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Cultura 24 de agosto de 2018

Samanta Schweblin: “Siento que si escribo una novela es porque el cuento salió mal”

La escritora explica cómo la confusión y la distracción, dos características de su personalidad, le sirven como fuente inspiración.

Samanta Schweblin.

por Pablo G. Hermida

SANTANDER, España.- Ansiosa y cuentista, así se define la escritora argentina Samanta Schweblin, que siempre tiene la sensación de que cuando escribe una novela es porque algo salió mal al intentar un cuento y, en vez de poder contar la historia en doce páginas, se ve obligada a hacerlo en cientos.

Por eso, Schweblin asegura en una entrevista con EFE que la novela es para ella “una fatalidad”, aunque su “Distancia de rescate” fue un gran éxito del que habló en los Martes Literarios de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo, en Santander, donde esta semana también impartió un taller de creación literaria.

A esta escritora le sale de manera natural escribir cuentos, un género protagonista en la tradición argentina que le permite un espacio “de mucha cercanía”.

“Cualquier gran narrador argentino es sobre todo un cuentista que además escribe alguna novela”, destaca.

Sin embargo, reconoce que llegar al éxito con un cuento puede ser más difícil que con una novela, puesto que es “muy problemático” para el mercado que una unidad narrativa ocupe “solo” 12 páginas cuando se podrían publicar 250.

Un género que considera que siempre vuelve con leyes y modos renovados de cómo contar una historia. “¿Qué dirían Jorge Luis Borges, Raymond Carver o Anton Chejov, tres de las grandes bisagras del cuento universal, si dijéramos que el cuento es aprender a escribir?”, se pregunta Schweblin.

El cuento, que según Schweblin no es “ni mejor ni peor” que la novela, exige una precisión y una sensación “casi como esférica” y “perfecta” que implica un control sobre lo que se está escribiendo mucho más fuerte.

En la novela, apunta, hay espacios en los que “uno puede respirar”, una licencia que los escritores de cuentos no se pueden permitir, por lo que opina que es “más exigente”.

Ello no significa que su novela “Distancia de rescate” no le pusiera presión sobre los hombros, aunque considera que ser “una cuentista muy ansiosa” influyó en ese proceso.

“Creo que los cuentistas somos los ansiosos, somos cuentistas porque no estamos dispuestos a esperar dos años y medio para llegar al final”, explica la escritora, que añade que esa ansiedad “tiene mucho que ver” con la energía y el ímpetu que se reflejan al escribir el cuento.

Con “Distancia de rescate” (2014) tuvo durante un año de trabajo la sensación de que “iba a terminarlo la semana siguiente”, aún siendo consciente de que la propia narrativa de la historia necesitaba “más y más tiempo”.

Lejos de ser sus enemigos, la escritora explica cómo la confusión y la distracción, dos características de su personalidad, le sirven como fuente inspiración. “Me ayuda mucho encontrarme en situaciones y ante historias que no termino de entender del todo y acerca de las cuales me empiezo a preguntar más y más cosas”, señala.

Para Schweblin, el bloqueo “nunca fue no tener una idea”, sino querer hacer algo y no encontrar la manera, una traba que también le pone en la pista de cómo encontrar lugares a los que no sabe cómo llegar.

“En todos casos, esos bloqueos son momentos en los que hay esperar y escuchar lo que el texto está pidiendo, deseando y necesitando”, subraya la autora de “Pájaros en la boca”, “Fever Dream” o “Siete casas vacías”, que señala además que el proceso consiste en “prueba y error y prueba y error”.

Una historia familiar que quiere contar es uno de los retos que a Schweblin le quedan por cumplir, aunque cree que todavía no está preparada para adentrarse en ella porque está empezando a descubrirla y es “bastante tremenda”.

Acaba de terminar una novela que publicará en octubre y, mientras, se dedica a escribir cuentos porque reconoce que es algo que hace siempre y no puede evitarlo.

Como argentina y escritora que tocó el aborto desde la ficción, Schweblin también opinó sobre el no del Senado de su país a legalizarlo.

“La ley ya está ganada, la ganó la calle y la pidió la mayoría y quedó muy claro (…) hasta qué punto el Senado de Argentina, que está ahí para representar lo que pide el pueblo, no lo está haciendo”, opina.

EFE.



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