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Deportes 15 de marzo de 2018

River campeón, muy fácil de explicar 

Las razones claras por las que el equipo de Gallardo se quedó con la Supercopa. Sus virtudes y las debilidades que supo explotar de Boca. Las claras diferencias tácticas que se vieron en la cancha. El factor Armani.

por Vito Amalfitano
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@vitomundial
Desde Mendoza

Todos los resultados en el fútbol tienen explicación. Y solo en un muy mínimo porcentaje el azar es el determinante. Eso no quiere decir que hay que clausurar el análisis y concluir que siempre el que gana es el mejor.

En este caso, nada menos que la segunda final absoluta en la historia de los Superclásicos, es sencillo explicar porque River le ganó a Boca y porque también River fue mejor que Boca. Con toda la perspectiva de verlo en la cancha y el despliegue de movimientos de uno y otro equipo, con y sin pelota.

Empecemos primero por las razones contundentes del resultado y de las diferencias conceptuales en el juego. River le ganó a Boca y se consagró campeón de la Supercopa Argentina porque fue más inteligente y certero, porque tuvo el manejo táctico de la situación siempre, porque se quedó con el mediocampo y por Franco Armani. El arquero también juega y esta oportunidad fue clave. A partir de ahí se puede desmenuzar la explicación…

Las fallas conceptuales de Boca

Boca se adelantó más en el partido. Eso no significa que atacó más y mejor. Pablo Pérez, el abastecedor de juego, no tuvo y no le dieron opciones de pase. Salvo en dos impecables habilitaciones largas en profundidad en las que apareció desprendido Cristian Pavón. En la primera el delantero se demoró y resolvió mal, en la segunda Armani hizo fácil lo difícil, se adelantó a la jugada y salió a cortar afuera.

En el adelantamiento de Boca,-no ataque-, nunca se entendió de que jugaron Tevez y Cardona. Con un agravante en el ex del fútbol chino: nunca apareció, nunca se soltó ni desbordó, no estuvo en él área (para su “obligación” actual de ser 9) y nunca gravitó fuera de ella. El colombiano, en cambio, se equivocó en dos acciones clave pero siempre se mostró, nunca se escondió, trató de dar juego y meter el penúltimo o último pase, y de hecho lo logró cuando dejó mano a mano a Fabra, en otra de las que resolvió con suficiencia Armani. No es natural que Cardona aparezca en el área propia cometiendo una falta, la del penal, y es verdad que no detuvo con “foul táctico” a Nacho Fernández en el inicio de la gran jugada del segundo gol de River, que en realidad empezó Scocco con un despeje en área propia para ir a definir a la contraria. Pero en el híbrido que juega Cardona en el dibujo de Guillermo, se siente incómodo, aunque ayer enganchó más. También tuvo que mostrarse e ir a ocupar la posición del 9 varias veces ante la “ausencia” de Tevez.

Y ese es otro error conceptual grave de Guillermo: con un delantero de las características de Pavón, que desborda por afuera y tira el centro, no tener un “9” real es inconcebible. Si lo obligan a poner a Tevez, eso sería aun más grave para nuestro juicio sobre el entrenador de Boca.

Falla garrafal es jugar sin referencia en el área al tener a Pavón, equivocación es pensar en Tevez para ese lugar, y error acentuado por la tardanza en el cambio para la entrada  de Wanchope.

Las virtudes de River

Más allá de la ironía, Marcelo Gallardo, el hombre más ovacionado de la noche, antes y después del partido, remarcó una obviedad cuando dijo que sabía a que jugaba Boca y que Boca no sabía a que iba a jugar River. En efecto, Boca busca todos los partidos con ese apuro, con ese vértigo,-pero también con todo su potencial individual-, y River supo como neutralizarlo, con una gran estrategia del entrenador y con respuesta de disciplina táctica e inteligencia y talento de algunos de los intérpretes.

Por caso, Leonardo Ponzio, junto a los internos, Ignacio Fernández y Enzo Pérez, supieron presionar y ganar el medio con mucha agresividad y ubicación, cortaron esas líneas de pase de Pablo Pérez, se lo devoraron a Tevez cada vez que bajó a buscar la pelota en su “limbo” permanente en el partido, mientras Gonzalo Martínez mantenía “ocupado” a Wilmar Barrios. Ellos también, junto a los zagueros, fueron responsables de la incomodidad de Cardona y “Nacho” aportó el plus de soltarse, desprenderse, generar espacios y sorpresa, junto a Rodrigo Mora más adelante.

Es cierto que Fernández apareció varias veces muy libre, pero él también supo buscar esa libertad. Eso también es “inteligencia táctica”. En cambio, el dispositivo de River, su cerrojo, hizo que en Boca solo quedara libre algunas veces Nández, quizá el menos dúctil, el que necesita socios “sueltos” y disponibles para desarrollar su juego o que lo dejen a él desprenderse más adelante, cosa que tampoco permitió River.

Armani 10

Es cierto que River llegó poco, pero estos partidos “de ajedrez”, estas finales, a veces se ganan de esta manera: con escasas llegadas pero con aprovechamiento integral de ellas, y sin permitir situaciones permanentes del rival. Pues más de uno se preguntará porque Armani jugó para 10 puntos si Boca llegó poco y atacó mal. Sencillamente porque el arquero fue exactamente tan certero como su equipo de campo. Acertó y fue clave en las pocas jugadas que lo comprometieron y que, por cierto, fueron muy difíciles. Demostró ser un arquero “gana partidos”. Y expliquemos también con datos. Boca, en realidad, construyó solo dos llegadas puras claras. Una de ellas “doble”. La del pase de Cardona para Fabra y la impecable tapada de Armani ante el remate del lateral colombiano y la impresionante reacción para después salvar en el rebote ante el disparo de Nandez. Y la otra situación “propia” de Boca fue el envio de Pavón que Armani alcanzó a despejar en lo alto hasta que la pelota dio en el travesaño. Las otras dos salvadas de Armani fueron: una jugada fortuita, un centro que con aparición de Goltz terminó pegando en la espalda de Pratto y el arquero, con grandes reflejos, volvió a reaccionar rápidamente; y una que el propio golero impidió que fuera realmente jugada de gol porque se anticipó a ella, al cortar afuera del área aquel gran pase largo de Pablo Pérez a Pavón.

En una final, que un arquero te resuelva todo así, con esa suficiencia, es para un 10, más allá de la cantidad de situaciones. Y River, en las dos que tuvo y supo generar de manera genuina (al final de cuentas, igual que Boca) fue 100% eficaz.

River, al cabo, siempre supo como jugar la Supercopa y de que manera ganarla. Desde la tranquilidad que transmitió el arquero hasta el dispositivo que armó Gallardo y que ejecutaron sus intérpretes. Un título muy fácil de explicar.