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La Ciudad 3 de diciembre de 2018

Se agudiza la crisis en el Puerto y los gremios temen una ola de despidos

Dirigentes sindicales de los principales gremios advierten que la situación es "cada año está peor". Un invierno marcado por la ausencia de 70 barcos, la imposibilidad de acceder a la pesca de nuevas especies y los altos índices de inflación configuran un escenario que temen que termine con un profundo conflicto social.

El puerto de Mar del Plata.

Los panoramas difieren, pero el balance que realizan los dirigentes de los principales gremios de la pesca es el mismo: el año que está por terminar fue uno de los más difíciles para el Puerto de Mar del Plata. Y para los trabajadores, aún peor.

A los cerca de 70 barcos que partieron al sur durante todo el invierno por la temporada de langostino, se le sumó una inflación acumulada que superó ampliamente los índices esperados (20% contra una estimada anual que superará el 40%) y una zafra de caballa y anchoa, especies con las que se puede trabajar mientras se espera la merluza del verano, que no habría arrojado los mejores resultados.

Este combo de palos en la rueda configuró un escenario que, para los referentes de Sindicato Obrero de la Industria del Pescado (SOIP), el Sindicato Unidos Portuarios Argentinos (SUPA) y Sindicato Marítimo de Pescadores (Simape), podría desembocar en una ola de despidos para los trabajadores de todos los sectores y una profundización en la crisis de la actividad. Algunos incluso hablan de la profundización del conflicto social.

“Catastrófico”

Los obreros del pescado local, agrupados bajo el SOIP, son de los más castigados del universo laboral de la actividad. Así lo señala incluso la secretaria general del gremio, Cristina Ledesma. “Este fue un año catastrófico para nosotros. Cada año que va a pasando es peor, con más gente en la calle o cobrando el garantizado”, indicó.

El garantizado es el sueldo mínimo que cuentan los trabajadores “de tierra” y en ocasiones -como la actual, donde el trabajo no abunda o directamente no existe- es el único que perciben. Según se conoció, el monto hoy es de un poco más de $8.000. “¿Quién vive con eso?”, reclamó Ledesma. “Además, ya nos dijeron que eso lo pueden sostener por un año, dos como mucho”, agregó.

Entre registrados y no registrados, la dirigente señaló que la actividad cuenta con cerca de 6.000 trabajadores. Y todos, indicó, atravesando un mismo panorama “difícil”.

“Por nuestro gremio pasan, por día, entre 200 y 300 trabajadores todos en la misma situación. Todos desesperados por la falta de trabajo, todos pidiendo una bolsa de mercadería, lo que para ellos es ‘indigno’ porque dicen ‘quiero trabajar, no quiero llegar a esto’. Pero se llega a ese límite porque la situación está complicada y no vemos cambios de mejoría”, aseguró.

La visualización de un futuro que no aparenta ser prometedor también profundiza la preocupación frente a la posibilidad de una inminente ola de despidos. “Ya hubo este año. Hay a veces que en una planta despiden dos, en otra uno. Y así sucesivamente. Las plantas que no están registradas despiden 15 o 20 en la calle”, indicó la dirigente. Lo único que parecería frenar el impulso de “salir” a reclamar es la esperanza que una reunión que la cúpula del gremio mantendrá con autoridades provinciales en los próximos días.

“Una vez que la gente salga a la calle, no se la frena más”, vaticinó Ledesma al barajar la posibilidad que una “ayuda económica” no llegue.

Posible estallido

El fantasma del estallido vuelve a aparecer en boca del secretario general del SUPA, Carlos Mezzamico que, al igual que su par Ledesma, su análisis de la situación laboral no cuenta con ribetes positivos.

“Este año fue uno de los más duros con respecto al volumen de trabajo en los últimos veinte años. Si acá no viene la respuesta del Gobierno, lamentablemente algo va a pasar”, sentenció.

Entre las razones, apareció la falta de trabajo durante los meses de invierno por la partida de los barcos al sur en busca de langostinos y la “paralización” del 70% de los buques fresqueros.

“Esto ocurre porque los fresqueros de gran porte, por ejemplo, paran porque los empresarios señalan que los insumos están caros y se dedican más a la flota congeladora, que les da más rentabilidad a ellos. Pero no a nosotros, claro”, explicó.

Esta situación complica aún más un sector que, según indicó el dirigente, ante el escenario actual solo puede ofrecer trabajo pleno a unos 250 o 300 trabajadores. El total con disponibilidad para operar hoy es de 750.

“La gente puede trabajar muy de vez en cuando, lo que hace que el salario a fin de mes no le alcance para cubrir los servicios y para mantener la familia. Por eso es que nosotros estamos recurriendo a las autoridades provinciales porque si bien por ahora no hay despidos, existe una fuerte reducción del trabajo”, indicó.

A diferencia de la proximidad con los funcionarios bonaerenses, al menos en lo que respecta al diálogo, la relación con los responsables políticos a nivel nacional parece ser más distante.

“El horizonte que se ve no es bueno porque habría que aplicar políticas de fondo que no están, por ahora, en la agenda de la gente que maneja la Pesca en Nación”, indicó.

El langostino

En la misma línea, se pronunció el titular del Simape, Pablo Trueba, que si bien advirtió que la situación de los trabajadores marítimos es solo “un poco mejor” que la de los trabajadores de tierra (el universo de este sector alcanza los 1.000 trabajadores), de vivirse nuevamente un invierno como el transitado este año, podrían perderse puestos laborales.

“En nuestra actividad no hubo despedidos por el momento, pero sé que en lo que es la actividad de tierra sí. Si no se trabaja urgentemente en esto que digo, seguramente va a ocurrir”, indicó y puso el foco en la necesidad que cuenta el Puerto local para poder acceder a las habilitaciones para pescar langostino.

“Si los funcionarios de la Provincia y los de la Nación no dan la posibilidad de que Mar del Plata toda pueda trabajar también con el langostino, que hoy es la vedette de las especies y muchos barcos de la ciudad se encuentran limitados para pescarla, es difícil que la gente y las propias empresas alcancen un balance económico. Si no tenemos empresas que trabajen, no vamos a tener trabajadores”, sentenció.

El dirigente se mostró muy crítico con las restricciones a las que se enfrenta la flota local para poder, en primer lugar, ser habilitada para la pesca de la especie y, por otro lado, poder traer lo pescado a Mar del Plata para así garantizar el trabajo en tierra.

Según explicó, la razón principal por la que barcos locales no pueden acceder al langostino encuentra su explicación en una normativa aplicada en 1987, que determina la medida de las esloras que pueden ingresar al caladero.

“Sabemos que esa resolución se dio a pedido de algunos españoles que, en su momento, tenían sus barcos en el sur. Pero con el tiempo, cambiaron muchas cosas. No hace más o menos daño que el barco sea más largo o más corto, sino lo que trae en su bodega. Entonces nos parece que se tendría que permitir, con el apoyo de Buenos Aires, que empresas de Mar del Plata puedan acceder al caladero para pescar langostino”, indicó.

Eso sí, Trueba aseguró que esta medida debería revertirse de la mano con la condición de que los barcos pueden luego volver a Mar del Plata para descargarlo.

“Esto implicaría trabajo a los portuarios, que fueron los que tuvieron más problemas cuando los barcos se fueron al sur. Recién ahí podríamos empezar a ver alguna mejora”, vaticinó.

Y concluyó: “Uno se acostumbra a estar mal, sobreviviendo. Yo pienso que la actividad pesquera en el mundo, bien manejada y permitiendo que todos puedan pescar y producir, no tiene por qué pasarla mal. Es una actividad que se dedica a alimentos”.



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