un error, o un disgusto. A partir de la convocatoria del concurso del Fondo Nacional de las Artes del año pasado, en que la poesía debía ser “de ciencia ficción, fantástica o de terror”, primero me indigné -¿quién puede encorsetar a la poesía?-, luego dije: “Vamos a ver de qué se trata esto”. Ese fue el puntapié para empezar a escribir.
-Varias lecturas se abren al leer tu libro: la primera es que esta nena tan rara es un ser diferente, que ni siquiera tiene la herramienta del lenguaje. La ciencia busca estudiarla. La familia no la comprende. Está sola. Aislada.
-Claro, está aislada pero no porque no hable, sino porque es, como bien leíste, una persona radicalmente distinta de un standard supuesto, del standard de lo que debería ser un niño o niña. A partir de dejar fluir a esta nena extraterrestre que se me apareció, vi que se añadían a la fantasía espacial -la excusa para empezar a escribir-, los signos distintivos de una nena que no encaja ni en la familia, ni en el sistema educativo, ni en general en lo que se espera de ella. ¿Quién encaja completamente en los lugares, los sistemas, quién puede responder a lo que se espera de uno? Acá quizás está llevado al extremo, pero es algo mucho más cotidiano que excepcional. Todas las familias tienen un agujero, nadie termina de responder a lo que se espera de uno en una familia, todos los sistemas tienden a expulsar a los distintos. En ese sentido puedo decir que coincido con vos, el libro habla sobre la diferencia, sobre lo que ella genera en el mundo de los pretendidos normales. Y en ese sentido, es una especie de símbolo de todos los que algunas veces se sintieron (¿nos sentimos?) diferentes de un ideal aplastante.
-Escribís: “la miro hacer las tareas/ en una lengua/ que la expulsó/ desde el principio”. Planteás en esa frase una situación extrema: que una lengua te eche de ella. Algo así como confinarte a la soledad más brutal: la incomunicación. También hablás de la imposibilidad de comunicación, ¿te interesa ese tema?
-Claro, cuando se habla de la lengua que la expulsa no sólo se trata de que no pueda hablar, se trata de ese otro sistema que es la lengua que también la deja afuera, la deja balbuceando, o hablando de forma ininteligible, o la deja como queda uno frente a un idioma extranjero, nadie te entiende y no entendés nada. Por eso se mete también la idea del ideograma, una escritura que para Occidente es tan lejana, casi como de otro planeta. Así se siente ella frente al lenguaje, y así la encasillamos nosotros, los ‘normales’: nos parece una extraterrestre.
-En la primera página aparece una palabra que abre los sentidos: “extramuros”. Parece vinculado al hospicio, al psiquiátrico, a la enfermedad. ¿Se trata de una nena enferma?
-Sí, extramuros refiere al afuera del sistema totalitario que puede ser un hospicio, lo que es ajeno en el sentido más fuerte de la palabra. Adentro, los muros contienen y reglan, afuera se desarrolla lo díscolo, lo no previsible. No sé si la tildaría de nena enferma, quizás un médico, un psicólogo o un docente podrían pensar eso, yo prefiero decir que es una rara.
-El concepto de ideograma acerca a la nena al mundo del dibujo, de las ideas, también puede entenderse que esta nena es una nena deseada, pensada, o dibujada y no sólo que se comunica mediante ideogramas. ¿Cómo lo ves?
-Me gusta lo que leíste ahí como nena dibujada, interceptada por el arte de los trazos, de los grafismos de otro idioma. Ella misma como un ideograma a descifrar, hay que abrir el juego para entenderla; aunque parezca que lo que expresa no tiene sentido, hay un sentido oculto.
-Aparecen en el libro las voces de la familia y de los médicos, ¿es la voz de los mandatos?
-Es la voz de los que clasifican, de los que no saben qué hacer con las personas diferentes a un standard establecido, la escuela, los padres, los científicos. Es la voz de los que no pueden o no quieren escucharla, interpretarla.
-¿Por qué decidiste que la protagonista fuera una nena?
-No tengo idea, con la idea de la ciencia ficción vino la de una nena extraterrestre. ¿Habrá sido mi yo juvenil leyendo a Bradbury, encantada, hipnotizada por sus libros?
-¿Es un libro emparentado con la película Hombre mirando al sudeste y con la novela El principito?
-La diferencia con Hombre mirando al sudeste es que esta niña no pretende decir ninguna verdad al mundo, sólo existe. Con respecto a El Principito no se me había ocurrido, pero si lo pensaste vos es que hay líneas que quizás los unen, la infancia, la incomprensión del mundo…
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