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Cultura 10 de febrero de 2016

Rottemberg, el teatro desde la experiencia del empresario

Hugo Paredero y Carlos Ulanovsky escriben, a cuatro manos, una amena y profunda investigación sobre los cuarenta años con la profesión de productor del "Señor de los Teatros".

Carlos Rottemberg.

 

por Jorge Dubatti

No son frecuentes en la bibliografía nacional sobre teatro los libros de investigación sobre empresarios y productores. Sin embargo, la experiencia de empresarios y productores es parte fundamental de la actividad escénica y de la historia de nuestro campo teatral desde el siglo XIX. Por eso resulta tan provechosa y estimulante la lectura de Vivir entre butacas. Carlos Rottemberg, de la vocación a la profesión (Paidós), libro escrito a cuatro manos por los prestigiosos periodistas Hugo Paredero y Carlos Ulanovsky con motivo de los cuarenta años de trabajo (1975­2015) del “Señor de los Teatros”.
Lo primero que cabe preguntarse es: ¿qué hace posible, en términos intelectuales, la existencia de esta investigación? Múltiples factores: el reconocimiento a la laboriosa trayectoria de Rottemberg como fundador, defensor y restaurador de salas teatrales y como productor de centenares de espectáculos, así como a su personalidad noble, solidaria y generosa, presente tanto en Teatro Abierto 1981 como en las gestiones para la apertura de la sala municipal de Tres Arroyos y la recuperación del espacio del Astral (ahora Bristol) en Mar del Plata; un cambio fundamental en la consideración del lugar que le corresponde al teatro comercial en la cultura argentina, superando ancestrales (injustos e irracionales) prejuicios; una relectura de la dinámica histórica y presente del teatro argentino desde la perspectiva de las industrias culturales y desde el rol de algunos agentes fundamentales, sin los que la actividad no sería la misma: el empresario, el gestor, el productor y sus equipos de trabajo. Todas señales de una mayor madurez e inteligencia para comprender la compleja realidad del funcionamiento de los campos teatrales.
El libro de Paredero y Ulanovsky va mucho más allá de las memorias que el mismo Rottemberg publicó en 1998 bajo el título No hay más localidades (Ediciones de la Flor). En Vivir entre butacas el lector encontrará la completa y amena reseña de la intervención de Rottemberg en innumerables acontecimientos teatrales y acciones ligadas a la existencia y conservación de salas, así como la singularidad de su mirada y su pensamiento sobre la situación del teatro en los últimos cuarenta años. Se suman extensas declaraciones de Rottemberg –especialmente brindadas para este libro­, así como más de cincuenta testimonios de personalidades de diferentes disciplinas, entre otros, Pepe Soriano, Lino Patalano, Roberto Cossa, Juan Carlos Mesa, Alejandro Dolina, Mauricio Kartun, Virginia Lago y Guillermo Francella.
Además de ofrecer información sobre la vida y la personalidad de Rottemberg (quien tiene hoy 58 años) y sobre los secretos de su profesión (por ejemplo, en torno de cómo se construye y se organiza un teatro, cómo se hace una programación, cómo se trabaja con los actores, cómo se busca la relación con el público, etc.), Vivir entre butacas despliega algunas claves esenciales del pensamiento del productor útiles para comprender el teatro argentino contemporáneo. En su testimonio incluido en el libro, Kartun declara: “Charlar con él es siempre ganancia. Escuchándolo entendí pormenores de ese circuito comercial que desde el independiente se mira siempre con desconfianza. Y entenderlos me ayudó a perder prejuicios”. Y Roberto Cossa dice al respecto: “Un empresario que logró romper esa diferencia entre comercial e independiente, esa división sectaria, de los viejos tiempos”.
Rottemberg reflexiona sobre los cambios en el rol de la crítica y el mayor protagonismo de los espectadores en la conformación de una corriente de público, siempre misterioso en sus comportamientos: “Antes un aviso publicitario se encabezaba con las críticas; ahora, con el número de espectadores”; “No existe mejor publicidad que el boca a boca o el boca a oreja de la actividad”; “No hay universidad que enseñe a atrapar los gustos del público”; “No llamo ‘clientes’ a los espectadores”; “El público es el real sostén de estos cuarenta años, y si soy productor es porque primero soy público”.
“No hay nada más parecido a una ruleta que el mundo del espectáculo”, sostiene Rottemberg, poniendo el acento en el riesgo que asumen los productores y en el carácter virtual de todo diseño de programación teatral y de apuesta a un espectáculo antes de su estreno y de la concreta respuesta del público. De las muchísimas obras que presentó en estos casi cuarenta años de trabajo, destaca especialmente cuarenta, entre las que sobresalen Made in Lanús (1986), “mezcla justa de talento y taquilla”; Brujas (1991), “la comedia que rompió récords en la historia del teatro nacional”; Salsa criolla (1994), “la producción fundamental de Enrique Pinti”. En cuatro décadas “tuve prolongados cortes de luz y padecí el Plan Bonex, atravesé devaluaciones y soporté la indexación, hice teatro con entradas a ochenta centavos de dólar y cuando costaban treinta dólares, soporté leyes restrictivas, medidas confiscatorias y le hice frente como pude a la invasión de figuras extranjeras”. En otro momento del libro sintetiza: “Entre centenares de estrenos que llevo, unos diez se convirtieron en eso que en la jerga se llaman tanques. Pero después, se dio esta proporción: 30% fueron éxito, otros 20 anduvieron bien, un 40% entre regular y empate, y el último 10% que fueron un desastre”. “Calidad artística más éxito comercial: fórmula ideal”. Y agrega: “Decir que ‘el fracaso enseña’ es una frase hecha. Si el fracaso enseñara, yo no hubiese vuelto a fracasar”. Los riesgos de un empresario no son sólo económicos: uno de los capítulos más reveladores del libro es “Telón de fondo, la política”, donde se ofrecen datos sobre las persecuciones y peligros que padeció el joven productor en la dictadura.
“No comulgo con la filosofía de empresas empobrecidas con dueños millonarios. Reinvertir en la empresa no sólo es esencial para la fuente de trabajo, sino que permite asegurar el crecimiento propio”. “Todo lo que entra en la empresa se reinvierte en la empresa”. “Invertir en teatro lo que se gana en teatro”. Paredero y Ulanovsky señalan que para Rottemberg el logro más gratificante de las cuatro décadas ha sido por lejos la inauguración, reconstrucción o capitalización de la empresa en propiedades teatrales. “Lo que más feliz me pone de lo que pude concretar –afirma Rottemberg­: haber empezado alquilando el Ateneo y hoy poder sostener un circuito de salas”.
“El teatro le hace bien a la gente”, afirma Rottemberg. Creemos que Vivir entre butacas también, porque es un libro que rompe prejuicios y porque propone como ejemplo de vida, de conducta, de ser humano, a un trabajador excepcional.



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