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Cultura 12 de febrero de 2016

Ricardo Arriagada: “Uno no escribe sobre la felicidad”

"Crónicas de Playa Perdida y otras historias de mar" es el libro de cuentos y relatos que editó por medio del aporte de los lectores.

La casa pintada. Los cuentos editados. El segundo poemario listo. El primer disco casi terminado. “Me lo tomé con responsabilidad”, anuncia Ricardo Arriagada, escritor, autor, compositor, cantante. “Tiene que ver con una edad también, tengo 54 y la necesidad de dejar testimonio de lo que hago, así cierro esta etapa, porque las etapas hay que quemarlas. Quiero dejarle a mi hija mis libros”.
Aunque escribe desde siempre, Riqui, como lo conocen todos, sólo publicó el libro de poesías “Los géneros populares”. Ahora, después de cuatro años vuelve a tener en manos otros libro impreso. Se trata de “Crónicas de Playa Perdida y otras historias de mar”. Ya tiene material para otro poemario y le da forma final a su disco de canciones.
Del lado del arrabal, urbano, dueño de poemas exquisitos, peronista desde sus quince años, este marplatense dice que, a pesar de aquellos objetivos contundentes que se trazó para sus próximos meses, no tiene urgencia. Poco lo define esa palabra. “Mucha urgencia de publicar no tengo, porque hay cosas que tengo escritas hace como treinta años… debe hacer como quince que estoy escribiendo una novela, la había dado por terminada pero la retomé y la canibalicé, la deshice toda y la empecé de nuevo”, cuenta, con ese hablar que tiene, un poco en serio un poco en broma.
“Crónicas de Playa Perdida y otras historias de mar”, que contiene historias de hace quince años que se fueron uniendo a fuerza de similitud geográfica y tonal, responde a la lógica del tiempo de cosecha. Riqui sabe que las nuevas historias que lo esperan suponen que las viejas empiecen a irse. Y una manera de que se vayan es compartirlas, darlas a conocer, publicarlas, encerrarlas entre tapa y contratapa.
Por esa lógica es que puso en marcha una suerte de mecenazgo colectivo. No se amedrentó por carecer de fondos para la edición de un libro. “Le pasé la gorra a varios –ríe-, no lo inventé yo, Luis Caro ya lo hizo”, evoca. A través de la red social Facebook, Arriagada informó que ponía a la venta su libro por adelantado. Muchos se anotaron. “Para mi sorpresa aparecieron como doscientas personas, no les cobré a todos, quedó un cuarenta por ciento a los que no llegué a cobrarles. Es que lo edité una vez que obtuve la plata que necesitaba. La mayoría de esa gente no me vio nunca en su vida, sólo me conoce a través del Facebook, y como les gusta cómo escribo decidieron ayudarme. Ya tengo vendida toda la primera edición, seguro habrá una segunda”¸ anticipa y también comenta que es posible que aparezca un “Crónicas de Playa Perdida 2”.
En su pedido por Facebook, solo aclaró una cosa: el libro no iba a contener textos militantes, ni siquiera tendría contenido político, como sí tienen las notas que, a diario, cuelga en su muro.
“Para mi Facebook es un espacio de discusión política y de intercambio de bienes culturales, como no milito en ninguna agrupación política, para mí ése es un espacio de militancia. Aunque a veces también publico poesía y música”, cuenta y señala que sus cuentos son historias que empiezan “en la década del ’20 y terminan a finales de los ’40, sin ninguna connotación política de nada, no son relatos que aludan a ninguna circunstancia política”.
Aunque sí son historias amparadas por la maravilla del mar, un espacio que Arriagada -nacido en el barrio Los Pinares- reconoce como entrañable. “No sé si todos tienen la misma conciencia del mar, hay gente que se aviva del mar cuando se va a vivir a otro lado, yo tengo perfecta conciencia del mar -narra-. Viví en Buenos Aires en períodos cortos de mi vida y yo sabía que lo que extrañaba de Mar del Plata era el mar, cuando llegaba en tren a la altura de estación Camet me ponía en el estribo para bajar primero, respiraba profundo y el aire marino me lastimaba la nariz, la parte superior del tabique nasal, el aire de acá es un frío y limpio. Después viví cerca del mar, no es cualquier cosa vivir cerca del mar, es lindo y además es una impronta”.
El escritor se detiene en la importancia del paisaje. “Nosotros (los marplatenses) tenemos una perspectiva del mundo que es distinta a la del tipo que se cría en Humahuaca, con toda la belleza que tiene Humahuaca. Y habrá cosas que no podemos comprender, el paisaje no es cualquier cosa, uno aprende a caminar en el paisaje, das el beso a tu primera novia en el paisaje…”
Melancólico, también asegura que en su mundo literario siempre aparecen los mismos temas. “Supongo que la muerte, aunque no de manera trágica, la soledad, circunstancias como la lluvia, los vidrios, las ventanas, la lluvia que se ve a través de ventanas, las ventanas de los trenes, siempre son ventanas en movimiento, de trenes, colectivos, autos y playas y después los amores perdidos, creo que no escribí nunca jamás nada de un amor encontrado, la felicidad no es un tema del arte, uno no escribe sobre la felicidad”.
– Todos tus cuentos están vinculados por los personajes de Playa Perdida. Hay una continuidad en ellos. ¿Es un esbozo de novela?  
– Es lo contrario de una novela. Quise hacer todo lo contrario a una novela. Quise hacer cuentos que estuvieran vinculados entre sí, pero no quería escribir una novela sobre Playa Perdida. Me gusta el formato del cuento, no de la novela, porque los segmento de otra manera. La novela es otra cosa, es otro mundo, son dos géneros totalmente distintos, hay gente que cree que como las dos cosas son narrativa… bueno las tarjetas de cumpleaños también son narrativas y no tienen nada que ver con una novela. Lo que intento hacer con los cuentos es tratar de comprender esa lógica que tiene ese pequeño universo de pocas páginas, en eso hay algo de Borges, porque Borges fue el más grande, un maestro escribiendo cuentos. El cuento tiene una lógica, no dura diez páginas, ocho o doce o porque sí… en esa cantidad de páginas podes lograr conmover, podés sembrar alguna incógnita, podés dejar librado al lector un montón de comprensiones. Hay una parte que la tenés que dejar librada a lo que quiere entender el tipo que lee, si quiere que le  expliques todo que vea telenovelas, que ahí sí que le explican todo.
– Decís que Playa Perdida es un lugar misterioso, perdido para el conocimiento ordinario. ¿Cómo llegaste a construir ese lugar?
– Al decir verdad Playa Perdida es Puerto Madryn o algún lugar perdido del sur, pero como no los conozco, no quise poner el nombre de ninguno de ellos. Pensé en algún pueblito de la Patagonia sobre la costa, en algún lugar del sur había un muelle en el que paraban barcos que iban a cazar focas y esas cosas, el hotel abandonado del que hablo en uno de los cuentos es totalmente ficticio, el nombre del mar es ficticio. Lo hice para no tener que ponerme a estudiar geografia. Es decir o lo hacés todo de ficción o cuando mencionás un dato anclado en la realidad tenés que hacer todo bien y hacer una investigación.
– ¿Cuánto de Mar del Plata tiene tu Playa Perdida?
– No, nada, bueno el mar. Si vos queres tiene cosas que yo recuerdo de chico, en la lógica de pueblo chico, no de la gran ciudad. Después Playa Perdida es un caserío de tres cuadras por cuatro, de todas maneras hay una parte de mi infancia en la que también Mar del Plata es un pueblito de tres cuadras por cuatro, porque era el espacio en el que yo vivía, hasta que empecé a andar en bicicleta y se me agrandó la ciudad.